"Yo no creo en la edad.
todos los viejos
llevan
en los ojos
un niño
y los niños
a veces,
nos observan
como ancianos profundos..." Oda a la edad. Neruda.
He tenido la suerte de conocer a mis cuatro abuelos y disfrutar de ellos hasta cuando ya he sido adulta, incluso conocí a una bisabuela. De mi infancia, casi todos mis recuerdos están relacionados con ellos.
Los primeros años de la vida
de una persona son donde se arman los cimientos sobre los que se irá edificando
la misma. Cuando tenemos hijos esos años los vivimos casi sin darnos cuenta,
entre el trabajo, los cuidados de los niños, la casa. Cuando venimos a darnos
cuenta los hijos son mayores y no sabemos cómo ha sido posible.
Los abuelos son cruciales en
esos años, son los que con la paciencia y la sabiduría que les ha ido dando la
vida tienen en cuenta a los nietos de una forma distinta, sin la
responsabilidad exigida de cuando ellos fueron padres, entreviendo y
comprendiendo a los hombres y mujeres en que se convertirán.
Se vuelven un poco niños los
abuelos, jugando con los nietos lo que con sus hijos no pudieron; un poco
maestros guiando sus manos ante las primeras letras, también cantantes,
recordando nanas y canciones infantiles arrinconadas en la memoria,
antropólogos que cuentan modos de vida pasada, cocineros de las comidas
favoritas, esas que las madre no tienen tiempo de hacer, son confidentes y
consejeros ante los primeros enfados con los padres, y un largo etcétera que todos
podemos identificar.
Mis primeras canciones
infantiles las aprendí de mis abuelas y tías que aún estaban solteras.
Los primeros cuentos me los compró uno de mis abuelos, el mismo que años más tarde me dejaría leer las obras de teatro que representaba de joven cuando pertenecía a la JSU. El fue también quien, por primera vez, con sólo una pregunta me hizo pararme a pensar y cuestionarme la ideología que se nos inculcaba desde el ámbito educativo.
Los primeros cuentos me los compró uno de mis abuelos, el mismo que años más tarde me dejaría leer las obras de teatro que representaba de joven cuando pertenecía a la JSU. El fue también quien, por primera vez, con sólo una pregunta me hizo pararme a pensar y cuestionarme la ideología que se nos inculcaba desde el ámbito educativo.
Mi otro abuelo era un
campesino adusto, serio, parco en palabras, creo que nunca lo vi sonreír. Cada
año nos medía a mi prima y a mí, hacía una marca por encima de nuestras cabezas
en la pared que había al lado de la chimenea.
De mis abuelas aprendí también
a cuidar y amar las flores y plantas, las dos eran excelentes jardineras. Y
recuerdo las torrijas de vino y el arroz con leche de una, o las meriendas bajo
el emparrado del patio, escuchando cuentos en la radio, en la casa de la otra.
Lo que mas me gustaba era escuchar historias, algunas truculentas, de otros
tiempos.
Creo que, en una u otra
medida, ellos fueron mis primeros educadores y ahora que yo soy también abuela
espero ejercer ese cargo con la misma dignidad y cariño que ellos lo hicieron.
Canciones que escuchaban mis abuelos en la radio, desde niña me encantan los cuplés.
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