Como ya sabréis los que leen este periódico y le echan una ojeada a lo que escribo, muchas veces hablo de cine, de películas que por algún motivo han llamado mi atención. En las pasadas navidades la sexta ola me hizo, por precaución, aplazar un viaje que tenía previsto, así que el tiempo que pensaba dedicar a estar con la familia los empleé en leer y ver películas.
Por esos días se estrenó en Netflix
la supuesta comedia “No mires arriba” me atrajo sobre todo el elenco de actores
y actrices que la protagonizaban. La vi
porque no tenía ganas de calentamientos de cabeza y me apetecía ver algo
entretenido. Me gustó, aunque me costó encontrarle el punto ese de comedia que
te prometían al anunciarla. El argumento va de como los políticos y casi toda
la sociedad hacen caso omiso a unos científicos que advierten del inminente
impacto de un meteorito que acabaría con la vida en la tierra. (No cuento más y
os animo a verla). Sin querer adviertes el paralelismo que hay entre ese
argumento y lo que estamos viviendo en estos últimos años. Por eso, lo de
“comedia” no acabó de encajarme, las sonrisas que me produjeron algunas
situaciones también me dejaron un poso de tristeza.
Con el año nuevo apareció una entrevista
publicada en un periódico británico el 26 de diciembre a un ministro de nuestro
país que ha generado un aluvión de criticas al mismo. Al parecer dicha
entrevista no se ha publicado íntegramente y lo publicado da una versión
sesgada de lo que en realidad quiso decir este ministro. Hasta aquí todo normal
dentro de la anormalidad de las noticias falsas o mal interpretadas.
Pero….¿era necesario, en estos
momentos, entrar al trapo tan oportunamente sacudido para beneficio de algunos? Considero que ante una noticia que sólo sirve
para hacer daño al gobierno de coalición, habría que haber pasado de puntillas
y no tirarse y retozar en el lodazal que hábilmente se les ha puesto a los
pies. Y… ¿era necesario que la otra parte del gobierno salga, a toda prisa a
dejar claro que no están de acuerdo con la declaración que ha provocado la
discordia? ¿Tanto cuesta mantener la boca cerrada? Hay un dicho que dice que
“se tarda dos años en aprender a hablar y sesenta en aprender a callar”, quizás
la juventud del actual gobierno es su mayor virtud y su mayor defecto.
La torpeza política es el pan
nuestro de cada día. En este caso la torpeza de la coalición de izquierdas,
salvo honrosas excepciones como es el caso de la ministra de trabajo, le está
haciendo el “caldo gordo” a la oposición que se ha limitado a mover el
estercolero para recoger beneficios y que no se hable de sus continuas
barrabasadas.
En “No mires arriba”, no querer
ver la realidad y mirar para otro lado por parte de los dirigentes es el hilo
argumental. En el caso que hoy comento podríamos decir que, si miran al sol directamente,
sin filtros, nuestros políticos pueden quedarse ciegos. En el termino medio
está la virtud, o eso dicen. Como casi cada semana desde que comenzó la
pandemia, hago hincapié en la excepcional situación que vivimos y en la muy
probable gravedad de sus consecuencias económicas que podremos comprobar en
pocos meses. Por ello vuelvo a preguntar ¿era necesario este circo de dimes y
diretes? Mas hacer y menos hablar.
"Nuestros progresos en la industria y las ciencias exactas son
incontestables; pero no por ello la civilización corre menos hacia su ruina.
Declina en cuatro puntos: Materiales: 1. Ruina de los bosques, fuentes y
montañas. 2. Deterioro de los climas.
Políticos: 1. Espíritu mercantil y fiscalidad crecientes. 2. Fermentación revolucionaria
y deuda pública. Esto es degenerar en cuatro sentidos pese al progreso de las
Luces". Charles Fourier, socialista utópico (1772-1837).
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