14 nov 2024

EN MI PAIS LA LLUVIA NO SABE LLOVER

 

Hasta hace unos años, cada vez que había tormenta de noche o hacía mucho frío, recibía la llamada telefónica de mi madre, su pregunta siempre era la misma: ¿estáis todos recogidos en la casa?

El pasado martes, día 29, al mismo tiempo que oscurecía, se abrieron los cielos en Valencia y el agua, que tanto necesitábamos, cayó como una maldición sobre las casas de miles de personas que vieron como sus vidas y las de sus vecinos se ponían en peligro.

“En mi país la lluvia no sabe llover, o llueve poco o llueve demasiado. Si llueve poco es la sequía, si llueve mucho es la catástrofe. ¿Quién llevará la lluvia a la escuela? ¿Quién le dirá como llover?…” (“en mi país la lluvia”) Raimon.

Recordé aquellas llamadas que solía hacer mi madre cuando puse la radio (que emitió en directo durante toda esa larga noche) y escuchaba a tantas y tantas personas angustiadas que querían saber dónde estaban sus familiares, si estaban seguros, si estaban “recogidos en casa”.

Pero estas preguntas no tenían respuesta. Valencia estaba completamente incomunicada, sin luz, sin teléfono, sin Internet. La noche del 29 de octubre de 2024 se convirtió en la noche oscura de los tiempos más remotos del hombre, esa que estaba poblada de miedo y de monstruos.

No pude seguir escuchando mucho tiempo el horror inenarrable de toda esta gente. La impotencia ante lo que estaba pasando me angustiaba de tal manera que me propuse olvidarme durante unas horas de esta tragedia. No lo conseguí y mis pensamientos volaban a esa oscuridad en la que el agua y el lodo se enseñoreaban como los amos de todo.

A lo largo de los días que han seguido al 29, he escuchado a menudo que esto ha pasado siempre, que la historia está llena de riadas (así las llamábamos antes) que arrasaban cultivos y casas, arrastrando enseres y ahogando a personas. Esto es verdad, en  nuestra memoria y las de nuestros familiares ha habido riadas importantes que marcaron una época.

Lo chocante es que no se haya aprendido nada de la historia para que, cuando la Naturaleza actúe no haya tanto riesgo. Todo lo contrario.  Las imágenes que hemos podido ver son impactantes y reveladoras: amasijos imposibles de coches taponando las calles; edificios construidos en cauces de ramblas que las fuerzas de las aguas han socavado hasta hacerlos caer; urbanizaciones nacidas al amparo del desarrollo inmobiliario descontrolado, desaparecidas …

No, no es hora de buscar culpables, pero sí es hora de actuar con responsabilidad. Como lo han hecho los miles de jóvenes voluntarios que no se lo pensaron dos veces antes de enfundarse las botas, armarse de palas y escobas, para ayudar, aunque sólo fuese con un abrazo o un vaso de agua a quienes están sufriendo de forma tan terrible. “¿Quién me rescatará de mis años de desinformación y desmemoria?” (“En mi país la lluvia”).

"En mi país la lluvia". Raimón.

                                                     

28 oct 2024

HABLEMOS DE LIBROS

 

Los libros siempre han sido buenos compañeros a lo largo de mi vida. Unas ocasiones para evadirme de la realidad incómoda, otras como fuente de aprendizaje. Hay momentos en los que leer me parece imprescindible para intentar comprender lo que sucede y por qué.

La mayoría de veces llego a un libro a través de otro, una lectura me lleva a la siguiente. En estos últimos tiempos mi curiosidad e interés me han hecho recorrer caminos nuevos como las obras del filósofo coreano Byung-Chul Han, su obra “No-Cosas, quiebras del mundo de hoy” la considero casi de “obligada” lectura “…los libros electrónicos no tienen rostro ni historia. Se leen sin las manos. El acto de hojear es táctil, algo constitutivo de toda relación. Sin el tacto físico no se crean vínculos.”

Los últimos dos libros que han llegado a mis manos, están escritos hace mucho tiempo. “Nosotros” del escritor ruso Evgueni L. Zamiatin es de 1921 y está considerado como la primera novela distópica, anterior a las famosas “Un mundo feliz” o “1984”. En la Unión Soviética no se publicó hasta 1988. La historia que se cuenta en esta novela es una feroz crítica a los regímenes totalitarios y se ve que (por lo que sea) se dieron por aludidos. “Nosotros” es completamente actual en el difícil momento que vivimos a nivel mundial. Las distopias que se tornan realidad.

El otro libro es “Reencuentro” de Fred Uhlman, 1977. La manera en que este título llegó a mí,  encierra parte de la magia que envuelve al mundo lector. Un día, escuchando  la radio, llamó mi atención la historia que contó una mujer. Dijo (más o menos) que se lo había regalado a su hija hacía tiempo y que esta le dio las gracias, cuando lo leyó, diciéndole que era la primera vez que la había tratado como una adulta. Mi interés no fue nada original, el título del libro se hizo viral y en horas fue uno de los más buscados en las librerías (yo también lo busqué), estaba descatalogado y era imposible encontrarlo. Días después, hablando con mi hija, comentábamos la anécdota y me dijo: “yo tengo ese libro, lo compré hace tiempo…”

Anécdotas aparte, es una pequeña obra maestra, en él se narra, con una hermosa delicadeza la historia entre dos amigos, uno judío y otro alemán, que evidencia las consecuencias del nazismo. “sencillamente, no le entraba en la cabeza la idea de que un ser humano cuerdo pudiera poner en duda el derecho que le asistía a ella de vivir y morir en ese país”

(aquí os dejo el programa "un libro, una hora" dedicado a dicha obra)

Por último quiero hablaros de uno de los libros que en estos momentos llevo entre manos, “La policía de la memoria” de la autora japonesa Yoko Ogawa. El título nos indica sobre lo que trata. La Memoria y su importancia. Su autora lo hace mediante la historia de una isla en la que cada día desaparece algo y también la memoria que de ello se tiene. “me pregunto que será del jardín de rosas. Señorita, no tiene por qué preocuparse de eso. Crecerán otras flores. Quien sabe, tal vez acabe convertido en un viñedo, o en un cementerio…”

 

8 oct 2024

EL OLOR DEL TIEMPO

 

“el olfato es el sentido más antiguo, el que primero se desarrolló” “los demás sentidos crean sensaciones, el olfato genera emociones”. Juan Luis Arsuaga

El campo en Alhama, cuando se acercaba el otoño, era un escenario lleno de actividad. Había que recoger las últimas frutas de la temporada. Quienes tenían parrales se apresuraban cortando la uva, con la vista siempre en el cielo ante las temidas tormentas de granizo que podrían poner en riesgo todo un año de trabajo.

La mayoría de hogares alhameños tenía algún vínculo campesino proveedor de las frutas y verduras que, llegando esta época del año, se recogían en abundancia y en plena sazón. Al llegar el final del verano las mujeres se afanaban en la elaboración de conservas y mermeladas.

No había cámaras frigoríficas que facilitasen su conservación con fines industriales, lo que no se consumía se aprovechaba para hacer productos que estarían en las cocinas y en las mesas a lo largo de los meses de invierno. En cada casa había costumbres diferentes, dependiendo de los gustos o de los frutos de los que disponían.

Era el momento de hacer conserva con aquellos tomates maduros que desprendían un olor tan peculiar, había quien los mezclaba con pimientos y otras verduras. En esta tarea colaboraba toda la familia, sobre todo a la hora de envasar los frutos en los recipientes, a lo largo del año, se iban guardando las botellas vacías que más tarde se utilizarían para este menester (aun tardarían en llegar a nuestras vidas los tarros con tapón de rosca). Con los tomates que no maduraban y quedaban pequeños en las tomateras, se hacían unos riquísimos tomates encurtidos.

Mi actividad preferida era cuando se hacían  mermeladas. En mi casa, mi madre, las hacía de melón (a la que añadía cáscara de limón), de albaricoque y de tomate. El olor que llenaba la casa, al cocer las frutas con el azúcar, es algo que nunca olvidaré.

Recuerdo el aroma que desprendía la mermelada de tomate y su sabor, nunca la probé en ningún otro sitio que no fuese la casa de mis padres. Últimamente la he visto en  supermercados y restaurantes, pero nada que ver. La mermelada de tomate tenía para mi algo de mágico, el tomate se asocia con guisos o ensaladas, sin embargo, al convertirlo en mermelada, se producía una especie de alquimia en la que el fruto protagonista por excelencia de nuestra ensalada diaria, pasaba a ser un postre delicioso. Mi madre elaboraba esta mermelada con tomates maduros pelados, azúcar y le agregaba un elemento esencial: unas hojas de malvarrosa. Lamento no recordar la proporción de ingredientes (si alguna vez la supe) las proporciones eran más fruto del saber hacer que de una receta escrita con medidas.

Esta época del año, Alhama se llenaba de olores irrepetibles, a los de las frutas maduras y mermeladas se sumaban los de las flores; madrugadoras, como los jazmines que caían de los jazmineros y sembraban los suelos de patios y jardines o la nocturna Dama de noche que desplegaba toda su fragancia al caer la tarde.

“La vida sería mucho más agradable si uno pudiera llevarse a donde quiera que fuera los sabores y olores de la casa materna” Laura Esquivel.

 "Si viene de la tierra"

 

 

17 sept 2024

EL CUERPO Y LA SOMBRA

 

“la luz destapa las grietas de las frentes de los güertanos que se doblan por un fruto amargo, amarillo limón, amarillo infancia, amarillo chacho como chilla la chicharra en los julios, donde se espesa el aire, cuando entornas los ojos y el calor atraviesa a los críos que van en cueros por las calles de los pobres…” Laura Sam

Las casas eran pobres pero frescas; por las mañanas, puertas y ventanas permanecían abiertas hasta que el sol comenzaba a calentar, entonces todo se cerraba y la penumbra resguardaba el hogar, cada uno tenía un rincón o un pasillo que era el más fresco, hacia corriente,  esos lugares y los patios se ocupaban a la hora de la siesta, se tendían mantas en el suelo para dormir, los críos y crías hacían como que dormían y durante el sueño de los mayores aprovechaban para inventar historias y hacer travesuras.

Apenas bajaba el sol, se volvían a abrir puertas y ventanas. Las calles comenzaban a recibir el refrescante rocío del agua que las  manos de las mujeres hacían salpicar, con manos expertas, desde un cubo de cinc. Las calles eran de tierra, al recibir ese regalo devolvían su fragante olor a tierra húmeda y caliente, los portales de las casas se iban llenando de sillas de anea en las que las vecinas se sentaban a compartir sus historias mientras, con hábiles manos, hacían labores: remendar alguna camisa o pantalón del marido, hacerle un piquillo alrededor de las servilletas que había comprado para renovar las que ya estaban demasiado usadas…, las más jóvenes elaboraban, con ilusión, el ajuar que algún día usarían en su propio hogar. Los abuelos que ya no trabajaban, aprovechaban esa hora de la tarde para hacer pleita con manos rudas y cansadas de campesino que se tornaban ligeras como palomas mientras tejían esa labor.

Las calles se llenaban de vida al caer la tarde, los críos jugaban a mil cosas inventadas que casi siempre les hacían volver a casa con alguna rodilla raspada, las madres curaban estas heridas con un chorro de agua oxigenada, los niños seguían jugando y las madres volvían a su tarea.

Cuando llegaba la noche, se recogían las labores y las mujeres entraban en casa a preparar la cena para la familia. Los hombres llegaban del trabajo o de la taberna y ocupaban las sillas que habían quedado vacías, esperando. Era habitual que la cena se hiciese también en la calle, sobre la mesa no faltaba una ensalada con los productos que el padre había recogido en el campo, el plato de frito de berenjenas, pimientos y tomates, la hogaza de pan y algún embutido; el porrón de vino y la cántara de agua.

Tras la cena se reanudaban las conversaciones entre vecinos, los niños terminaban durmiéndose en el regazo de las madres o en cualquier portal hasta que llegaba la hora de dar las buenas noches e irse a dormir. Las calurosas noches se acompañaban de abanicos y ventanas abiertas.

Ahora veo las calles de mi pueblo desiertas, los bloques de pisos con vecinos que apenas se conocen, aparatos de aire acondicionado que vomitan más calor sobre la calle de asfalto ya caliente a cambio de fresco inmediato en los edificios llenos de pantallas. Los cuerpos, agotados por el trabajo y el agobiante calor han perdido la memoria para encontrar la refrescante sombra.

El cambio climático es una realidad producto de un cambio en las formas de vida. Cada año los veranos son más cálidos y, a la vez, nuestros cuerpos lo soportan menos.

"la voz de los poetas"

                                                 " 

3 sept 2024

¡QUÉ ELEGANCIA, LA DE FRANCIA!

 

3 millones de españoles, emigraron durante los años 50, 60 y 70

Venían con pequeños regalos que para los mayores eran de lo más  refinado: café auténtico (aquí se tomaba achicoria), chocolate de verdad, queso, colonia… a veces juguetes que nos parecían mágicos; entonces, los niños, poco sabíamos de otros juguetes que no fuesen las rudimentarias muñecas y balones.

Los emigrantes españoles en Francia, solían venir a ver a la familia por Navidad, una vez terminada la temporada de vendimia. Llegaban contentos y presumiendo de lo bien que se vivía allí, lo buenos que eran los patrones y lo bien pagado que estaba el trabajo. ¡Cuántas viviendas españolas se pagaron con ese dinero! Cuando llegaba la hora de volver a irse, la tristeza sustituía a la alegría.

Hubo un tiempo en que nosotros también fuimos emigrantes. Casi todas las familias más pobres tenían alguien fuera de España trabajando (otros estaban por motivos políticos, esos no podían venir ni de visita). Francia fue durante años el destino y el asilo de muchos españoles.

En esos años los sentimientos hacia el país vecino estaban divididos, por un lado había admiración por su sociedad progresista que comparada con la nuestra nos dejaba a la altura del betún, tanto en lo cultural como en lo económico, (España era un país “En vías de desarrollo” según decían los libros de texto de la época), por otro lado había un cierto poso de rencor mezclado con servilismo, nacido de esa necesidad no deseada de tener que abandonar el propio país para poder comer.

Años más tarde, con el inicio de una cierta apertura política y social propiciada por las presiones políticas de los gobiernos europeos, llegó el turismo, y España se convirtió en un destino barato para que viniesen de vacaciones aquellos que habían recibido a nuestros emigrantes y asilados. Entonces pudimos ver en directo el refinamiento y la superioridad de aquella sociedad idealizada. La brecha social era patente, una España desmantelada culturalmente y de mentalidad cerrada por el miedo, chocaba con los aires frescos de minifaldas, pelo a lo garçón, cigarrillos y canciones que sonaban a algo llamado Libertad.

La llegada de la Democracia, trajo de vuelta a España a algunos de los que tuvieron que irse por motivos ideológicos, pero a la mayoría el cambio no les llegó a tiempo. Muchos de los trabajadores emigrantes  tampoco volvieron de forma definitiva, los hijos habían echado raíces en aquel país.

En este verano que Francia, sobre todo Paris y sus Juegos Olímpicos, han sido los protagonistas de las noticias junto con la llegada masiva de inmigrantes a nuestro país, he vuelto a pensar en aquellos años no tan lejanos y sin embargo desconocidos para las nuevas generaciones.

Me doy cuenta de lo débil y selectiva que es la memoria, lo pronto que olvidamos la historia, que nos creemos superiores por haber nacido en un lugar y no en otro, como si eso tuviese algún mérito. Los lugares no importan, las personas sí.

La ceremonia de inauguración de los JJOO me pareció una representación simbólica del mundo en que vivimos. Toda la parafernalia imaginaria, un batiburrillo de actos incoherentes, atravesada por un verdoso Sena demasiado real. La antorcha olímpica, suspendida en el aire.

"Le métèque" ( el extranjero) Moustaki





 

 

20 ago 2024

VERANO AZUL

 

Siento un placer casi infantil cuando comienzo a escribir en una libreta nueva. Esa primera página es como el inicio de un proyecto o  la lectura de un libro, no sabes que te espera después de empezar. Me gusta comprar, cuando encuentro un cuaderno bonito, otras veces busco uno con la excusa de escribir cualquier cosa. Por mi casa tengo muchos desperdigados y, la mayoría de las veces, cojo cualquiera de ellos sin orden ninguno para anotar lo que se me ocurre o simplemente para no olvidar algo (sé que lo que escriba seguirá allí).

Creo que este es uno de los recuerdos infantiles que sigo materializando. Siempre que escribo en una primera página vienen a mi memoria aquellos cuadernos escolares. Cada niña teníamos un solo cuaderno que íbamos rellenando día a día con las diversas tareas que mandaba la maestra, primero se ponía la fecha y luego lo que tocara: lengua, matemáticas, dictado, cuentas, redacción, copiado, etc...En la clase había un cuaderno/diario en el que también se escribía lo que se hacía; cada día lo escribía una alumna diferente. Cuando me tocaba esta tarea, ponía todo mi cuidado en no hacer borrones, escribir con una letra clara y sin faltas de ortografía.

Después de muchos años, retomé mi afición por estudiar y escribir, recuerdo que para el primer trabajo que tuve que hacer pedían, específicamente, que había que presentarlo escrito a ordenador y enviarlo por correo electrónico. Me costó entender esta forma de hacer las cosas, por eso siempre imprimía una copia para guardarla yo (por si las moscas).

Me sigue gustando escribir a mano, tener una agenda de papel y tomar notas. Ver las palabras escritas por mi mano me da una tranquilidad que no siento cuando escribo en el ordenador.

Las nuevas tecnologías y en general todo lo relacionado con ellas, me producen sentimientos encontrados, de un lado me atraen, soy curiosa por naturaleza y lo nuevo me llama la atención; reconozco las facilidades que nos procuran, en algo tan pequeño como un móvil puedes llevar la agenda, documentos personales, puedes escuchar música e incluso ver películas. Por otro lado me generan una absoluta desconfianza, más aún cuando, poquito a poco, para casi todo, hay que depender de ellas. Hemos puesto nuestras vidas en sus manos sin apenas darnos cuenta. Datos personales, cuentas bancarias, billetes de tren o avión, expedientes académicos… todo existe de forma virtual y cada vez menos de forma física.

Mi desconfianza se vio acrecentada el pasado viernes 19 de julio, cuando todo el mundo entró en pánico al ver en los ordenadores la llamada “Pantalla azul de la muerte”, esa señal que indica un fallo en el sistema del “Amo” Microsoft. Millones de pantallas se tiñeron de azul y se hizo imposible que empresas de todos los países, administraciones públicas, transportes, hospitales etc. pudiesen funcionar con normalidad. Fue muy chocante ver cómo, en aeropuertos atestados de turistas, las asistentes rellenaban, a mano, justificantes de vuelo para los desconcertados pasajeros que mostraban su asombro. 

El caos digital hizo que muchas personas volviesen a escribir con su puño y letra, a algunas otras nos dio por pensar que habría pasado si ese color azul hubiese sido irreversible.





29 jul 2024

INVASIONES

 

viñeta de "El Roto"

La globalización mediática hace que, a menudo, nos veamos invadidos por noticias que traspasan las costuras de nuestro día a día, ante las que no hay forma humana de protegerse. Hace unas semanas fue Taylor Swift quien se coló en nuestras vidas por tierra, mar y aire. Cualquier medio de comunicación al que prestases atención, la nombraba. Yo he de reconocer que no tenía ni idea de quien era, hasta ese momento. Cuando lo supe tampoco me interesó y no llegué a comprender tanta euforia desatada.

El domingo, 14 de julio, amanecimos con la noticia de un atentado al candidato republicano a la presidencia de los EEUU, Donald Trump, mientras daba un mitin en Butler, Pensilvania. La imagen del afectado echándose mano a la oreja y apartándola manchada de sangre, empezó a viralizarse e invadió todo espacio informativo o de opinión. A mí me recordó la imagen de un prestidigitador que llevaba ya la sangre en las manos antes de llevársela a la oreja.

La campaña electoral americana, por primera vez en muchos años, no me causa interés. Decidir entre una persona enajenada y otra senil, me parece la más cruel metáfora de lo que es el país en el que, hasta hace nada, nos mirábamos más de medio mundo.

Ese mismo domingo, en nuestro país, se agolpaban los eventos noticiables. Jugaban la Roja y Alcaraz. Ganó el murciano y también la Selección. Estas noticias ya invadían cualquier espacio desde hacía días, creando un fervor inusitado entre la mayoría de la gente, todo fue apoteósico cuando las expectativas se materializaron en sendas victorias.  Perdonad si no siento especial emoción ante ellas salvo por aquello de que sus protagonistas son españoles.

Todos estos sucesos me dan qué pensar. No deja de ser paradójico que en el país que más armas hay en manos de particulares, el representante político que defiende esa opción, sea agredido por un joven de 20 años que poseía un rifle. La verdad tardará en saberse ya que el atacante fue abatido por el servicio secreto.

Otra paradoja es la victoria de una selección de fútbol formada por personas de diversas nacionalidades, selección de un país, el nuestro, en el que apenas unos días antes, la alianza de las derechas se fracturó por culpa de la decisión aceptada por los partidos mayoritarios, de admitir la entrada en España de “menas”. Me pregunto si la bandera que ondeaba el domingo en todos lados, no es la misma que la que esgrimen quienes no quieren extranjeros en nuestro país.

Como si de una realidad paralela se tratase, otras cosas han ido pasando, de tapadillo, durante ese fin de semana tan trepidante. En nuestro país, cinco mujeres han sido asesinadas víctimas de la violencia de género. En la franja de Gaza un nuevo ataque aéreo israelí causa 141 muertos y más de 400 heridos.

No puedo dejar de pensar que, por mucho que se quiera mostrar el triunfo de la selección como un triunfo de la igualdad social y la justicia, estamos mintiendo a los millones de desfavorecidos que se identifican con sus mitos del fútbol pensando que su vida puede llegar a  ser igual. También considero injusto que la oreja de una persona sea más importante que la vida de tantos.

 

 "Bandera Blanca" Franco Battiato