En este mes de octubre la salud
mental cobra protagonismo, se suceden actos y discursos que ponen en valor la
necesidad de una mejor atención y recursos para atender a una población, cada
vez mayor, que padece trastornos relacionados con una salud mental en riesgo.
Una tarde vi que, en una cadena
privada, estaban retransmitiendo un reportaje sobre unos vecinos agobiados por la forma de vida de otro vecino,
los tertulianos hablaban de síndrome de Diógenes y otras patologías. El tema
captó mi atención y me quedé a verlo.
El programa envió a una reportera
a la casa del hombre en cuestión, las cámaras grababan la puerta de esta
persona, la suciedad y algunos bichos que corrían por la pared. La reportera,
micrófono en mano, aporreaba la puerta mientras, desde el plató, la señora
presentadora le decía “Ten cuidado con la mano no vaya a ser que te muerda
algún bicho”, (como si estuviese abriéndose paso en la jungla).
Este señor no abrió la puerta
porque no estaba en casa, entonces salieron a buscarlo a la calle, a la zona de
los contenedores de basura donde solía pasar su tiempo, lo interceptan mientras
está rebuscando en uno de ellos, le pixelan la cara pero dicen su nombre y
apellidos, la “periodista” le dice que sus vecinos están preocupados, él dice
que busca algo de comida porque está en paro. Periodista: “yo, viéndote la
piel, las heridas y el pelo, tu llevas sin bañarte seis meses” vecino “más,
más, pero no se lo digas a nadie”.
Las vecinas comentan que sufren
plagas de bichos y malos olores, creen que el hombre tiene problemas mentales y
que la ley tiene que hacer algo, está sin tratamiento y necesita que lo cuiden.
Una de ellas dice que la situación le ha provocado trastornos mentales y ha
tenido que ir al psiquiatra “desde que me levanto hasta que me acuesto pienso
en lo mismo, en como quitarnos a este hombre de encima”
La reportera, una de las veces
que habla a cámara, dice que la “filosofía de vida” de este hombre es que los
bichos también tienen derecho a vivir, que lo que encuentra en la basura son
tesoros y que por eso no quiere deshacerse de ellos.
Las imágenes vuelven al plató y
después de que cada uno de su opinión al respecto (unas más humanas que otras),
la presentadora del programa se dirige a la reportera que estaba en la calle
diciéndole: vete de ahí, ese tío lo que es, es un marrano y un asqueroso.
Quizás medir las palabras y
pensar antes de decirlas sería importante en el ejercicio periodístico también
el respeto a las personas y su intimidad, pero sobre todo investigar el origen
del problema no los síntomas.
Es la primera vez que veo este
programa y creo que será la última. Unas semanas más tarde esa presentadora
recibió, de una editorial vinculada a su empresa, uno de los premios literarios
de más “valor” de nuestro país, en concreto un millón de euros.
Laura Sam "Smog"
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