Coincidiendo con las semanas más
frías del invierno, he estado alejada de estas páginas por motivos ajenos a mi
voluntad. Al parecer, los virus que se habían mantenido a raya durante tres años, han vuelto con las pilas cargadas
y a nosotros nos han encontrado con la guardia baja.
Durante este tiempo mi malestar
físico se ha visto acrecentado por las noticias que se colaban entre los
resquicios que dejaban libres los inhaladores y antibióticos. Compruebo que la
antesala de las elecciones está plagada de acciones que consiguen llevarme a un
lugar desconocido para mí, un lugar en el que no me siento cómoda porque no lo
entiendo.
Se aprueban leyes incongruentes,
algunas incluso diría que desproporcionadas, sin medir los efectos y
consecuencias que puedan tener. Leyes relacionadas con las mujeres y la
igualdad que ponen en juego y en riesgo mucho de aquello que en teoría
defienden. Leyes con conceptos poco razonados y, desde mi punto de vista, poco
explicados a los ciudadanos. Leyes importantes porque tienen que ver con algo
que importa tanto como el cuerpo, la infancia y la adolescencia con todas las
inseguridades y angustia que la acompañan.
Hace años se les dijo a los
jóvenes que serían lo que ellos quisiesen ser, que podrían conseguir todo
aquello que deseasen. Esos jóvenes han podido comprobar que se les educó bajo
premisas falsas. Han tenido que aceptar trabajos que no tenían nada que ver con
lo que habían estudiado o se han ido a otros países en busca de un futuro
decente.
Ahora, con el agravante de haber
vivido una pandemia con todas las secuelas que está dejando en la población, sobre todo en los más jóvenes que están viendo
peligrar su estabilidad, vamos y les decimos que, siendo aún menores de edad,
sin poder ser independientes ni optar a un trabajo pueden “solucionar” sus
problemas de identidad. Es decir que en edades en las que nadie tiene nada
seguro sobre lo que es o sobre lo que quiere ser, tendrá la libre opción de
tomar decisiones que marcarán su vida de forma irreversible.
El colmo de mi malestar llegó en
los días que rodearon al 8 de marzo. Manifestaciones de feministas desunidas,
algunas de ellas del mismo color político, salieron a la calle para
manifestarse unas contra otras, en vez de todas por la igualdad.
Hoy mismo acabo de leer que una
de las nuevas feministas de la Nueva Política ha propuesto, (ante un sinsentido
como es la moción de censura al gobierno por parte del partido de la extrema
derecha), que intervengan sólo mujeres para poner en evidencia a esta
formación.
Imagino que esto no se llevará a
cabo, porque vamos camino de ver un Congreso de los Diputados convertido en un
instituto donde adolescentes inmaduros, toman decisiones irrisorias para
provocar a los malotes, dándoles así la importancia que no tienen y
proveyéndolos de un peligroso protagonismo que no son capaces de ver
No sé si serán secuelas de haber
estado enferma pero hoy siento, como Machado, el corazón helado y echo de menos
lo que habría dicho mi admirada Almudena ante esta disparatada situación.
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