“Me gusta la gente simple, aunque
yo soy complicado. La gente de casa pobre y corazón millonario…” Facundo Cabral
Cada vez que tengo que ir al
banco, vuelvo a casa con una sensación de malestar e impotencia que me supera.
Hoy ha sido uno de esos días.
Me duele el alma y se me encoge
el estómago cuando veo el desamparo de los hombres y mujeres, clientes de la
entidad bancaria que, sumisamente, esperan su turno para que alguien les oriente y así poder disponer de su propio
dinero. La mayoría de estas personas son gente mayor (los jóvenes se manejan
desde el móvil o el ordenador) para quienes los cajeros automáticos son
máquinas cuyo funcionamiento les es
completamente ajeno. Las personas de más de setenta años no son tenidas en
cuenta y son forzadas a tener que depender, obligatoriamente de otros.
Creo que en las últimas décadas,
se ha avanzado, tecnológicamente, a un ritmo desenfrenado no comparable a
ninguna otra época de nuestra historia. Todo cambia tan rápido que, de una
generación a otra hay una brecha cada vez más grande. Los oficios artesanales
que se aprendían y servían de sustento a tantas familias, han sido sustituidos
por grandes empresas y corporaciones.
Nadie quiere quedarse atrás y en
esta acelerada huida hacia adelante, cada vez es más difícil pararnos a pensar
en lo que, de verdad, necesitamos. La vida sencilla se confunde con no ser
moderno. Escribir un poema de amor ha dejado paso a hacer un video en tik tok.
Los jóvenes pueden conseguir dinero fácilmente y sin ningún tipo de control,
exponiendo partes de su cuerpo en OnlyFans. La cantidad de aplicaciones móviles
es inabarcable y las leyes al respecto inexistentes.
Últimamente se habla mucho de la
IA (Inteligencia Artificial) y todas las posibilidades que alberga, algunas ya
incorporadas a nuestra vida diaria. Pero la noticia que nos ha impactado es de
qué manera se puede invadir y manipular la intimidad de las personas
utilizándola. “Madres denuncian la
publicación y difusión de imágenes generadas por IA, de sus hijas
menores desnudas” (La Vanguardia). “El actor Stephen Fry denuncia que la IA ha
usado su voz sin su permiso para un documental” (ABC). Imagino que lo que
conocemos sólo será la punta del iceberg de lo que en realidad se puede llegar
a hacer.
Yo seguiré reivindicando la
pausa, la lentitud, la sencillez, la conversación, la lectura, la música con
rima y melodía, la comida cocinada sin prisa, la mirada, la palabra.
“Me gusta la gente simple que
hace la silla y la mesa, los zapatos de mi madre, el vestido de Teresa. La que
ríe fácilmente, la que fácilmente llora, la que inocente confía que un día
cambien las cosas...” Facundo Cabral
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