Ha llegado la hora de las conclusiones. El estado de alerta termina y se trata de hacer un repaso a todo lo que nos ha ocurrido desde el mes de marzo. Me he dado cuenta de que la mejor manera no es otra que la de echar una mirada a los grupos de Whatsapp, probadlo y veréis.
En febrero, las risas. ¡Que exagerada es alguna gente, si sólo es un virus!. Lo de las mascarillas, vaya cachondeo, si hasta las hacen de diseño, no saben que inventar. Y en China haciendo un macro hospital, ¡un disparate, vamos!. “el coronavirus quiere entrar en el grupo” (emoticono de risas).
A primeros de marzo seguíamos sin
querer tomárnoslo en serio, aunque los más hipocondríacos comenzaban a
inquietarse. Los supermercados se quedan sin papel higiénico, (siguen las risas).
Madrid cierra los centros
educativos. Se suspenden las Fallas y el Papa recomienda que se aplacen las
procesiones de Semana Santa. Esto ya empieza a preocupar. Comienza el
confinamiento. Se cierran fronteras. Iniciativa popular de salir a los balcones
para a aplaudir al personal sanitario. Recomendaciones de libros, películas y
música inundan las redes. Desabastecimiento de mascarillas y geles
hidroalcohólicos… (seguro que todo esto nos va a cambiar).
Se convierte en habitual la
comparecencia de un demacrado presidente de gobierno y de Fernando Simón. Sólo
se habla de muertos, son miles. Desde ahora cuando pensemos en Ifema y el
Palacio de Cristal nunca será de la misma forma ¡cuanto dolor!.
Hablar con amigos y familia a
través de una cámara. La lluvia que nos acompaña durante gran parte de la
cuarentena. La naturaleza se recupera, también las fake news que reparten odio
(en algunos barrios las cacerolas sustituyen a los aplausos).
Las conversaciones empiezan a
girar sobre ERTES y cierres de empresas. Parece que somos conscientes de la
gravedad de lo que nos está pasando, ¿o no?.
Poco a poco el contagio remite,
comienza la desescalada que nos llevará a esa “Nueva Normalidad” ¿alguien sabe
que es lo normal, si es que eso existe?
Ya falta poco, dicen por ahí. ¿Poco
para qué?, me pregunto yo.
(articulo publicado en @Infolinea 1.161)