Este año el verano nos pilla a
todos entre cansados e ilusionados. El agotamiento mental después de tanto
tiempo de estrés pandémico se une a la esperanza de ver que la población inmune
es cada vez mayor. La vida se abre paso, con más fuerza, tras año y medio de
echarle un pulso a la muerte.
Sin embargo, la simple
complejidad del ser humano no deja de sorprenderme. A pesar de mi escepticismo
sobre aquello de que “saldríamos mejores”, si que pensé que aprenderíamos de lo
que nos estaba pasando. Lo que se dice aprender hemos aprendido algo, pero
poco.
Ahora sabemos que las mascarillas
ffp2 son mejores que las quirúrgicas; que el coronavirus se contagia por el
aire; que la higiene de manos es fundamental; que la llamada “distancia social”
es un modo efectivo para evitar contagios… Si nos damos cuenta, hemos adquirido
técnicas y prácticas de comportamiento. En cuanto a mejoras en relación con lo
humano, tengo mis dudas.
Escuchaba hace unos días a un
profesor de filosofía presentar su libro llamado “Filosofía ante el desánimo” y
reconocí la importancia de escribir “ante” en unos momentos en que casi todo es
“contra”. Creo que quizás hay que actuar desde ahí, desde esa preposición.
Posicionarnos y hacer cosas ante las vicisitudes más o menos difíciles que nos
pueda presentar la vida, ir contra ellas es muy posible que nos lleve a un
estado de continua angustia.
Como casi todo lo que es
beneficioso, actuar ante algo es difícil, mucho más fácil ir a la contra. Sin
ir más lejos, cuando he comenzado a escribir este artículo tenía en mente cantidad
de cosas contra las que ir, pero me he parado y he echado el freno para ver qué
decir y cómo decirlo.
Uno de los temas sobre los que
opinar era con relación a la llamada violencia de género. El año 2021 está
siendo un año aciago, las mujeres asesinadas han superado cifras que no se
daban desde el 2012, a partir de la finalización del estado de alarma está
siendo la peor etapa. Contra esto me salían ideas, palabras, frases, sin tener
que pensar mucho.
Leyendo, en algunos diarios
digitales, noticias que tenían que ver con este tema, me he dado cuenta de que
los comentarios a las mismas eran casi tan terribles como las propias noticias:
¡que lo maten! ¡que se lo dejen a la familia! ¡la justicia no sirve para
nada!...amén de toda clase de insultos. La visceralidad, cuando se dan casos de
este tipo, se adueña del pensamiento.
Acordándome de las preposiciones
anteriores he vuelto a replantearme la cuestión de la violencia de género. La
violencia existe, es real, y llevamos muchos años de lucha contra ella,
quizás sería bueno preguntarnos qué hacer ante esta situación que no sólo no
cambia, sino que empeora. Ahora, la mayoría de sus protagonistas son los
hombres y las mujeres jóvenes educados ya en Democracia. Sin olvidar que, como
otra pandemia más, la violencia es algo que afecta a todo el mundo,
independientemente del modelo de gobierno; con la salvedad de que, donde priman
las políticas sociales, hay mejores recursos para quienes la sufren.
“La violencia no es sólo matar al
otro. Hay violencia cuando uno emplea una palabra agresiva, cuando hace un
gesto de desprecio a una persona, cuando obedece porque tiene miedo…” (Jiddu Krishnamurti.
Filósofo)