21 may 2022

MALA MADRE



                                           

Las mujeres de mi familia me han enseñado a amar las plantas, todas ellas han tenido (mis abuelas) y tienen (mi madre, mis hermanas y mis tías) muy buena mano para cuidarlas. Es una de las aficiones que tengo más limitada, la falta de espacio hace que tenga algunas en el balcón y unas pocas de interior.

Doy mucha importancia al origen de ellas. Tengo dos que proceden de cada una de mis abuelas, las dos tienen para mí un significado especial. La de mi abuela Mercedes me gusta mucho, casi no echa flores, sus abundantes y fuertes hojas son de un intenso color morado, se puede tener dentro de casa, pero entonces se vuelve completamente verde, nunca supe su nombre. La de mi abuela Isabel es de aspecto frágil y esbelto, se asemeja a pequeñas palmeras (así la llamábamos) y da al lugar donde está, un cierto aspecto de oasis; esta es una de las plantas que más me recuerda mi infancia. Retoños de plantas de mi madre son casi todas las otras que tengo; muchas veces, cuando la visito, me vengo con el tallo de alguna para ver si consigo que pegue.

Cómo llamamos popularmente a las plantas que crecen en nuestros hogares no tiene nada que ver con su nombre científico (que ni sabemos), por ejemplo, la conocida “billetes verdes” que aseguran trae la prosperidad a la casa, o la contraria “ruina” la planta de flores pequeñitas que amenaza con lo que su nombre indica.

A propósito de las plantas y sus nombres, hace poco me enteré de algo que no sabía y que llamó mi atención: cómo se denomina en muchos lugares a la que siempre he conocido como “cintas”. Pues bien, a esta planta se le llama también “Mala madre” y hay todo un argumento que, al parecer, justifica su nombre.

Esta mata, a la hora de reproducirse no lo hace con brotes o retoños que surgen alrededor de ella, sus “hijos” nacen al final de una ramita que sale de ella y actúa como una especie de cordón umbilical mediante el que alimenta a las nuevas plantas; pero, conforme va pasando el tiempo, la ramita que une a la nueva planta con la planta madre, se va alargando y endureciendo por lo que los nutrientes llegan cada vez con más dificultad.

Para que la nueva planta crezca tendrá que ser trasladada a otro lugar. Si la planta original está en el suelo podemos comprobar como las nuevas plantitas enraízan en el suelo independizándose de la madre. Cuando esto ocurre se pueden ver hermosos tapices de plantas independientes, aunque manteniendo un vínculo con su origen. (hace muy poco vi uno de estos casos en el jardín de una casa de nuestro pueblo)

La historia de este nombre popular para las “cintas” me ha parecido de lo más curiosa, comprobando como las costumbres y creencias arraigadas se reflejan en muchos aspectos de la vida, en este caso la jardinería. Habría que hacer justicia botánica y llamarla “Buena Madre”, porque nutre a sus hijos hasta que pueden vivir por sí solos y, poco a poco, va soltando las riendas, permitiendo de esta manera que busquen su propio sitio donde crecer y desarrollarse plenamente.

 (Artículo publicado en el número 1.245 del periódico Infolínea) 


"L'arbret". Lidia Pujol y Maite Martín.

                                           

                                                           "L'arbret": El arbolito. Letra.

                                                      "Hay un arbolito cerca del camino,

                                                                      inclinado hacia el suelo.

Del árbol todos los pájaros vuelan bien lejos:
Tres al norte, tres al oriente y otros hacia el sur,
abandonándolo al mal tiempo.
Y a mi madre yo le digo:
ahora no me atormentes porque madre
de una vez en pájaro me transformo.
Quiero subir al arbolito y quiero acunarlo
durante todo el invierno y más,
con una canción.
Y la madre dice al hijo mientras sus ojos lloran
ay¡¡¡¡ dios mío señor!!!
que te helarás estando encima del arbolito.
Y a mi madre yo le digo,
a sus ojos preciosos,
no importa que venga el frio
quiero volverme pájaro.
y la madre llorando mucho
Toma ¡Dios mío, señor, toma esto,
este pañuelo para que no te enfríes.
los zapatos están aquí,
que mal invierno llega,
tápate con esta sábana.
No me hagas sufrir,
coge también el abrigo de invierno
que has perdido la cabeza,
que a lo mejor quieres ser invitado entre los que reposan?
Levanta el ala, todo el peso;
muchas, demasiadas cosas
y la madre ya ha vestido al pequeño pájaro.
Con tristeza miro los ojos de mi madre,
su amor no me ha dejado convertirme en pájaro.
Hay un arbolito cerca del camino. inclinado hacia el suelo,
del árbol todos los pájaros vuelan bien lejos"
 
                

 

 

 



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