Ahora todo cuesta más trabajo.
Hasta hacer un resumen del año parece una tarea digna de Sísifo. Quiero
escribir en modo esperanzador y a poco que me descuido me deslizo por la
pendiente del agobio y la angustia.
Y es que 2021 ha sido un año de
altibajos, caracterizado y marcado por la pandemia que sigue activa a nivel
global. Durante doce meses se han ido alternando campañas de vacunación y olas
de contagios, esos vaivenes nos han zarandeado mental y físicamente a todos,
aunque las personas mayores y dependientes hayan sido quienes han salido más
perjudicadas.
Intentando mirar desde la
distancia, puede comprobarse que lo que ha ido sucediendo este último año
supera cualquier guion apocalíptico: nevadas intensas, ataque al Capitolio, los
talibanes toman el poder en Afganistán, la crisis migratoria con Marruecos,
erupción de un volcán en la isla de La Palma. Todo esto con las diferentes
variantes del Covid 19 de fondo. En este escenario es muy fácil dejarse llevar
por las teorías de los conspiranoicos y negacionistas. Lo irreal parece más
creíble que la propia realidad.
Pero la vida acaba por ejercer su
poderoso influjo y, ladeando todo este lastre, aparecen otras cosas. En primer lugar,
tengo que poner las diferentes vacunas que han conseguido la supervivencia de
millones de infectados, otros logros conseguidos y destacables son la
aprobación de la ley de la eutanasia o la reforma laboral.
En un orden de cosas distinto, estamos
viendo como la salud mental de nuestra sociedad ha roto la barrera que la
mantenía escondida, el estrés pandémico a hecho saltar por los aires la mayoría
de los problemas ocultos y ocultados, poniendo de relieve la necesidad de una
mayor infraestructura pública que proteja y acompañe a quienes padecen
cualquier trastorno relacionado con esta parte tan importante de nuestra salud
y de nuestra vida.
Por último, está la nueva
variante del Covid, la llamada Ómicron; hay quienes la ponen en el lado peor
por su grandísimo poder de contagio, sin embargo, esto mismo puede ser la
solución del problema. Su alta capacidad de propagación unida a una muy baja
letalidad podría lograr el grado de inmunidad que el mundo necesita.
Conforme avanzo con el escrito
veo como mi balanza imaginaria va poco a poco equilibrándose. Habrá que seguir
aprendiendo a navegar con la angustia y la incertidumbre y mirar hacia adelante
eligiendo bien los recursos que nos mantengan a flote.
Ahora que acabamos de salir de las
fiestas navideñas (siguen siendo diferentes a las que estábamos acostumbrados)
y que entramos de lleno en un nuevo año, no me atrevo a decir aquello de “Año
nuevo, vida nueva” o lo de “Próspero año nuevo” los dos últimos años nos ha
dejado bien claro que sólo son frases hechas, sin embargo, sí que creo que
debemos, por un lado, reflexionar sobre todo lo que nos está pasando y, por
otro, arremangarnos para seguir construyendo lo por venir.
“Toda fiesta celebra a la vez un
duelo y un pacto. El primero es por algo perdido: los que no están, lo que no
se logró. Y el pacto es un nuevo arreglo con la divinidad, sea Dios, la vida,
la contingencia, el estado de las cosas, lo irremediable, lo imposible, etc. En
ambos casos nos sigue convocando a desafiar el futuro” S. Freud, 1896, “Un
cuento de Navidad”
"Qué será, será"
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