10 ene 2025

MARIPOSAS AMARILLAS Y TÓRTOLAS DE SAL

Una semana cualquiera de hace 50 años, el repartidor de Círculo de Lectores me llevó a casa la esperada novela de García Márquez “Cien años de soledad”. Esa misma semana fui castigada sin salir con mis amigas por alguna razón que para mí era a todas luces injusta. La confluencia de estos dos sucesos hizo que Macondo se convirtiera en mi refugio durante dos intensos días en los que no fui capaz de despegar la mirada de las páginas del libro, sólo para dormir, hasta terminar su lectura.

Fue la primera de otras muchas, ahora estoy en una de ellas. Desde que supe que se iba a hacer una serie de esta historia siento inquietud como si tratase de mí y me preocupa el resultado. Cien años de soledad me han acompañado a lo largo de casi toda la vida. En la actual sociedad de la imagen emergen  paisajes y personajes que no sé si tendrán algo que ver con los que habitan mi imaginación.

Me parece casi poético este resurgir apasionante de la novela más mágica,  justo cuando el mundo gira desbocado; tampoco en él  reconozco muchas de las imágenes que, a diario, asaltan mi serenidad.

El “realismo mágico” (¡que expresión más preciosa!), tiene un espejo que lo refleja en la novela española, “La Península de las casa vacías” de David Uclés. Desde que empecé a leerla no pude evitar viajar una y otra vez desde Jándula, donde vive la familia de Odisto, al pueblo de los Buendía a pesar de no parecerse, aparentemente, en nada. En ambas, sin embargo, se entremezclan lo mágico y lo real llevando al lector por caminos y sensaciones inusuales.

La península de las casa vacías ha sido un gran descubrimiento para mí, por el tema que trata, los años en los que transcurre la historia y la zona geográfica donde se desarrolla. Aquí no aparecen mariposas amarillas pero si tórtolas de sal.

En ambas novelas la lluvia tiene una presencia importante, en Macondo llovió durante cuatro años, once meses y dos días y durante este tiempo ocurren cosas terribles. En la Península de la novela de Uclés llovió tanto que se aplicó la Ley Queda por la que se detenía el conteo de los días hasta que amainara “esta es la razón por la que en los libros aparece que aquel aguacero se dio solamente en la madrugada del 14 de julio…..cuando en realidad duró 28 días…”. En las dos obras, la lluvia sirve de cortina tras la que pasan otras cosas. 

La llegada de las compañías bananeras en una y la Guerra civil en la otra, son el lienzo donde  se dibujan historias que narran la transformación de una sociedad. Todo ello velado por el, muy necesario, realismo mágico.

Siento que ahora, igual que en Macondo o Jándula, vivimos un momento crucial. Quizás aquí el detonante haya sido la pandemia global que nos dejó (como la lluvia de Paiporta) el fango pegajoso adherido a lo cotidiano hasta el punto de que, a veces, resulta desconocido.

Os deseo a todos una buena Navidad y espero que nos volvamos a leer en 2025.

Alhama de Murcia, 17 de diciembre del año 2024.


 

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