Cuando escucho o leo algo sobre
los bancos (entidades bancarias), siempre recuerdo la película Mary Poppins,
concretamente la escena que transcurre en el “Banco de la confianza”, lugar
donde trabajaba el señor Banks. Animados por su niñera, los hijos del señor
Banks quieren gastar dos peniques comprándole comida para las palomas a una
anciana mendiga que siempre estaba en las escaleras de la catedral. El padre
(que sólo sueña con ascender en su puesto de trabajo) cree que gastar dinero en
migas de pan es malgastarlo y que estaría mucho mejor empleado si lo invierten
en acciones del “Banco de la confianza”. de esta manera serian un poco dueños
de un montón de cosas: “trenes en África, muchos trasatlánticos, canales donde
se cobra por pasar…. El director del banco es testigo de esta escena y como
premio a tan ejemplar empleado, lo asciende en su trabajo “En el banco siempre
aumenta el capital, hay que saber hacer fortuna, cuesta poco empezar…”.
Hace unos días me contaron algo
que pasó en una entidad bancaria. Un cliente de dicho banco tenía que realizar algunas
gestiones en la misma, después de esperar turno en una interminable cola, le
llegó el momento de ser atendido. Cuando dijo que quería sacar dinero de su
cuenta le dijeron que eso había que hacerlo por uno de los cajeros automáticos.
El cliente era un hombre de edad avanzada y dijo que el nunca había utilizado
un cajero, que la tarjeta la usaba sólo cuando iba con su mujer a comprar al
Mercadona. Entonces el empleado del banco le escribió, muy amablemente, en una
hoja de papel, los pasos a seguir para utilizar el dichoso cajero. El cliente
miraba el papel en cuestión como hubiese mirado un mensaje lanzado por una nave
alienígena. Con resignación se dirigió hacia una de las máquinas, donde también
tuvo que hacer cola; cuando consiguió acceder al lugar estuvo más de veinte
minutos peleando con el papel que tenia en la mano y la máquina que tenía
enfrente, al final se dio por vencido y resignado, pero también avergonzado de
no saber, se dirigió hacia la salida “luego le diré a mi hija que venga ella
que entiende de esto”.
Quien me contó esto dice que le
hervía la sangre mientras observaba la escena, otro cliente de los que
esperaban dijo: “Nos obligan a ser clientes de los bancos, nos cobran por ello
y ahora tenemos nosotros que hacer su trabajo y casi pedir permiso para poder
hacer lo que queramos con nuestro dinero”.
Al parecer los bancos como “El
banco de la confianza” que se ofrecían a guardar y multiplicar nuestro dinero,
una vez que se han vuelto imprescindibles, se han convertido en los Amos de
nuestras vidas. Ahora no podemos elegir entre “dar de comer a las palomas” o
utilizar los bancos. Con un agravante, están desapareciendo como edificios
físicos para convertirse en entes digitales a los que una gran parte de la
población sigue sin tener acceso.
El señor Banks eligió dejar el
banco y acompañar a sus hijos a volar cometas en el parque y comprar migas de
pan para las palomas.
Circula por Internet una campaña de recogida de firmas: “SOY MAYOR PERO NO IDIOTA”, a favor del trato humano de los bancos a las personas mayores, que suscribo sin reservas. https://chng.it/Mr7GkC7YCv
"comida para los pájaros"
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