9 jul 2020

LO INCONFINABLE




La vida va retomando su lugar y nosotros vamos incorporándonos a esta nueva sociedad que nos pilla a todos un poco desorientados. La cuarentena y, ahora el calor, contribuyen a crear un cierto aletargamiento que hace que nos cueste aún más asimilar la realidad.
A lo largo de todo el confinamiento ha habido noticias que me han llamado poderosamente la atención por que ponían en relieve esa parte del ser humano que no atiende a otras normas que las de los impulsos primarios e irreprimibles.



La convivencia de familias en un lugar cerrado, sin vía de escape, han dado lugar a multitud de situaciones de maltrato, sobre todo de mujeres, pero también de niños. Mujeres en situación de vulnerabilidad se han visto obligadas a vivir con su maltratador, sin tener acceso a sus vínculos más próximos de familiares y amigos, que en otro momento hubiesen significado un apoyo. La ONU ha llamado a esto “La pandemia en la sombra”. Las casas de acogida se han visto casi desbordadas. Niños indefensos inmersos en familias desestructuradas donde, durante la pandemia, han aflorado todos los males.

Por otro lado, personas con personalidades violentas han visto agravada su situación por el estrés, el confinamiento, la situación económica y laboral. Hombres y mujeres que estaban a salvo del COVID, pero no de sí mismas.

Otra situación alarmante, durante el Coronavirus, ha sido la de la prostitución. Ese “antiguo oficio” socialmente aceptado, aunque nunca reconocido, ha llenado albergues y refugios de personas que viven al día y que al tener la “clientela” confinada han visto desaparecer su fuente de ingresos.
Aunque hay demandas que no pueden cerrar la puerta. Los clubes de alterne cerraron el 14 de marzo, pero “hecha la ley, hecha la trampa”, así que todo lo relacionado con esto se volvió clandestino, lo que quiere decir sin medidas de seguridad ni sanitarias. Internet ha funcionado como medio para informar sobre los pisos y habitaciones donde se ofrecían estos servicios.
Así se han asegurado quienes gestionan redes de prostitución, mantener sus ingresos “salir para hacer la compra en el supermercado ha sido una buena excusa para los clientes”. Las mujeres (prostitutas y esposas) y los hombres (clientes) expuestos, unos sin saberlo y otros a sabiendas.

Otro grupo social que se ha visto doblemente afectado durante este confinamiento han sido los drogodependientes. El estado de alarma con el consiguiente control policial ha hecho casi imposible el acceso a los sitios de compra de costumbre. El alcohol y los fármacos han suplido en gran manera a las drogas de consumo habitual.
Aunque, (siempre hay “listos”) empresas ficticias, aprovechando que se podía repartir comida a domicilio, se las han ingeniado para responder a la demanda del consumo para los clientes habituales.

Situaciones como estas, sobre las que no voy a emitir ningún juicio, demuestran que muchas veces, las personas somos incapaces de “poner puertas al campo”, a ese campo salvaje e indomesticable, aunque con ello se ponga en riesgo la propia vida y, lo que es peor, la vida de quienes nos rodean.

Hay confinamientos de los que no se puede salir y otros que son imposibles de mantener.

"la bestia en mi" Johnny Cash


 (publicado en @Infolínea- Alhama 1.162)


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