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La acción transcurre en la casa
que el director del campo de exterminio de Auschwitz construye para su familia
en las afueras del mismo, en la zona de interés, como así se llamaba al espacio
de 41 kilómetros cuadrados que separaba la vida cotidiana del horror. Sin
embargo el ambiente ideal de esta mansión no puede impedir que, desde la
lejanía, lleguen los ecos del espanto.
Han pasado muchos años desde que
ocurrieron los sucesos en los que se sitúa la acción que narra la película.
Hechos que han generado multitud de preguntas sobre la
indiferencia/bondad/maldad del ser humano. Reflexiones como las de Hannah
Arendt en su obra titulada “La banalidad del mal”. “
Ahora, me pregunto: ¿Por cuantas
zonas de interés estamos rodeados en estos momentos, que nos separan de todo
aquello que nos molesta, que nos separan de lo Real?. ¿Qué medida tiene cada
una de ellas?
¿Cuánto medirá la que nos sirve
de filtro entre nuestros hogares y los hogares palestinos destruidos, los niños
asesinados, las familias desaparecidas? ¿Y la que hace de telescopio donde
vemos cada vez más alejados los edificios destrozados de Ucrania? Quizás sólo
tengan el grosor de una pantalla.
Sin darnos cuenta nos pasamos la
vida construyendo muros, “zonas de interés” que nos tapen lo feo, lo sucio, lo malo;
para poder hacer como que lo olvidamos, o que no nos importa. Muros que nos
permitan mirar hacia otro lado.
La zona que rodeaba Auschwitz
estaba administrada por las SS. ¿Quién o quienes administran las actuales? ¿Cuánto
debería de medir y como se llamaría la que nos esconde de nuestras propias
conciencias?
En esta Semana Santa, mientras las
imágenes de los noticiarios se llenaban de cofrades sevillanos, llorando
desconsolados porque la lluvia no permitía sacar a la calle a sus amadas
imágenes, al otro lado de la “zona” las bombas caían sobre personas que sólo
intentaban recoger comida para sus hijos.
“La fuerza que posee la
propaganda totalitaria -antes de que los movimientos tengan el poder de dejar
caer telones de acero para impedir que nadie pueda perturbar con la más nimia
realidad la terrible tranquilidad de un mundo totalmente imaginario- descansa
en su capacidad de aislar a las masas del mundo real” Hannah Arendt.
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