10 dic 2020

LA PURGA DEL TIO BENITO


 



La expresión con la que he titulado este artículo es sinónimo del remedio inmediato para cualquier problema. A mi entender refleja muy bien el modo de vida del que nos deberíamos de ir desacostumbrando.

No hace tantos años si querías, por ejemplo, comunicarte con alguien que no era del pueblo, le escribías una carta que tardaría dos o tres días en llegar a su destino, así que la respuesta la recibirías, como muy pronto, en una semana.

Escribir la carta ya suponía una ilusión, primero pensar en lo que querías decir, luego ver la mejor forma de expresarlo, eligiendo con esmero cada palabra. Una vez echada la carta en el buzón de Correos, comenzaba la espera. Pasados unos días vigilabas cuando el cartero pasaba por tu calle y, expectante, esperabas que llamase a tu puerta. Abrir el sobre unas veces se hacía rápido, otras te recreabas antes de hacerlo, según quien fuese el remitente. Leer la misiva era un momento placentero que solías repetir varias veces, y cada una encontrabas algo que te había pasado desapercibido en las anteriores. Hasta la manera de plegar el papel podía ser diferente. En algunas ocasiones los sobres llevaban más cosas: un puñadito de arena, hojas secas de alguna flor, fotos o una postal del sitio de origen. Todas estas cosas añadían valor al mensaje enviado. Para situaciones de emergencia estaba el telegrama.

Este es sólo un ejemplo, de los muchos que podría poner, que reflejan el drástico cambio de vida que los de mi generación hemos vivido. Como veréis no hay comparación con el modo actual de comunicarnos en el que si a los cinco minutos de enviar un correo electrónico, un Whatsapp o un mensaje, no recibimos respuesta, comenzamos a angustiarnos y se disparan las mil y una posibilidades (casi todas malas) de porqué habrá sido.

También me da por pensar en “La purga del tío Benito” cuando leo la información sobre las ansiadas vacunas. Acostumbrados como estamos a que todo sea de efecto inmediato creemos que el que ya haya noticias sobre el descubrimiento, por parte de varios laboratorios a la vez, de una vacuna contra el Covid19, esto significa que el problema se ha terminado. Creo que estamos equivocados, en primer lugar, porque aún no hay ninguna publicación científica que garantice la validez de cualquiera de ellas, sólo tenemos los comunicados de prensa de las diversas empresas farmacéuticas que están trabajando en este asunto. Por otra parte, hasta donde yo sé, y reconozco que no es mucho, una vacuna forma parte de la medicina preventiva, no cura la enfermedad.

Sin embargo, ante las recientes noticias de que hay una mejora en la situación de pandemia en que vivimos (Dicha mejora sigue manteniendo las cifras escalofriantes de 401 muertos y 19.979 contagiados este último fin de semana) y que, a lo mejor, algunos podrán vacunarse ya en enero, la gente se ha echado a la calle para comprar y consumir la Navidad. Comprendo que hay que reactivar la Economía y que eso sea lo que motive las medidas y mensajes de ánimo ante este periodo de compras.

Pero siempre teniendo en cuenta que, por muchas vacunas que haya, si se produce un contagio, no hay nada específico que cure el coronavirus. Los profesionales de la ciencia y la medicina alertan sobre una tercera y peor ola de infectados a primeros de año si el comportamiento social continua igual que hasta ahora.

Mi generación aprendió a esperar y ellos saben que la carta más deseada, siempre era la que más tardaba en llegar.

                        

                            "Que no se acabe el mundo"                             


 (articulo publicado en el número 1.178 del periódico Infolínea)

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