27 may 2017

PRIMERA COMUNIÓN ("gracias a Dios" ahora si se puede elegir)



"Primera comunión" Pablo Picasso (1896)

Entonces no, en aquellos años no se podía elegir. España era una dictadura cuya ideología tenía como principal seña de identidad el Nacional Catolicismo. Todos los españoles éramos católicos por decreto y estábamos obligados a cumplir los preceptos de la Santa Madre Iglesia.

Por ello, entre otras cosas,  cuando llegaba el mes de mayo, el “mes de las flores”, en los colegios, todas las tardes se le cantaba a la virgen María y las niñas (no se si los niños también lo hacían ya que niños y niñas estábamos en aulas separadas) llevábamos flores: claveles, geranios o flores del campo, dependiendo de los posibles y las posibilidades. Canciones como “El 13 de mayo” o “Venid y vamos todos” eran algunas de las que, una vez terminadas las clases de la tarde, entonábamos todas las alumnas.
(Por las mañanas también se cantaba, antes de entrar a clase, y formando filas. Los niños enfrente de las niñas, con el brazo en alto. A esa hora era el “Arriba España”, por aquello de empezar bien el día)
Además, el mes de mayo, era el mes de las comuniones. El día de la primera comunión se convertía en “el día más feliz de tu vida”, también por decreto.
No se podía elegir, y quisieran, o no quisieran; pudieran, o no pudieran, las familias afrontaban este trance como buenamente podían. Las más humildes, vestían a sus hijos de forma muy modesta; las niñas con sencillos vestidos blancos de algodón y  los niños, de marinero. Trajes hechos por la madre o alguna vecina con buena mano para la costura. Las familias pudientes vestían a sus hijas con trajes más lujosos y a los hijos de almirante. Nunca supe el porqué de elegir trajes relacionados con la marina para los niños. Algunas niñas vestían hábitos de monja.
 
"La primera comunión" Cecilia.
 
 
A comulgar había que ir en ayunas, por lo que, nada más salir de la iglesia, tenía lugar la celebración en la casa familiar. Esta consistía en una taza de chocolate con bizcochos o torta de llanda. Después los comulgantes, acompañados de padres o padrinos, visitaban a los vecinos y conocidos para darles un recordatorio de su comunión, a cambio recibían unas pesetas que iban echando en la limosnera, indispensable elemento del vestido. -Muchas familias aliviaban un poco sus estrecheces económicas, con lo que los hijos recogían ese día-. Después, la familia más cercana, estaba invitada, en casa del festejado, para comer juntos.
 
Hoy vivimos en democracia. España es un país laico en el que, cada cual, es libre para decidir tener creencias  religiosas o ausencia de ellas.
Pero, aunque las iglesias ahora sean poco frecuentadas, cuando llega Mayo, y con el, las comuniones; podemos ver como, ocasionalmente, se siguen llenando de gente que mantienen como costumbre pretenciosa, marginadora y clasista, lo que antes era un ritual fundamentalista y obligatorio.
En la época de comuniones, los restaurantes están reservados con meses de antelación, en cuanto cada parroquia comunica a los padres de los catequistas las fechas libres para poder efectuar el evento. Los niños ansían ese día por la cantidad de regalos que reciben de forma excesiva, las familias se gastan lo que tienen, y muchas lo que no tienen, para lucir trajes y peinados que estén a la altura de las apariencias. Los platos se llenan de viandas y el vino corre de copa en copa y de mesa en mesa.
Mesa de golosinas para después de la comida de celebración de una primera comunión en la actualidad.
Desde el más profundo respeto a las creencias de cada persona, a veces me planteo si sólo habremos cambiado una dictadura de tintes religiosos por otra adoradora del derroche, con celebraciones cada vez más exageradas, regalos más ostentosos,  y el desprecio, a los que no "comulgan" con la manada, cada vez mayor.

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