El miércoles de la semana pasada, me puse la tercera dosis
de la vacuna contra el covid19. Es la primera vez que he ido a una vacunación
masiva, la franja de edad iba de los 60 a los 70 años de edad. En las personas
que estábamos allí, se notaba una cierta incomodidad. “Hacen con nosotros lo
que quieren” “De algo hay que morir”, me daba la impresión de que muchos no
iban convencidos del todo.
Cuando estábamos en pleno auge de la pandemia y los muertos
se contaban por cientos, cada día. Cuando se anhelaba una vacuna más que nada,
en todo el mundo, nunca se me ocurrió pensar que, una vez que la tuviésemos,
habría gente que se negaría a ponérsela. Muchos de quienes ponían el grito en
el cielo porque no había remedio para algo tan desconocido, ahora dicen que el
remedio ha venido demasiado pronto.
“El ser humano es raro, lo dicen los expertos, por un lado,
tan simples, por otro tan complejos…” Los Cucas.
¿Imagináis que
quienes sufrieron la Gripe Española (si hubiesen tenido los avances actuales) habrían
dicho: “ no, no quiero protegerme, parece que esto es un plan para que pasemos
por el aro..”? o a los infectados de tuberculosis del sanatorio de Sierra Espuña negándose a recibir antibióticos
Ahora vivimos una sociedad lo suficientemente avanzada para
que, en un tiempo récord, se hayan podido crear varias vacunas contra la
pandemia que aún asola gran parte del mundo. A mi me parece de una tremenda
insolidaridad y de una gran soberbia, despreciar un bien que no sólo nos
protege a nosotros sino a todos los demás. Cuando, además, se nos procura el
beneficio de forma gratuita.
La mayoría de países de África no tienen acceso a vacunarse.
51 países no han llegado aún al 10% de personas vacunadas. Sin contar que hay
lugares de los que ni siquiera hay datos. El otro día escuché a un experto
decir que la tercera dosis, en los países avanzados, podría llamarse la dosis
del egoísmo, cuando quedan tantos millones de personas en el mundo sin poder
vacunarse. “La OMS pide a los países ricos donar más dosis a los países pobres
antes de vacunar a poblaciones menos vulnerables”.
Los virus utilizan seres que no están inmunizados para poder
evolucionar e ir cambiando, es por eso la necesidad de que todo el mundo esté
vacunado.
¡Qué paradoja! En los países ricos hay gente que no quiere
vacunarse y en los pobres ni siquiera pueden elegir.
A quienes decían el miércoles pasado “de algo hay que morir”
yo les diría que al contrario “de algo hay que vivir” y si lo tenemos a nuestro
alcance debemos utilizarlo, por solidaridad y responsabilidad.
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