Posiblemente estos últimos años sean los más confusos, políticamente,
que yo recuerdo. La bonanza económica de la etapa de la burbuja ha convertido a
la Inmensa Mayoría en personas cómodas y sumisas capaces de aguantar carros y
carretas con tal de no perder el modus vivendi conseguido, aunque cueste cada
vez más mantenerlo.
En el comienzo de la crisis, un día, una mujer se quejaba a otra de la cantidad de recortes en educación y
sanidad que se estaban realizando por el gobierno, la segunda mujer decía: pues
bueno, que se le va a hacer…., la primera dijo: deberíamos de protestar, salir
a la calle, hacer algo, si no por nosotros al menos por nuestros hijos, a lo
que la segunda respondió: que más da! Si como no han conocido lo bueno tampoco
van a echarlo de menos.
En aquel momento me sorprendió este razonamiento y la falta
de generosidad para con las generaciones próximas cuando nuestros padres y
abuelos han luchado duramente por que sus hijos vivan mejor que ellos. Hoy día
me sigue sorprendiendo aún más, si cabe, porque siento que es un pensamiento
generalizado, no se puede echar de menos lo que no se conoce y los que si echan
de menos algunas cosas, ya son mayores y, o tienen la vida solucionada o no la
tienen tanto y prefieren no complicársela más.
También me sorprendo cuando escucho la mayoría de discursos
políticos, en los que destaca la lucha por tomar posiciones ventajosas y en los
que casi no aparece la defensa por los derechos de las personas que los han
puesto en el lugar que están. Hablan y hablan de trasparencia, de corrupción,
de dinero público expoliado y hablan, y se dan votos que mantienen a los
corruptos, y se insultan, y cuando salen a la calle se van cada uno con los
suyos para escuchar lo que quieren seguir escuchando. Creo que nunca ha habido
durante toda la etapa democrática una desconexión, entre ciudadanos y políticos,
tan grande como la que la que vivimos actualmente.
Cuando oigo hablar, ahora, que se cumplen los cuarenta años de las primeras elecciones democráticas, a los actuales dirigentes de los
diferentes partidos, casi todos retoños bien alimentados y estudiados de las
primeras ramas de nuestra democracia, recuerdo aquellos comics, que después fueron
dibujos animados, de El Gran visir Iznogoud, cuya premisa principal era “quiero
ser califa en lugar del califa”, y no puedo evitar preguntarme qué están
dispuestos a hacer, puesto que ya sabemos lo que quieren ser.
"Yo quiero ser pequeño burgués". Moncho Alpuente y "Las madres del cordero"
La Inmensa Mayoría no se siente representada en los
estamentos políticos y se conforman con aquello que decía la canción “…tan sólo
quiere, su pan, su hembra y la fiesta en paz”. Aspiran a vivir como pequeños
burgueses, a costa de lo que sea, mientras esa clase social desaparece y la
brecha social se abre como un inmenso socavón cada vez más grande que augura un
futuro con mayor desigualdad. Aunque, como decía aquella madre “como no han
conocido lo bueno, no lo echarán de menos”
No hay comentarios:
Publicar un comentario