21 jun 2020

MATAR A UN RUISEÑOR (escritos desde el desconfinamiento VI)


En estos días leer un diario nos puede llevar perfectamente a los años 50 y 60 de EE. UU, “cuna de la Democracia y la Libertad”, carrera espacial para que parezca que todo va a las mil maravillas y racismo para que no nos olvidemos de la parte mas vil del ser humano.
 Estados Unidos lo ha vuelto a intentar. Ante la crisis que afecta al mundo entero (también a ellos) Donald Trump quiere que todos miremos hacia otro lado. El 30 de mayo los titulares decían “La NASA y SpaceX abren una nueva era en la exploración espacial”. Los tripulantes son de la NASA y la nave de una empresa privada. Todo va bien.
Aunque esta vez no lo ha conseguido del todo, la muerte de George Floyd, afroamericano muerto por un policía blanco ha desencadenado una serie de protestas contra el racismo, en todo el mundo, que recuerdan a las producidas por el asesinato de Luther King. El presidente Trump y su inconsciente discurso deja una foto fija del racismo latente en la sociedad estadounidense. La imagen de la muerte reproducida por miles de medios audiovisuales ha inundado hogares, programas y conciencias que, de pronto, se han erigido en justicieras.
“¿… vas a decirle a los estudiantes, sin reírte, que EE. UU. somos el único país que tiene libertad?…. somos el séptimo en alfabetización, el décimo segundo en ciencia, el cuadragésimo noveno en esperanza de vida….somos líderes mundiales en tres categorías, número de encarcelados per cápita, numero de adultos que creen que los ángeles existen y en gastos de defensa ya que gastamos más que los veintiséis siguientes juntos” (News room)


Hace cinco años de otra imagen que también conmovió a toda la buena gente, me refiero a esa de un niño refugiado sirio, ahogado en una playa de Turquía, ¿Aylan se llamaba?. La madre Europa, sus dirigentes, fueron, en este caso, quienes se mantuvieron impávidos ante un drama humano gestado en sus entrañas.
El racismo y la xenofobia son otra epidemia de la que todos estamos contagiados, hay veces en que la enfermedad muestra sus síntomas a la vista de todos y otras en las que pasa desapercibida “asintomática”.

Hace ya mucho tiempo, nuestra sociedad aún era cerrada y monocolor, llegó a nuestro pueblo un hombre, un afroamericano (recuerdo muy bien su nombre) que entró a formar parte de debates, reuniones y francachelas de los jóvenes de entonces, ¿cómo uno más?, un día nos enteramos de que, para él, se utilizaba una vajilla diferente. Con el tiempo y la llegada masiva de emigrantes las técnicas se fueron refinando y se adoptaron “medidas económicas” para hacer una selección étnica, cobrando al extranjero un “plus”. Recuerdo a una amiga, que, en una llamada a la tv local donde era tertuliana, fue insultada, desautorizando su opinión por el simple hecho de ser de otra nacionalidad. Todos hemos sido testigos de estos u otros sucesos que no han pasado de ser anécdotas comentadas, para señalar lo racistas que eran los unos y lo progres que éramos los otros.

Dentro de poco nos habremos olvidado de George Floyd, como casi nos hemos olvidado de los miles de refugiados, también de otras razas, que tenemos en Europa, de la misma forma que miramos hacia otro lado ante los “pequeños sucesos” que pasan a nuestro lado.

Pensábamos que la crisis provocada por la pandemia iba a cambiar el sistema y nos iba a cambiar a nosotros. Pero estamos tan malacostumbrados a que todo sea rápido y que sea ya, que no hemos tenido aguante para la reflexión y, a las primeras de cambio, corremos desbocados en busca de lo malo conocido. En épocas críticas aparecen los monstruos y siempre es mucho más tranquilizador pensar que los monstruos son los demás.

“Hay hombres tan ocupados en acongojarse por el otro mundo que no han aprendido a vivir en este”, “Los ruiseñores no se dedican a otra cosa que a cantar para alegrarnos. No devoran los frutos de los huertos, no anidan en los arcones del maíz, no hacen más que derramar su corazón, cantando para nuestro deleite. Por eso es pecado matar a un ruiseñor”. (Matar a un ruiseñor)

(Publicado en @Infolinea- Alhama- 1.160)






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