21 sept 2021

FAHRENHEIT 451: la temperatura a la que el papel de los libros se inflama y arde.

                                           

La semana pasada hablaba de los cambios, de todo lo que ha pasado a ser “incorrecto” o las modificaciones que está sufriendo lo cotidiano. Hasta cierto punto puedo aceptar, con reservas, algunas de ellas, sobre todo las relacionadas con el lenguaje inclusivo, las acepto, pero ni las comparto ni las utilizo, creo que son un impedimento más a la hora de entendernos.

Hay otras cosas que no soy capaz de entender ni de aceptar. Hace unos días leí una noticia que me produjo escalofríos. Al parecer, en Ontario, Canadá, se realizó en 2019 (aunque la noticia ha trascendido ahora) la quema de 4.716 copias de 155 libros infantiles llevada a cabo por la “Junta Escolar Católica Providence”, cuya dirección consideró que el contenido de estas obras era “obsoleto e inapropiado” hacia los indígenas. El Ministerio de Educación de Ontario participo en dicha aberración, aunque no en la selección de los títulos.

Entre los libros que fueron reducidos a cenizas están los comics de “Tintín en América” (a los indios se les llama “Pieles rojas”), los de “Asterix en América”, Lucky Luke, Pocahontas (por una supuesta sexualización de la mujer). “Desarrollan lo que se llama salvajismo sexual, una imagen de las mujeres nativas como mujeres fáciles” dijo la supervisora de la ceremonia Suzy Kies, “Pocahontas es muy sensual y sexual, para nosotras las nativas, es muy peligroso”.

Esta señora se autodenomina “guardiana del conocimiento” y dice “no estamos tratando de borrar la historia estamos tratando de corregirla”. También han sido “retirados” los ejemplares del libro “Los esquimales” por ser una denominación peyorativa de los inuit. Según argumentan quienes han tomado esta decisión la mayoría son libros escritos por europeos sin tener en cuenta la perspectiva indígena. Convirtieron el acto en una ceremonia de purificación simbolizada en la hoguera donde se quemaron los libros, con todos los niños de las escuelas como público.

No sé qué opinareis vosotros, pero a mi acciones como esta, que ha pasado casi desapercibida, me asustan un poco por lo que significan. En esta ocasión fue un acto contundente y visible con hoguera incluida, pero acciones de censura se están llevando a cabo, por una u otra razón, en muchos lugares. Hace poco en una escuela de Barcelona se censuraba “Caperucita roja”, “La bella durmiente” o “La leyenda de San Jordi” entre otros 200 títulos por no estar escritos desde una perspectiva de género.

Quienes sufrimos la censura franquista, que aún perdura en algunos libros, sabemos que censurar no sirve de nada, todos leímos o escuchamos, a escondidas, los libros y canciones prohibidas (al deseo de saber no se le puede poner puertas). Quienes están llevando a cabo estas cruzadas intelectuales han leído todos los cuentos, esos que al parecer no están escritos correctamente y cada cual ha cogido de ellos lo que ha creído conveniente.  

Considero necesario que los libros de Historia reflejen la verdad y que los niños aprendan sin ningún adoctrinamiento, por eso la Literatura Universal en la que están incluidos los Cuentos Tradicionales, merece respeto porque es parte de nuestra Historia.  Podemos (y debemos) transformar el futuro, no tergiversar el pasado.

“Cuando muere, todo el mundo debe dejar algo detrás. Un hijo, un libro, un cuadro, una casa, un jardín plantado. Algo que tu mano tocará de un modo especial, de modo que tu alma tenga algún sitio a donde ir cuando tú mueras, y cuando la gente mire ese árbol o esa flor que tú plantaste, tú estarás allí.” Ray Bradbury. “Fahrenheit 451”

                                               


  (Artículo publicado en el número 1.213 del periódico Infolínea)

No hay comentarios:

Publicar un comentario