“Yo, si tuviera hambre y
estuviera desvalido en la calle, no pediría un pan, si no que pediría medio pan
y un libro”. Federico García Lorca.
Que diferencia tan grande hay
entre aquello que el poeta decía y la forma de vivir en este tiempo. Una de las
cosas de las que ya era consciente, pero he reafirmado durante el periodo de
confinamiento es que estamos inmersos en una sociedad de la exageración. Nada
es suficiente, todo parece poco. No queremos renunciar a nada.
Cuando el gobierno declaró el
estado de alerta, de manera paralela al pánico que nos hizo vaciar los
supermercados, se pusieron a nuestro alcance cantidad de posibilidades. Desde
todos los medios digitales, de golpe, se podía acceder gratuitamente a los
sitios más variados: museos,
bibliotecas, descargas de libros, películas, conciertos, monumentos, etc. Hemos
ido almacenado tantos enlaces de Internet que con su contenido podríamos llenar
las horas de varias vidas.
Parecía como si toda la cultura,
todo el arte de la Humanidad estuviese disponible, esperándonos detrás de la
pantalla. No me parece mal que estos recursos se pongan al alcance de la gente,
sólo que ¿hacía falta que llegara una pandemia?
Dudo mucho de la efectividad que
esto ha tenido realmente. ¿Cuántos museos habéis visitado? ¿Y bibliotecas? ¿Cuántos
os habéis paseado virtualmente por medio mundo? ¿ha servido para que la gente
lea más?. Yo misma he de reconocer que, al principio, me sentí deslumbrada por
tanta información apetecible, pero después de mirar en dos o tres sitios, pasé
olímpicamente de todo esto.
No creo que en una situación tan estresante
como la que estamos viviendo, lo mejor sea atiborrarnos de cosas, como si de
esa manera pudiésemos tapar todo lo que ocurre a nuestro alrededor. Lo único
que se consigue con tanta oferta, de forma tan desmesurada, es que se acabe por
no desear nada.
También es cierto que ha sido
gracias a la música, los libros, la radio, las películas o las conexiones con
familiares y amigos, que el encierro se nos está haciendo más llevadero, pero
añadiéndole un ingrediente fundamental, el deseo. Podemos tener a nuestro
alcance todo lo inimaginable, pero es necesario tener ganas y buscar lo que
quieres, no conformarte con lo que te echan.
"La belleza" Rozalén homenajea a Aute
De esta forma, a pesar de tantas
opciones a tu alcance, te das cuenta de que has acabado haciendo cosas como
releer el libro que un día te atrapó; terminar esos que tenías a medio leer; volver
a escuchar la música que hacía tanto que no escuchabas; ver películas clásicas
que te recuerdan otro tiempo o esa serie que pusieron hace cuarenta años y
ahora reponen de nuevo; descubrir, desde tu ventana, cosas que no veías cuando
pasabas por su lado cada día; echar de menos salir a pasear, visitar una
librería, coger un tren o sentir el placer de poder hacer el duelo a un
cantautor querido, escuchando sus canciones una y otra vez.
Esta semana en la que se celebra
el Dia del Libro, reivindico la mesura, no todo se puede. Hay que ceder algo y
hacer sitio para que otras ilusiones tengan cabida. Creo que es la mejor
lección que podríamos dar a la gente joven, los más damnificados de esta
sociedad que les ha hecho creer que tener muchas cosas les dará la felicidad. Quizás
deberíamos hacerles entender que, la mayoría de las veces es suficiente con
medio pan y un libro.
(este escrito ha sido publicado en la sexta edición especial, digital de Infolinea
https://www.infolinea.es/infolinea-alhama-publica-un-nuevo-periodico?fbclid=IwAR2jhtZXifs1ciz56nOqNoHEKAvAXAe0GmVNFsv6fRtZvzfGkkYq3FOs2Ho)
("Grandola Vila Morena, artistas portugueses cantan a la Revolución de los Claveles)
(este escrito ha sido publicado en la sexta edición especial, digital de Infolinea
https://www.infolinea.es/infolinea-alhama-publica-un-nuevo-periodico?fbclid=IwAR2jhtZXifs1ciz56nOqNoHEKAvAXAe0GmVNFsv6fRtZvzfGkkYq3FOs2Ho)
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