Parecía que nunca iba a acabar,
pero al fin, terminó. Me refiero al largo periodo electoral en el que vivimos
desde el pasado mes de mayo.
Primero tuvieron lugar las
municipales y regionales. Tras el resultado de estas, asistimos la convocatoria
inesperada, por parte del Presidente del gobierno, de las elecciones generales
que acabaron el pasado domingo día 23 de Julio.
La jornada electoral donde se elegía a quienes formarán el nuevo gobierno, no fue un día cualquiera. La tensa campaña llevada a cabo por los dos bloques de partidos principales, (durante la cual se han se han pasado las líneas del respeto más básico varias veces) sumado a la amenaza de la entrada de la extrema derecha al gobierno, hacía que se respirase un ambiente denso y caldeado que las altas temperaturas no aminoraban.
La espera y el resultado, mantuvo
al país en vilo hasta altas horas de la noche. Pero, no sé por cual motivo,
pasados los primeros momentos de estupefacción, todos estaban contentos y, aún
más, todos se sentían ganadores.
No lo entiendo. La realidad es
que el bloque formado por la derecha ha sacado más votos y como consecuencia
más diputados, pero no los suficientes para gobernar. Por otro lado el bloque
progresista ha obtenido menos votos pero, si negocia bien con sus posibles
aliados, podría formar gobierno. Esto es la Democracia que quedará reflejada en
la capacidad de unos u otros a la hora de dialogar y llegar a acuerdos.
Nada está decidido y, como digo,
no acabo de comprender la alegría en mayor o menor medida, de unos y otros. El
escenario está lo suficientemente confuso como para que, de aquí a unos meses, tengamos
que ir a votar de nuevo. Esto haría que, la única victoria real, el freno a la
ultraderecha, volvería a estar en peligro.
Siento que tenemos ante nosotros
un futuro incierto con demasiadas variables que no son de mi agrado. No me
gustaría ver nuestro país bajo un gobierno que tiene sobre su cabeza sombras tan
indeseables como las de: Personas relacionadas con el narcotráfico que tanto daño
hizo y sigue haciendo en nuestro país. Grupos que aún siguen manteniendo entre
sus filas a quienes en un momento histórico gravísimo, marcado por el terror,
formaron parte activa del mismo. Individuos con conductas violentas contra las
mujeres. Tampoco quienes hayan mantenido conductas de desacato institucional
o estén marcados por la corrupción de
cualquier tipo.
Hay demasiadas líneas rojas que
no deberían cruzarse sólo por el hecho de formar gobierno. Quienes nos gobiernen
deben de ser un ejemplo para las generaciones venideras, demostrarles que no
todo vale. Claro que, por otro lado, la persona más principal, la encargada de
ir llamando a los candidatos para escuchar sus propuestas, debería también ser
referente de esa ejemplaridad.
No estoy nada tranquila con lo
que está pasando y con la facilidad con que vamos asumiendo cosas inasumibles.
"Fábula de los conejos" Ismael Serrano
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