Frases como: “Mi marido me ha
comprado un frigorífico” o “mi marido me ha comprado una lavadora”, por poner
dos ejemplos, era habitual escucharlas en conversaciones de mujeres de los años
sesenta. Se decían con orgullo y para dar a entender que la economía familiar
era un poco mejor.
Hasta 1978 una mujer no podía
tener una cuenta bancaria a su nombre si no tenía el permiso y autorización de
su marido o tutor, tampoco podía sacar dinero de ella. Era totalmente dependiente
del padre, hermano o marido para administrar los bienes familiares o incluso
hacerse el DNI. Por esto no era raro escuchar frases como las del principio y
se veía normal.
Si alguna se atrevía a entrar a
un comercio y preguntaba por los precios de algún enser domestico de un precio
elevado, la pregunta del vendedor era: ¿Va a venir su marido? Y es que, si no
era así, no había nada que rascar.
Recuerdo la primera lavadora que
tuvo mi madre. Era blanca con el frontal rojo, consistía en un depósito con una
turbina en el fondo, tenía una tapadera que cubría toda la parte de arriba y
que se quitaba durante su uso. Para utilizarla se llenaba de ropa, se añadía el
detergente en polvo o jabón de sosa deshecho en agua previamente; luego se iba
echando agua con una manguera hasta llegar a la señal que te marcaba el
aparato. Cuando le dabas al botón para que funcionase, aquello se ponía a dar
vueltas y punto. Pasado el tiempo que mi madre consideraba oportuno, iba
sacando y escurriendo prenda a prenda con las manos. Para desaguar, esta
lavadora tenía una goma que se ponía cerca del sumidero del patio, por la que
salía el agua sucia. Hay quien volvía a llenar la lavadora con agua limpia para
el aclarado de la colada o simplemente se iba aclarando en la pila o en un
barreño aparte. Llamar lavadoras a estas máquinas cuando ahora tenemos en casa
electrodomésticos que sacan la ropa limpia, aclarada, perfumada y casi seca,
resulta raro. Pero así eran las primeras ayudas mecánicas que nuestras madres
usaron para lavar.
Esto que cuento puede ser que no
importe a nadie, pero creo que tiene importancia. Da una imagen de cómo era la
vida no hace muchos años. De lo rápido que pasa el tiempo y lo pronto que se
olvidan algunas cosas.
Aquellas mujeres que no podían
tener acceso al dinero, hoy tampoco pueden hacerlo porque los servicios
bancarios han evolucionado tanto que se han convertido en inaccesibles, ahora
por otros motivos. Las generaciones intermedias, nacidas en Democracia no hacen
caso a estos cambios: los tiempos son otros, tenemos muchos más Derechos,
estamos más preparadas, además hay Libertad, Igualdad etc.
Los Derechos que hoy se disfrutan tardaron muchos años en conseguirse y se han ido defendiendo día a día. Confiar en que los tenemos asegurados puede que nos lleve a perderlos en cuestión de muy poco tiempo.
"Así bailaba"
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