“Mi destino ya no es un lugar si
no una nueva forma de ver” (Marcel Proust)
Alguna vez he comentado que,
desde hace un tiempo y de vez en cuando, hago cura de desintoxicación de
medios. Para tomar distancia y tener una perspectiva propia. Lo cual no significa
que esté desinformada, sino que procuro alejarme de los medios audiovisuales
convencionales y de algunas redes sociales.
Ahora estoy en una de esas etapas.
Tomé la decisión cuando vi en televisión la primera noticia sobre la llamada “viruela
del mono”. Después de dos años de una continua invasión de imágenes y noticias
sobre el coronavirus, cuando llegamos a una cierta tranquilidad, llegó la
guerra en Ucrania y con ella una nueva inquietud, un nuevo miedo que, después
del impacto y sus consecuencias, también ha pasado a un segundo plano. A los
pocos meses otro virus, otro miedo, este proporciona, además, imágenes
terroríficas de los cuerpos afectados. Así
que decidí que no tenía más ganas de enfadarme y preocuparme por cosas que se
me escapan.
El miedo es el arma de control de
masas más efectiva, es también el caldo de cultivo ideal para que las
ideologías totalitarias se reproduzcan. Siempre aparece un “otro” culpable del
que hay que protegerse o defenderse mediante medidas que suelen poner límites a
las libertades del individuo. Los medios de comunicación en su mayoría son
cómplices indispensables, encargados de repetir y repetir una y mil veces el
peligro y la solución. Internet con su capacidad de difundir en segundos, noticias
verdaderas y falsas, es el medio por excelencia en la globalizada sociedad
actual.
Muchas veces el miedo ha ido
ligado al terrorismo: Eta,11S, 11M, y los más recientes atentados en ciudades como
París o Barcelona. Ahora el miedo va relacionado con la salud, la inseguridad y
la economía: miedo al contagio, miedo a la pobreza, a perder el empleo, a
perder tu casa, a la delincuencia…Esto consigue convertirnos en personas
conservadoras y temerosas que se arriman a aquel que les prometa “seguridad”
ante cualquier enemigo que represente la amenaza de turno.
Es en ese entorno impasible donde
ahora mismo nos encontramos, con una ausencia importante del espíritu crítico y
bastante desinterés por lo que realmente nos afecta. La situación actual nos va
llevando paso a paso a una cierta parálisis social.
Pienso que por nuestra salud y en
defensa de nuestros derechos como seres humanos es imprescindible, hoy más que
nunca, hacer, crear, trabajar, conversar, soñar, vivir, construir… ¡Hay tantas
cosas por hacer!, las cosas pequeñas, aunque parezcan insignificantes, son las
que consiguen logros duraderos.
“El amor ahuyenta el miedo, y
recíprocamente, el miedo ahuyenta al amor. Y no sólo al amor, el miedo expulsa
también a la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de belleza y de verdad,
y sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del
hombre la humanidad misma” (Aldous Huxley).
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