23 jun 2017

IZNOGOUD. Ser califa en lugar del califa.


Posiblemente estos últimos años sean los más confusos, políticamente, que yo recuerdo. La bonanza económica de la etapa de la burbuja ha convertido a la Inmensa Mayoría en personas cómodas y sumisas capaces de aguantar carros y carretas con tal de no perder el modus vivendi conseguido, aunque cueste cada vez más mantenerlo.
En el comienzo de la crisis, un día, una mujer se quejaba a otra de la cantidad de recortes en educación y sanidad que se estaban realizando por el gobierno, la segunda mujer decía: pues bueno, que se le va a hacer…., la primera dijo: deberíamos de protestar, salir a la calle, hacer algo, si no por nosotros al menos por nuestros hijos, a lo que la segunda respondió: que más da! Si como no han conocido lo bueno tampoco van a echarlo de menos.
En aquel momento me sorprendió este razonamiento y la falta de generosidad para con las generaciones próximas cuando nuestros padres y abuelos han luchado duramente por que sus hijos vivan mejor que ellos. Hoy día me sigue sorprendiendo aún más, si cabe, porque siento que es un pensamiento generalizado, no se puede echar de menos lo que no se conoce y los que si echan de menos algunas cosas, ya son mayores y, o tienen la vida solucionada o no la tienen tanto y prefieren no complicársela más.
También me sorprendo cuando escucho la mayoría de discursos políticos, en los que destaca la lucha por tomar posiciones ventajosas y en los que casi no aparece la defensa por los derechos de las personas que los han puesto en el lugar que están. Hablan y hablan de trasparencia, de corrupción, de dinero público expoliado y hablan, y se dan votos que mantienen a los corruptos, y se insultan, y cuando salen a la calle se van cada uno con los suyos para escuchar lo que quieren seguir escuchando. Creo que nunca ha habido durante toda la etapa democrática una desconexión, entre ciudadanos y políticos, tan grande como la que la que vivimos actualmente.

Cuando oigo hablar, ahora, que se cumplen los cuarenta años de las primeras elecciones democráticas, a los actuales dirigentes de los diferentes partidos, casi todos retoños bien alimentados y estudiados de las primeras ramas de nuestra democracia, recuerdo aquellos comics, que después fueron dibujos animados, de El Gran visir Iznogoud, cuya premisa principal era “quiero ser califa en lugar del califa”, y no puedo evitar preguntarme qué están dispuestos a hacer, puesto que ya sabemos lo que quieren ser.
"Yo quiero ser pequeño burgués". Moncho Alpuente y "Las madres del cordero"
 
La Inmensa Mayoría no se siente representada en los estamentos políticos y se conforman con aquello que decía la canción “…tan sólo quiere, su pan, su hembra y la fiesta en paz”. Aspiran a vivir como pequeños burgueses, a costa de lo que sea, mientras esa clase social desaparece y la brecha social se abre como un inmenso socavón cada vez más grande que augura un futuro con mayor desigualdad. Aunque, como decía aquella madre “como no han conocido lo bueno, no lo echarán de menos”

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