Como cada cosa que ocurre en el mundo, aunque a veces cueste
verla, esto que estamos viviendo tiene una parte positiva, la regeneración del
medio ambiente. La casi ausencia de circulación, así como el descenso de
actividades contaminantes, hace que la Naturaleza esté dando síntomas de
recuperación. Algunas de las imágenes más gráficas son las de los canales de
Venecia con el agua limpia, las aguas transparentes de muchas playas o especies
de plantas que vuelven a florecer después de mucho tiempo.
Una noche en que andaba desvelada (creo que el sueño es una
de las cosas más complicadas en el confinamiento) me asomé a la ventana, la
noche sigue siendo hermosa a pesar de todo y más ahora que el olor a azahar está
presente. En un solar cercano, me pareció ver un perro, es raro ver un perro de
madrugada y suelto, pensé en una noticia que había leído recientemente: al
parecer ciertos individuos, que se dicen amantes de los perros, (de esos que
los primeros días de cuarentena los utilizaban para salir de casa a cualquier
hora), ahora empiezan a verlos como un engorro y algunos salen con perro y
vuelven sin él. Cuando me fijé mejor, vi que el animal era un zorro.
Y es que está ocurriendo algo llamativo en esta cuarentena,
ante la reclusión del ser humano en sus hogares, los animales están saliendo de
sus madrigueras y poco a poco van acercándose a los lugares que solamente
estaban ocupados por el hombre. En muchos pueblos se pueden ver como se pasean
por las calles mientras, en los hogares, nosotros miramos desde la ventana.
A las personas nos sucede algo parecido, cuando lo humano se
restringe, lo animal ocupa su lugar. A veces pasa que, ante situaciones
imprevistas, ante el miedo o la desconfianza, aparecen lo más irracional e
instintivo, esa parte que todos llevamos dentro y que intentamos mantener a
raya.
En las últimas semanas, solo con darse una vuelta por los
medios de comunicación o redes sociales, hemos podido ver una muestra de esto
que digo. Se leen y escuchan muchos disparates llenos de odio y agresividad
contra el actual gobierno, como si fuese el responsable de lo que está pasando.
Esto, pensándolo con sensatez, no deja de ser un completo desatino, sólo con
mirar la actuación de cualquier gobierno de cualquier otro país, se puede
comprobar que todos han sido desbordados ante lo desconocido.
Alivia mucho echar la culpa a quien sea, eso nos deja a un
lado y hace que nos sintamos un poco mejores que el resto. Con demasiada frecuencia
recurrimos a culpar a los demás de nuestras desgracias. El caso del Coronavirus
es excepcional porque quien nos ha traído este desastre no es nadie en
concreto.
Un momento tan atípico y desconocido hace que, ante la
impotencia de tener a otro a quien señalar, sea fácil dejarse arrastrar por las
emociones, pero, precisamente por eso es por lo que debemos contenernos y
pararnos a pensar y reflexionar. Aunque, a nuestro alrededor, sigamos viendo
como hay quienes necesitan buscar culpables, a costa de lo que sea, para
sentirse tranquilos y hacer como que la cosa no va con ellos, negando las medidas
de protección o queriendo imponer medidas que creen mejores, actuando sin
control cuando es el momento de pararse y obedecer la Ley.
Habrá un mañana en el que todo esto pasará, pero nada volverá
a ser igual y de ese cambio nadie es responsable, porque lo que ha ocurrido
escapa a cualquier control. Lo que si depende de todos nosotros es como será
ese mañana por venir. Si será un mañana cimentado en el revanchismo y el odio,
o si encaramos el futuro poniendo en funcionamiento nuestro lado más humano, relegando
a los animales a su guarida.
Hoy, 7 de Abril, se celebra el “Dia Mundial De La Salud”,
aprovecho y desde aquí envío un abrazo enorme a todos los trabajadores de
nuestra Sanidad Pública. Nos faltarán años de vida para agradecerles todo lo que
están haciendo por nosotros, demostrando su humanidad y profesionalidad en
estos momentos tan difíciles.
(publicado en la 4ª edición digital de http://www.infolinea.es/wp-content/uploads/2020/04/Infolinea-1151-web.pdf)
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