9 jun 2021

EN PAUSA.


Hace unas semanas era la alcaldesa de Barcelona, doña Ada Colau, quien comunicaba su abandono casi total del uso de las redes sociales. Ahora ha sido la ministra de trabajo, doña Yolanda Díaz, quien ha puesto en conocimiento de todo el mundo que, por consejo médico, tenía que apartase de la vida pública ante el riesgo de quebrarse (colapsar) por el estrés.

Estas dos decisiones que pueden parecer banales me parecen de bastante importancia. Que dos figuras de relevancia hayan sido lo suficientemente valientes para decir que “todo no se puede” creo que es una buena señal.

Claro está que no solo sufren acoso mediático los políticos, estoy segura de que esto le ocurre a muchísima gente a niveles diferentes. Lo importante es saber salirse.

Que el estrés planea sobre la mayoría de los trabajadores y trabajadoras, es una realidad, más aún ahora que vivimos un tiempo incierto. Lo importante es saber parar.

Esto no es fácil de hacer, a veces no sabemos parar. Consideramos una debilidad decir “no puedo”, (pasa mucho a las mujeres que en el afán igualitario parece que necesitamos demostrar lo fuertes que somos, asumiendo responsabilidades, las nuestras y las de otros, o acumulando tareas para no decir “yo no puedo más”).

Otras veces ocurre que, en el fondo, nos creemos imprescindibles, que sin nosotros las cosas no funcionarán. La mayoría de estas veces lo mejor para que todo vaya bien (sobre todo para uno mismo) es tomar distancias y ocupar otros lugares.  

Hubiera sido muy fácil para doña Yolanda dar cualquier otra razón, al fin y al cabo, es ministra y hemos visto a otros ministros decir cualquier cosa, sin embargo, ella ha tenido la fortaleza de mostrarnos su debilidad, de decirnos que hay que escuchar a nuestro cuerpo cuando este nos dice que es la hora de decir “hasta aquí”.

Nadie es imprescindible. La pandemia (de la que, por fin, estamos saliendo) y los muertos que ha dejado tras de sí, nos lo ha dejado bien clarito. Aprender a reconocer nuestra fragilidad, saber cuando cambiar de tercio, apoyarse en los demás cuando uno no de más de sí, saber pedir ayuda sin considerarlo un menoscabo de la fortaleza personal si no todo lo contrario; incorporar a nuestra vida cosas que nos ayuden a ser más fuertes y más humanos.

Lo flexible es mucho más difícil de romper que lo rígido y estático. Ya lo decía el Dúo Dinámico en esa canción que nos inundó hace un año “ser como el junco que se dobla, pero siempre sigue en pie”. Lo rígido se quiebra con facilidad ¿Cuántas veces hemos visto, asombrados, como personas que parecían duras y fuertes, se han roto?. Creo que, en lo colectivo, está la salvación de todos nosotros. Ser flexibles, cooperar y llegar a acciones consensuadas con los demás para conseguir beneficios que, muy difícilmente, conseguiremos de forma individual.

Escuchaba, en una entrevista, a don Iñigo Errejón decir estas sabias palabras: “…eso de que basta con pensamiento positivo, actitud positiva y puedes todo lo que te propongas, en realidad es una fábrica de infelicidad. Claro que existen límites, se trata de superarlos colectivamente, pero tú por mucho que te lo propongas, leas autoayuda y salgas todos los días dispuesto a comerte el mundo, no puedes…..si no se les da a la gente medidas para superarlo, lo que fabricas es infelicidad. -Lo puedes tener todo, luego si no lo tienes algo habrás hecho mal- …”

Un amigo de Facebook me recordaba, a raíz de esto, las palabras de don Julio Anguita “El mayor logro del Capitalismo es hacernos creer que los pobres tenemos la culpa de serlo”

                                                    "Volar" El Kanka y Zenet


 (Artículo publicado en el número 1.202 del periódico Infolínea)

 

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