15 abr 2021

RETRATOS

 


En los años de mi infancia no nos hacíamos muchas fotos, quizás por eso las de aquellos años tienen un valor distinto. Casi nadie tenía máquina de retratar y se recurría a profesionales para que plasmasen en una cartulina las imágenes en blanco y negro de los eventos más importantes de la vida. Por aquel entonces no se les llamaba fotos, eran retratos, y el profesional que nos las hacía era el retratista. A mi me parece un nombre muy apropiado, retrato tiene más que ve con el retrato en la pintura, era algo único y especial, llevaba su tiempo, la mayoría de las personas se vestían con sus mejores galas para esa ocasión especial.

Al retratista se le llamaba para las ocasiones familiares importantes, otras veces se hacían fotos de estudio que daban mas realce al evento. En las fiestas como Semana Santa, se veía a estos profesionales entre la gente para hacer fotos de familias o grupos de amigos que se lo pedían.

Recuerdo en especial al fotógrafo del parque, que cada fin de semana lo podías encontrar si querías hacerte una foto con tu pandilla de amigos en el quiosco del Lolo, o alguna más artística en otro rincón cualquiera. Creo que no habrá una casa en Alhama que no tenga fotos hechas por este señor.

El boom de los móviles con cámara incorporada llegó bastantes años después y llegó para cambiar, de forma drástica, la importancia de plasmar un momento concreto de la vida.

La vida de antes cabía en un álbum de fotos o dos. Ahora hay quien necesitaría un álbum a la semana.

Durante la semana pasada que, a pesar de su nombre, no ha tenido nada de “santa”. Las redes sociales se han llenado de fotos, de miles de fotos. Parece que todos tenemos la necesidad de que se sepa donde hemos estado, aunque eso signifique descubrir que no se está cumpliendo la ley.

Hemos visto a deportistas, influencers, miembros de la realeza, artistas etc. Colgando fotos que demostraban que se habían saltado los limites perimetrales dictados por la pandemia. Grupos de jóvenes y menos jóvenes, en terrazas abarrotadas, con las mascarillas en el bolsillo, en el cuello o en la frente. Fotos artificiosas que muestran una cara y nos dejan adivinar la contraria.

Donde ha quedado el instinto de supervivencia, ese que dicen que tenemos para superar agresiones y dificultades con el fin de que la especie sobreviva. Creo que a este le supera la necesidad de exhibirse, aunque esto vaya en perjuicio de la propia salud y la de los demás. Alardeando de lo que, en algunos casos, podrían ser considerados delitos.

Entre toda esta avalancha de fotos que han aparecido en los medios hay una que para mí refleja lo incongruente de las situaciones que se están viviendo.

La foto en cuestión la hizo una neumóloga catalana que trabaja en la planta COVID del Hospital del Mar. En ella se ve, a través de las ventanas de la planta donde están ingresados los enfermos de Coronavirus, grupos de personas, en la playa, haciendo botellón sin ninguna medida de seguridad. La sanitaria colgó esta foto en Twitter y la llamó “Paradoja de un viernes por la noche: ver botellones desde la planta COVID”

Hay fotos, como esta, que son una denuncia y una protesta. Las otras miles de millones son, en su mayoría, retratos que, como los de Goya, muestran una fealdad que permanece a pesar de Photoshop.


 "Retrato" poema de Machado en la voz de Serrat.



  (articulo publicado en el numero 1.194 del periódico Infolínea) 

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