25 mar 2017

YO QUIERO UN TBO (si no me lo compras, lloro y pataleo)



Siempre he preferido la palabra tebeo a la de comic, aunque ambas se refieran a publicaciones de historias gráficas. El comic de mi infancia va ligado a los superhéroes de la Marvel que, aún hoy, me siguen gustando.
Este año se cumple el centenario de la publicación que dio nombre a todas las demás (nombre recogido ya en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua) el TBO,

El TBO se publicó, en su primera etapa, desde 1917 a 1938, lo que significa que se siguió publicando durante la Guerra Civil, aunque sólo en la zona republicana. Al terminar la guerra, y debido a las restricciones de papel, se publicó de forma irregular, a partir de 1952 se inició una etapa más continuada que duró hasta los años 70. Los contenidos del TBO estaban dirigidos al público infantil y sus viñetas eran de un humor completamente blanco. Coetáneo del TBO fue la revista infantil llamada “Pulgarcito”.


Goyita y Baldomerito (1930) cantan este cuplé en la Radio para la publicación TBO

En mi niñez fui lectora de tebeos, me gustaban sobre todo los llamados Almanaques que eran unos números especiales que salían en Navidad y cuyo contenido era ambientado en esa época del año. Luego también estaba el extra de verano. Estas ediciones especiales las hacían todos los tebeos de la época: DDT, Tío Vivo, Pumby y las anteriormente nombradas TBO y Pulgarcito. Yo las esperaba con ansiedad, a los pueblos nunca llegaban cuando se publicaban, de todas formas procuraba dosificarme su lectura para que durase más tiempo.
Los personajes de aquellas publicaciones tenían unas características definidas y representativas de la época. Carpanta, el indigente que no tenía trabajo ni nada que llevarse a la boca, soñaba con pollos asados y nunca conseguía saciar su hambre. Petra, criada para todo, al servicio de una soltera un poco déspota. Doña Urraca, cuyo máximo placer era que ocurriese cualquier desgracia. etc.

Mis preferidos eran los que reflejaban grupos familiares: La familia Trapisonda, con perro criada y dos niños, La familia Cebolleta cuyo abuelo, a la que te descuidabas contaba una batallita. La familia Ulises, con perro y abuela de pueblo. La familia Churumbel, de raza gitana con todos los estereotipos relacionados con la misma, (tenían un hijo universitario que era la oveja negra).
La familia Churumbel

Había publicaciones especialmente para niñas, y mi favorita, Mary Noticias, la periodista-heroína que investigaba y solucionaba misterios pero que en realidad eran resueltos por su misterioso amigo “Bruma”.

Los niños y niñas, lectores de tebeos, en aquellos años, no siempre teníamos dinero para comprarlos, pero podíamos adquirirlos cómo préstamo en los quioscos que había en el centro del pueblo, allí también se prestaban novelas de Corín Tellado y de Marcial Lafuente Estefanía. De esta manera por poco dinero teníamos a nuestro alcance todas estas publicaciones. En estos quioscos también se podían comprar cromos de los álbumes del momento y, a escondidas, cigarrillos sueltos, Celtas cortos o Ideales sin boquilla.

El centenario del TBO me ha traído estos recuerdos de una época reciente pero distante del modo de vida actual, en el que el regalo más pequeño que se le da a un niño cuesta más que todos los tebeos que podíamos leer nosotros en un año y aún así es difícil satisfacer los deseos de los más chicos, en esta sociedad en la que nada es suficiente.

12 mar 2017

LISÍSTRATA. ARMAS DE MUJER





"COMISARIO. ¿Así que, con lanas, hilos y husos, os creéis que vais a poner fin a unos asuntos tan terribles? ¡Qué necias!
LISÍSTRATA. Sí, y también vosotros, si tuvieras una pizca de sentido común, según nuestras lanas gobernaríais todo.
COMISARIO. ¿Cómo? A ver.
LISÍSTRATA. Primero, a la ciudad como al vellón de lana, después de haberle quitado la mugre lavándola en un baño, habría que ponerla sobre un lecho, apalearla para que eche a los sinvergüenzas y sacarle los abrojos; y a esos que se reúnen y se aglomeran junto a los cargos públicos, separarlos con el cardado y arrancarles... las cabezas. Después habría que esponjar la  buena  voluntad  común  y  echarla  en  un  cestito,  mezclando  a todos,  a  los  metecos,  a  los  extranjeros  que  sean  amigos  nuestros,  y  a  los que  tengan  deudas  con  el  Estado:  también  a  esos  mezclarlos  ahí ¡Por Zeus!, y las ciudades, todas las que son colonias de esta tierra, habría que tener una idea clara de que para nosotros son como los copos de lana que están  cada  uno  por  su  lado;  luego  se  cogen  estos  copos  que  forman  cada una  de  ellas,  se  reúnen  y  se  juntan  en  uno  solo,  y  después  se  hace  una gran bola y, con ella, se teje un vestido para la gente." ("Lisístrata" . Aristófanes)


 

Marzo es ese mes en el que toca hablar de las mujeres y sus derechos, de la igualdad. Y a eso voy.
Es verdad que las mujeres, a lo largo de la historia, hemos estado entre bambalinas. En el hogar, en el trabajo, en la política, los actores principales han sido los hombres, ellos son los que han sido cabeza de cartel. Con el tiempo las mujeres vamos tomando posiciones en los ámbitos que antes se nos estaban vedados por la ley o por la costumbre.
Pero, a veces,  me da la impresión de que andamos por un camino equivocado cuando hablamos de Igualdad. ¿En verdad, para conseguir la igualdad, las mujeres debemos hacer lo mismo que, tradicionalmente, han hecho los hombres? ¿quiere esto decir que eso es lo verdaderamente importante y por ello tenemos que ocuparnos de esas cosas para poder ocupar un lugar de cierta relevancia social?
Muchas veces oigo decir: ¡si gobernaran las mujeres todo sería mejor! Cuando escucho esto pienso en dirigentes como Margaret Thatcher, Ángela Merkel o Esperanza Aguirre y siento un repelús. ¿Para que una mujer gobierne tiene que reunir todas las características, atribuidas socialmente a los hombres? Por otro lado, en los últimos tiempos, tenemos ejemplos más gratificantes y edificantes de mujeres que ejercen lugares de gobierno, como Manuela Carmena o Ada Colau.
 
Son muchas las preguntas que me hago, respuestas tengo muy pocas.
"El eterno femenino" La Mode
 
Lo que si tengo claro, en lo que se refiere a la política (que es todo) es que incluir lo femenino significa actuar de forma conciliadora, tolerante, igualitaria y democrática, sea quien sea quien la ejerza.
Yo no considero que sea más importante salir a pescar que cocinar el pescado, cosechar la fruta que hacer mermeladas, cultivar algodón que tejer tapices, criar ovejas que cardar la lana, picar carbón que calentar el hogar, proveer que administrar, cada cosa tiene que hacerla quien esté más cualificado para ello.
He comenzado el post con un fragmento de Lisístrata, la obra de Aristófanes en la que se habla de estrategias femeninas. Aquí os dejo el tráiler de una película (indispensable) que tiene que ver con el mismo tema. En ella también son mujeres las que ejercen su autoridad.
 
"La fuente de las mujeres"

3 mar 2017

LA NENA, LA BURRUCHA

             
                                                         
Cada año, cuando llega el 8 de marzo, echo hacia atrás la mirada y pienso en esas mujeres que vivieron otros tiempos en los que, a pesar de los encorsetamientos sociales, no pasaban desapercibidas, por ser distintas, por no ceñirse a las normas, por vivir la vida de manera diferente. Mujeres que han ido quedando ocultas en la memoria.  Hoy quiero rememorar, pero sobre todo dar a conocer a las nuevas generaciones de hombres y mujeres, a una alhameña que fue cualquier cosa menos corriente.
Mis recuerdos sobre esta mujer se remontan a la infancia. Me parecía una mujer formidable, que imponía con su sola presencia, creo que todo en ella era excesivo, su risa, su aspecto, su voz y su sabiduría.
Recuerdo sus visitas a la casa de mis abuelos, donde siempre era bien recibida. Solía llegar a media tarde y se quedaba a merendar con nosotros, en el fresco patio emparrado. Era una persona admirada por mi entorno. A mí me gustaba escuchar lo que contaban de ella: su maestría a la hora de interpretar los más diferentes instrumentos musicales, su habilidad pintando sobre seda, la maña con que bordaba refajos y mantones. Creo que incluso llegó a componer alguna que otra pieza musical.
Fue durante las tardes de un caluroso verano, que acompañé a un familiar a la casa donde la Nena, en la calle Fulgencio Cerón cava, impartía clases de laúd, bandurria, guitarra y demás. El calor asfixiante de la calle se quedaba en la puerta nada más cruzar el umbral de su vivienda, no sé si porque dentro hacía más fresco o porque el interior me asombraba tanto, que cualquier otra sensación desaparecía.
No soy capaz de describir aquel entorno, era tan caótico que mirase donde mirase, había algo que atrapaba mi atención, telas, cuadros, instrumentos musicales, entre ellos un piano, estanterías atestadas de todo tipo de cosas, cajas, partituras, mesas, sillas, jarrones, floreros…y una manada de gatos que se enseñoreaban por entre todos los elementos de este, para mí, fantástico escenario. Durante el tiempo que duraba la clase, nos invitaba a una limonada casera ¡con hielo! Que traía en una jarra de cristal. Aquello me parecía el más sofisticado de los placeres y la bebía lentamente para que durase lo máximo posible.

Siempre tuve la impresión de que a esta mujer le gustaba disfrutar de la vida, de los placeres sencillos. Me viene a la cabeza su imagen riendo, a carcajadas o hablando con voz potente, mientras se abanicaba con prisa.
Su anárquica forma de encarar la vida hizo que fuese catalogada como una excéntrica más que como lo que era en realidad, una gran maestra de las artes más diversas. Probablemente, si viviese hoy en día, sería considerada una artista completa, compleja y excepcional.
Vivía con lo mínimo mientras atesoraba el producto de su trabajo de tantos años. La codicia acompañó y empañó su muerte y los buitres acudieron a repartirse todo aquello a lo que ella nunca prestó atención.
La Nena la Burrucha, como se la conoció siempre, fue una mujer diferente, una mujer única, no convencional, que vivió en una sociedad de mentes muy estrechas y murió en una sociedad de manos muy largas