16 jun 2021

EL MÉDICO DEL ODIO

                                                     


Esta semana comenzaré mi escrito con un chiste. Me parece que los chistes son una de las manifestaciones del lenguaje más interesantes (Freud las relacionaba con el inconsciente).

Hay un chiste muy popular que cuenta la conversación entre un paciente y el médico. “Paciente: doctor, odio a mis vecinos, odio a mis hijos, odio a mi mujer, odio a todo el mundo. Médico: muy bien y ¿por qué me cuenta a mí todo eso?. Paciente: Porque usted es el médico del odio. Médico: del oído, soy el médico del oído.

Los chistes muchas veces se basan en la confusión de palabras por similitud fonética para provocar una respuesta hilarante en quien escucha. En el caso del chiste al que me refiero sólo con fijarse en las palabras que provocan el equívoco: “odio” y “oído”, nos damos cuenta de que, a pesar de sonar casi igual, significan cosas distintas. Sin embargo, vamos a dar otra vuelta de tuerca, a lo mejor tienen más relación la una con la otra de lo que parece.

El odio es un sentimiento de rechazo o aversión, intenso, que se siente de manera casi irracional hacia otras personas, otras nacionalidades, otras ideologías etc. Ese sentimiento no se sabe muy bien de donde sale y se justifica con conductas o expresiones relativas al otro, que en muchas ocasiones tienen que ver más con nosotros que con él. Los seres humanos tenemos una tendencia infinita a equivocarnos y, cuando lo hacemos, muy rara vez vemos nuestra participación involuntaria en el desaguisado.

El oído tiene que ver con la escucha, con las palabras que se pueden utilizar de tantas maneras, sirven para entablar diálogos y llegar a acuerdos, para deshacer nudos, para entablar conversaciones amables en las que el odio se diluya como un azucarillo en una taza de café caliente.

Hay ocasiones, como en el chiste anterior, en las que enfermamos de “odio”, pero vamos al médico del “oído”, lo físico parece más fácil de solucionar que lo intangible.

La actual situación sociopolítica está impregnada de ese odio que se manifiesta de maneras diferentes: Cataluña/España. Sahara Occidental/Marruecos. Población autóctona /Migrantes. Machismo /Feminismo. Pro-vacunas/ Negacionistas. Rocío Carrasco/Antonio David… La lista podría llegar a ser interminable. Situados en posiciones de atrincheramiento en la que cada uno habla de “su libro” y no se ven signos que apunten a bajadas temporales de bandera que acerquen unas posturas y otras, que permitan hablar y escuchar, para utilizar las palabras y los gestos de forma constructiva.

Se nos llena la boca de términos como Justicia, Libertad, Igualdad, Derechos. Siempre hay en marcha mesas de diálogo o programas de televisión para debatir y solucionar tal o cual injusticia, hay cadenas informativas con eslóganes como el de “doce meses, doce causas”. Mucho aparece el odio, la acusación; casi nunca el oído, la escucha.

Doña Manuela Carmena, anterior alcaldesa de Madrid decía estas palabras en el acto donde recibió la llave de oro de la ciudad, con ellas se refería al terreno político pero muy bien podrían extenderse a todos los sectores, desde el núcleo social más pequeño. “Me gustaría pedirle a este patrono el milagro civil, no hoy sino siempre, de tener un debate distinto, un debate político en el que reine la obligación esencial que rige la democracia, escuchar al otro. Porque quizá el otro tenga algo muy importante que decir”

"La canción del odio" Nacha Guevara




  (Artículo publicado en el número 1.203 del periódico Infolínea)

 

 



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