"COMISARIO. ¿Así que, con lanas, hilos y husos, os creéis que vais a poner fin a unos asuntos tan terribles? ¡Qué necias!
LISÍSTRATA. Sí, y también
vosotros, si tuvieras una pizca de sentido común, según nuestras lanas
gobernaríais todo.
COMISARIO. ¿Cómo? A ver.
LISÍSTRATA. Primero, a la
ciudad como al vellón de lana, después de haberle quitado la mugre lavándola en
un baño, habría que ponerla sobre un lecho, apalearla para que eche a los
sinvergüenzas y sacarle los abrojos; y a esos que se reúnen y se aglomeran
junto a los cargos públicos, separarlos con el cardado y arrancarles... las
cabezas. Después habría que esponjar la
buena voluntad común
y echarla en
un cestito, mezclando
a todos, a los
metecos, a los
extranjeros que sean
amigos nuestros, y
a los que tengan
deudas con el
Estado: también a
esos mezclarlos ahí ¡Por Zeus!, y las ciudades, todas las que
son colonias de esta tierra, habría que tener una idea clara de que para
nosotros son como los copos de lana que están
cada uno por
su lado; luego
se cogen estos
copos que forman
cada una de ellas,
se reúnen y
se juntan en
uno solo, y
después se hace
una gran bola y, con ella, se teje un vestido para la gente." ("Lisístrata" . Aristófanes)
Marzo es ese mes en el que toca
hablar de las mujeres y sus derechos, de la igualdad. Y a eso voy.
Es verdad que las mujeres, a
lo largo de la historia, hemos estado entre bambalinas. En el hogar, en el
trabajo, en la política, los actores principales han sido los hombres, ellos
son los que han sido cabeza de cartel. Con el tiempo las mujeres vamos tomando
posiciones en los ámbitos que antes se nos estaban vedados por la ley o por la
costumbre.
Pero, a veces, me da la impresión de que
andamos por un camino equivocado cuando hablamos de Igualdad. ¿En verdad, para
conseguir la igualdad, las mujeres debemos hacer lo mismo que, tradicionalmente,
han hecho los hombres? ¿quiere esto decir que eso es lo verdaderamente importante
y por ello tenemos que ocuparnos de esas cosas para
poder ocupar un lugar de cierta relevancia social?
Muchas veces oigo decir: ¡si
gobernaran las mujeres todo sería mejor! Cuando escucho esto pienso en
dirigentes como Margaret Thatcher, Ángela Merkel o Esperanza Aguirre y siento
un repelús. ¿Para que
una mujer gobierne tiene que reunir todas las características, atribuidas
socialmente a los hombres? Por otro lado, en los últimos tiempos, tenemos ejemplos más gratificantes y edificantes de mujeres que ejercen lugares de gobierno, como Manuela Carmena o Ada Colau.
Son muchas las
preguntas que me hago, respuestas tengo muy pocas.
"El eterno femenino" La Mode
Yo no considero que sea más
importante salir a pescar que cocinar el pescado, cosechar la fruta que hacer
mermeladas, cultivar algodón que tejer tapices, criar ovejas que cardar la
lana, picar carbón que calentar el hogar, proveer que administrar, cada cosa
tiene que hacerla quien esté más cualificado para ello.
He comenzado el post con un
fragmento de Lisístrata, la obra de Aristófanes en la que se habla de
estrategias femeninas. Aquí os dejo el tráiler de una película (indispensable) que tiene que ver con el mismo
tema. En ella también son mujeres las que ejercen su autoridad.
"La fuente de las mujeres"
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