Hace unas semanas era la
alcaldesa de Barcelona, doña Ada Colau, quien comunicaba su abandono casi total
del uso de las redes sociales. Ahora ha sido la ministra de trabajo, doña
Yolanda Díaz, quien ha puesto en conocimiento de todo el mundo que, por consejo
médico, tenía que apartase de la vida pública ante el riesgo de quebrarse
(colapsar) por el estrés.
Estas dos decisiones que pueden
parecer banales me parecen de bastante importancia. Que dos figuras de
relevancia hayan sido lo suficientemente valientes para decir que “todo no se
puede” creo que es una buena señal.
Claro está que no solo sufren
acoso mediático los políticos, estoy segura de que esto le ocurre a muchísima gente
a niveles diferentes. Lo importante es saber salirse.
Que el estrés planea sobre la
mayoría de los trabajadores y trabajadoras, es una realidad, más aún ahora que
vivimos un tiempo incierto. Lo importante es saber parar.
Esto no es fácil de hacer, a veces
no sabemos parar. Consideramos una debilidad decir “no puedo”, (pasa mucho a
las mujeres que en el afán igualitario parece que necesitamos demostrar lo
fuertes que somos, asumiendo responsabilidades, las nuestras y las de otros, o
acumulando tareas para no decir “yo no puedo más”).
Otras veces ocurre que, en el
fondo, nos creemos imprescindibles, que sin nosotros las cosas no funcionarán.
La mayoría de estas veces lo mejor para que todo vaya bien (sobre todo para uno
mismo) es tomar distancias y ocupar otros lugares.
Hubiera sido muy fácil para doña
Yolanda dar cualquier otra razón, al fin y al cabo, es ministra y hemos visto a
otros ministros decir cualquier cosa, sin embargo, ella ha tenido la fortaleza
de mostrarnos su debilidad, de decirnos que hay que escuchar a nuestro cuerpo
cuando este nos dice que es la hora de decir “hasta aquí”.
Nadie es imprescindible. La
pandemia (de la que, por fin, estamos saliendo) y los muertos que ha dejado
tras de sí, nos lo ha dejado bien clarito. Aprender a reconocer nuestra
fragilidad, saber cuando cambiar de tercio, apoyarse en los demás cuando uno no
de más de sí, saber pedir ayuda sin considerarlo un menoscabo de la fortaleza
personal si no todo lo contrario; incorporar a nuestra vida cosas que nos ayuden
a ser más fuertes y más humanos.
Lo flexible es mucho más difícil
de romper que lo rígido y estático. Ya lo decía el Dúo Dinámico en esa canción
que nos inundó hace un año “ser como el junco que se dobla, pero siempre sigue
en pie”. Lo rígido se quiebra con facilidad ¿Cuántas veces hemos visto,
asombrados, como personas que parecían duras y fuertes, se han roto?. Creo que,
en lo colectivo, está la salvación de todos nosotros. Ser flexibles, cooperar y
llegar a acciones consensuadas con los demás para conseguir beneficios que, muy
difícilmente, conseguiremos de forma individual.
Escuchaba, en una entrevista, a
don Iñigo Errejón decir estas sabias palabras: “…eso de que basta con
pensamiento positivo, actitud positiva y puedes todo lo que te propongas, en realidad
es una fábrica de infelicidad. Claro que existen límites, se trata de
superarlos colectivamente, pero tú por mucho que te lo propongas, leas
autoayuda y salgas todos los días dispuesto a comerte el mundo, no puedes…..si
no se les da a la gente medidas para superarlo, lo que fabricas es infelicidad.
-Lo puedes tener todo, luego si no lo tienes algo habrás hecho mal- …”
Un amigo de Facebook me
recordaba, a raíz de esto, las palabras de don Julio Anguita “El mayor logro
del Capitalismo es hacernos creer que los pobres tenemos la culpa de serlo”
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