Al parecer, quizás por aquello de
que somos animales de costumbres, ya nos vamos haciendo a la idea de vivir con
el virus (más bien contra el). Ahora,
como consecuencia de todo lo que llevamos en danza: mociones de censura, elecciones,
dimisiones políticas, sumado a cierres perimetrales regionales y apertura a la
entrada sin control de turistas internacionales, la situación está tan
deteriorada que somos capaces de admitir y no asombrarnos ante cualquier
situación por aberrante que sea.
Detecto entre la gente en general
y en la clase política en particular, un exceso de odio, rabia, mala leche, falta
de respeto, autoritarismo, frivolidad…y echo de menos la AUTORIDAD con
mayúsculas. Faltan figuras que inspiren respeto, que sean referentes, que sepan
gobernar en esta etapa desquiciada.
La semana pasada hablaba de que
la cuarta ola sería silenciosa e invisible y afectaría a la salud mental. Pocos
días después escuchaba hablar de esto mismo a un diputado en el Congreso de los
diputados, alguien que se atrevió a llevar al hemiciclo eso de lo que nadie habla,
pero que una gran parte de la población sufre cada vez más. Se ha normalizado que cada vez más gente esté
medicalizada, los ansiolíticos ya forman parte de los botiquines caseros. Pues
bien, en medio de la intervención de dicho diputado, uno que pertenecía al
signo contrario soltó el exabrupto ¡vete al médico!, como una acusación y una
ofensa.
El deterioro social del que antes
hablaba hace que cosas como estas se consientan en el lugar donde se supone que
están quienes miran por nuestros derechos.
Ese “Vete al médico” sonó como un
latigazo de ignominia, de falta del respeto al que hablaba, al resto de
diputados, a quienes sufren cualquier problema mental y a todos los que
defendemos un modelo humano de tratar a las personas. Luego vinieron las
disculpas (con un mensaje en una red social), pero, en casos como este las
disculpas no sirven de nada y menos de esa forma. El daño está hecho y quien
soltó esas palabras quedó retratado.
Este es sólo un ejemplo de cosas
que estamos consintiendo, pero hay más.
La Región de Murcia, donde hace
unos días renació, por unas horas, la esperanza , se ha convertido en El Rastro
aquel que cantaba Patxi Andión : “Esto es el rastro, señores, vengan y anímense,
que aquí estamos nosotros, somos Papa Noel, le vendemos barato, con el precio
en inglés, somos todo lo honrados que usted quiera creer, se revenden
conciencias recompramos la piel, le cambiamos la cara, le compramos a usted y
si quiere dinero se lo damos también, usted lo da primero y nosotros después..”
Juan Ramón Calero, exdiputado
regional, recordaba el otro día en su artículo del diario La Verdad (hablando
del transfuguismo) unas palabras de sor Juana Inés de la Cruz “¿quién peca más,
la que peca por la paga o el que paga por pecar?”
Los políticos que han actuado de
forma artera están utilizando la provocación en su mas alto grado, poniendo las
consejerías de Cultura y Educación en manos de quienes su máximo interés es
sustituirlas por corridas de toros y pines de adoctrinamiento. Más de cien
personas del mundo de la cultura y la educación murciana, han hecho una
petición al presidente López Miras para que impida el mercadeo de la Cultura en
nuestra Región. Educación Y Cultura, los dos grandes pilares del Conocimiento,
el Saber y la Memoria del Hombre, están gravemente amenazadas en Murcia. Termino
con un mensaje publicado en Twitter por el escritor murciano, Miguel Ángel
Hernández “VOX en Cultura y Educación. Busco palabras y no me salen”.
José Mujica, uno de los pocos referentes con AUTORIDAD que nos quedan en el mundo.
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