La aparición del fuego en la vida del
hombre supuso un punto de inflexión que dispararía su evolución de muy
distintas formas. El fuego permitió cocer los alimentos, esto facilitaba la
digestión y los nutrientes se asimilaban mejor lo que influyó en la
modificación del cerebro consiguiendo un aumento de la memoria a largo plazo y
la capacidad de solucionar problemas; por otra parte, la vida no se acababa con
el fin del día, la noche se convirtió en un apartado social en el que, alrededor
del fuego, se ampliaba la comunicación entre las personas y por consiguiente el
lenguaje. Considero que cocinar los alimentos es una de las pocas cosas que nos
diferencian a los seres humanos de los animales.
Empecé a cocinar siendo casi una niña, al
ser la hermana mayor de una familia en la que la madre trabajaba hizo que
pronto me arrimara a los fogones, pero lo que más me gustaba era hacer comidas
diferentes, tener el horno de pan del negocio familiar facilitó muchos de los
experimentos en los que participábamos todos los hermanos. Cuando llegó a casa
el primer frigorífico con congelador las posibilidades se multiplicaron, en
verano hacíamos helado de casi todo.
Ordenando papeles acabo de encontrar la
primera receta que aprendí fuera del ámbito familiar, fue en unos cursos que se
impartían,para chicas, en la Agencia de Extensión Agraria, en ellos se aprendía protocolo,
cocina y demás, yo tenía entonces 12 o 13 años, mi profesora se llamaba Pepa y era hija
de uno de los barberos del pueblo,(con el tiempo y por azares de la vida mi
profesión acabo siendo la de cocinera, pero en aquellos tiempos ni se me pasaba
por la cabeza), la receta es de una tarta de chocolate, no tan sofisticada como
las de ahora, pero estaba muy rica y la hice muchas veces.
Durante la recién acabada semana
santa, he escuchado mucho la palabra comida, relacionada unas veces con costumbres,
como comer torrijas o arroz con leche por esta época, otras veces relacionadas
con lo que podríamos llamar “ritos religiosos” como hacer en casa el potaje de vigilia, o el
guiso de patatas con bacalao, para no comer carne según qué días. Son costumbres
de arraigo católico pero que casi nadie sabe por qué se hacen
Esto me ha llevado a recordar tantas
costumbres y tradiciones que por perniciosas y retrógradas para las personas se
han ido eliminando y han dejado de serlo, desde el “derecho de pernada”, “la ley
de Talión” o aquello de dar a los niños un vaso de vino dulce para abrir el
apetito.
Hay dos películas basadas en sendas
novelas que tienen mucho que ver con la cocina, las tradiciones arcaicas y el
chocolate.
La primera es “Como agua para chocolate”
que trata de una injusta costumbre para las mujeres en México, la más pequeña
de las hijas de cualquier familia no podía casarse, tenía que quedarse a cuidar
de los padres.
La otra es “Chocolat” en ella se habla
de un pueblo en el que sus gobernantes fundamentalistas/católicos reaccionan
irracionalmente ante la llegada de un soplo de libertad en época de cuaresma.
En ambas las ganas de ser libre se sobreponen a la intransigencia y los convencionalismos.
Cuando escucho, en pleno siglo XXI, que se acatan, como inamovibles e incuestionables, según qué costumbres/tradiciones siento un poco de tristeza al ver lo fácilmente que olvidamos y nos acomodamos, lo que nos cuesta pararnos a pensar y seguir avanzando. Para crecer y evolucionar como hombres y mujeres es preciso soltarse de la oscuridad que nos sigue encadenando a la caverna donde aún no había llegado la luz del fuego.