A mi
abuela siempre la recuerdo vestida de negro, en las fotos familiares también
hay algunas de niñas y, hasta novias, vestidas de ese color. Era el reflejo de
una época triste en la que la muerte y su recuerdo lo teñía todo.
Los
muertos de la guerra, los hombres y mujeres que fallecían a muy temprana edad
por las condiciones de vida y la falta de medicamentos, las mujeres que
fallecían de sobre parto o la alta mortandad infantil, hacían que se fuesen
encadenando un duelo con otro, un luto con otro y cuando venían a darse cuenta
ya se convertía en habitual vestir de ese color.
El
velo formaba parte también de luto femenino, el luto masculino se manifestaba
llevando una franja negra en la manga de la chaqueta o blusa.
En
las casas, mientras duraba el período de luto, no se cantaba, no se escuchaba
música y las ventanas permanecían cerradas o entornadas. Esto mismo ocurría
durante la Semana Santa, desde Jueves Santo hasta Domingo de Resurrección. Recuerdo
que en esos días no había cine, a los niños no se nos dejaba cantar ni expresar
alegría con los juegos porque el Señor estaba muerto. Tampoco se podía poner la
tele, (recién llegada). Era época de recogimiento.
Me
asaltan estos pensamientos en un mes que comenzó con las fiestas del día de la
mujer y que acabará con la semana Santa. Un mes en el que se han cumplido
cuatro años desde la pandemia que se cobró miles de muertos en nuestro país.
Durante
esa pandemia en la que la muerte se volvió protagonista, no ha habido velo que
pudiese cubrir el dolor de tantas familias ni la ignominia de los carroñeros
que, como ocurre en casi todas las guerras, acaban alimentándose del dolor
ajeno.
The Rolling Stones (1962). "Paint it black"
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