"Primera comunión" Pablo Picasso (1896) |
Entonces no, en aquellos años no se podía elegir. España era una dictadura cuya ideología
tenía como principal seña de identidad el Nacional Catolicismo. Todos los
españoles éramos católicos por decreto y estábamos obligados a cumplir los
preceptos de la Santa Madre Iglesia.
Por ello, entre otras cosas, cuando llegaba el mes de mayo, el “mes de las flores”, en los colegios, todas las tardes se le cantaba
a la virgen María y las niñas (no se si los niños también lo hacían ya que
niños y niñas estábamos en aulas separadas) llevábamos flores: claveles,
geranios o flores del campo, dependiendo de los posibles y las posibilidades.
Canciones como “El 13 de mayo” o “Venid y vamos todos” eran algunas de las que,
una vez terminadas las clases de la tarde, entonábamos todas las alumnas.
(Por las mañanas también se cantaba, antes de entrar a clase,
y formando filas. Los niños enfrente de las niñas, con el brazo en alto. A esa
hora era el “Arriba España”, por aquello de empezar bien el día)
Además, el mes de mayo, era el mes de las comuniones. El día
de la primera comunión se convertía en “el día más feliz de tu vida”, también por decreto.
No se podía elegir, y quisieran, o no quisieran; pudieran, o no
pudieran, las familias afrontaban este trance como buenamente podían. Las más humildes, vestían a sus hijos de forma muy modesta; las niñas con sencillos
vestidos blancos de algodón y los niños, de marinero. Trajes hechos por la madre o
alguna vecina con buena mano para la costura. Las familias pudientes vestían a
sus hijas con trajes más lujosos y a los hijos de almirante. Nunca supe el porqué
de elegir trajes relacionados con la marina para los niños. Algunas niñas vestían hábitos de monja.
"La primera comunión" Cecilia.
A comulgar había que ir en ayunas, por lo que, nada más salir
de la iglesia, tenía lugar la celebración en la casa familiar. Esta consistía en una taza de
chocolate con bizcochos o torta de llanda. Después los comulgantes, acompañados
de padres o padrinos, visitaban a los vecinos y conocidos para darles un
recordatorio de su comunión, a cambio recibían unas pesetas que iban echando
en la limosnera, indispensable elemento del vestido. -Muchas familias aliviaban
un poco sus estrecheces económicas, con lo que los hijos recogían ese día-. Después, la familia más cercana, estaba invitada, en casa del festejado, para comer juntos.
Hoy vivimos en democracia. España es un país laico en el que, cada
cual, es libre para decidir tener creencias religiosas o ausencia de ellas.
Pero, aunque las iglesias ahora sean poco frecuentadas,
cuando llega Mayo, y con el, las comuniones; podemos ver como, ocasionalmente, se siguen llenando de gente que mantienen como costumbre pretenciosa, marginadora y
clasista, lo que antes era un ritual fundamentalista y obligatorio.
En la época de comuniones, los restaurantes están reservados
con meses de antelación, en cuanto cada parroquia comunica a los padres
de los catequistas las fechas libres para poder efectuar el evento. Los niños ansían
ese día por la cantidad de regalos que reciben de forma excesiva, las familias
se gastan lo que tienen, y muchas lo que no tienen, para lucir trajes y peinados
que estén a la altura de las apariencias. Los platos se llenan de viandas y el
vino corre de copa en copa y de mesa en mesa.
Mesa de golosinas para después de la comida de celebración de una primera comunión en la actualidad. |
Desde el más profundo respeto a las creencias de cada persona, a veces me planteo si sólo habremos cambiado una dictadura de tintes religiosos por otra adoradora del derroche, con celebraciones cada vez más exageradas, regalos más ostentosos, y el desprecio, a los que no "comulgan" con la manada, cada vez mayor.
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