Casi han pasado cien años desde entonces y el mundo de las mujeres sigue creando controversias, sobre todo cuando se visibiliza, cuando trasciende del ámbito privado al público. Las celebraciones del 8 de marzo incomodan a muchos y ni que decir tiene si hablamos de huelga. ¿Que habrían dicho Las Sin Sombrero ante la movilización social del pasado viernes?, emociona sólo pensarlo, ellas que sufrieron la depuración intelectual ejercida contra los republicanos dejándonos huérfanos de ideales.
El movimiento feminista, en
nuestro país, tuvo su origen en la burguesía intelectual, fue propiciado y
promocionado por mujeres preparadas, formadas e interesadas por las diferentes
disciplinas artísticas y culturales, pero fue sobre todo un movimiento
político, a través del cual se hicieron escuchar por toda la sociedad.
Político, ese adjetivo
actualmente demonizado desde casi todos los sectores e incluso desde los
partidos políticos, parece que para que algo sea “bueno” ha de ser apolítico o
estar despolitizado, si nos referimos a la mujer esto se convierte en un valor
añadido.
Otro síntoma de la actualidad
es lo rápido que va todo, las personas somos capaces de las mayores proezas,
pero nos cuesta mantenerlas en el tiempo, todo pierde intensidad rápidamente,
incluso nuestro interés; el panorama político tiene ejemplos de sobra para
ilustrar esto que digo. Ojalá que el actual renacer de la conciencia
igualitaria no sea flor de un día y se instaure, no sólo en las calles o en el
color de las banderas y camisetas cuando llega el 8 de marzo, sino en los
hogares, en las aulas, en los centros de trabajo y, por supuesto, en la
política.
Que en el siglo XXI se siga
cuestionando la igualdad de derechos es algo que la sociedad en general
deberíamos de hacernos mirar. Que siga siendo necesario institucionalizar un
día como el día de la mujer, también.
Termino con un recuerdo a las
sufragistas, intelectuales que lograron hacer llegar el pensamiento feminista a
las mujeres obreras y que, junto a ellas, lograron cambiar las leyes de
pensamiento único masculino que impedían votar a las mujeres; otro para Clara
Campoamor, la diputada republicana que consiguió, en las Cortes Españolas, el Sufragio
Universal en 1931, hasta entonces las mujeres podían ser elegidas, pero no
elegir.
En las próximas elecciones honremos
su memoria ejerciendo nuestro derecho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario