29 nov 2019

PUNTADAS SIN HILO



Cuando era niña, en casa, me enseñaron a coser, bordar, hacer ganchillo, tricotar, cocinar, barrer, fregar, planchar, a cuidar las plantas (las que daban frutos y las que sólo daban flores), a colaborar en las tareas de la casa y también en el trabajo familiar. 
-En la infancia se posee una increíble capacidad de aprender a hacer cosas-.



Verdad es que unas cosas me gustaba hacerlas más que otras, verdad también que a los varones no se les instruía en según qué labores. En el colegio, las niñas, teníamos, por la tarde, labores del hogar, -en aquel tiempo las clases estaban segregadas por sexo- no sé a qué dedicaban los chicos esas horas.
Algunas de las tareas nombradas las considero imprescindibles para la independencia personal en la vida diaria y para la corresponsabilidad a la hora de compartir las tareas domésticas. Tanto niños como niñas deberían de aprender cosas tan básicas como cocinar, fregar o coser un botón. La igualdad también es esto.
Todo lo que signifique aprender y facilitar el que una persona sea capaz de desenvolverse en las tareas cotidianas, me parece bien.

Las familias actuales han cambiado mucho de aquellas de mi infancia, entonces los niños y niñas teníamos tiempo para estar con la familia, sobre todo con las madres que siempre estaban en casa, con las abuelas, las tías, las vecinas. Era un ambiente muy femenino en el que se aprendían todas las destrezas señaladas. Había tiempo de sobra para, además, jugar y estudiar.

Ahora, la relación con la familia es mucho más limitada. La necesaria incorporación al trabajo de las mujeres, unida a la falta de conciliación entre vida laboral y familiar, ha traído consigo a niños y niñas ocupados, después de las clases, en actividades extraescolares que los mantienen entretenidos y protegidos mientras los padres trabajan.
Los niños aprenden a manejarse con ordenadores, a hablar idiomas y todo aquello que podrá en un futuro facilitarle la vida profesional, pero, pienso que pocos niños son capaces de prepararse  la comida, o coserse un botón.

Últimamente he oído decir a un cargo político nacional que hay que poner una asignatura de costura, lo que me ha parecido una solemne majadería. Las voces que reclaman las labores para las mujeres están obsoletas y son injustas, con los hombres y con las mujeres.

Hay, por otro lado, quien rechaza el tener conocimiento de unas habilidades que facilitan el día a día, tachándolo de machista. Aprender a hacer, es uno de los pilares de la educación. Coser un botón no quita tiempo para exigir derechos. Que no nos confundan. No entremos en la trampa de “tareas de hombres y tareas de mujeres” hay cosas que el saber hacerlas te ayuda, seas hombre o mujer.

Si se vive en pareja, siempre hay uno mas diestro que otro para según que tareas, da igual quien sea de los dos. Al final, si no andamos con cuidado, podemos acabar enredados en discursos machistas intentando defender lo contrario.

Ser feminista no implica no saber, no aprender, si no saber todo lo posible para ser autosuficientes y comprometidos con la vida y el bienestar de los demás. Defender leyes justas que equiparen los derechos de hombres y mujeres y, sobre todo,elegir lo que te guste, ya sea hacer macramé o bricolaje.

Va siendo hora de salirse del discurso excluyente. Para ser libre es mucho mejor saber hacer que negarse a aprender.






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