ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.
Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.
Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería…”
(Miguel Hernández. "Las abarcas desiertas)
Son días de regalos. Días en los que, quien más y quien menos, sale de tiendas a comprar un presente para sus seres queridos.
Banda Inaudita "Las abarcas desiertas"
La Noche de
Reyes es la fiesta, de nuestra cultura, en la que los niños deberían ser
absolutos protagonistas pero que, poco a poco, va perdiendo su función
principal. Los adultos nos estamos encargando de satisfacer los deseos
infantiles antes de que se produzcan, ¡con lo necesario que es desear!
Es en estas
fechas cuando más soy consciente de lo desprotegidos que están los niños, esos
niños sobreprotegidos.
Y, yendo un poco
más allá, a la infancia, a la inocencia, a la humana necesidad de imaginar, de
ilusionarse y fantasear.
Debería ser
obligatorio respetar ese derecho de los niños y no utilizarlo, en ningún
sentido. Ni por las instituciones ni por los mismos padres; que, entre todos,
estamos convirtiendo una tradición en un mercadeo, unas veces ideológico y
otras, material.
Mercedes Sosa "Los tres reyes magos"
Los niños
necesitan ser niños, y soñar.
Me parece una
crueldad ir con los niños a comprar los juguetes para ese día, desvistiéndolo
así, de toda magia. Es injusto atiborrarlos de juguetes, objetos que los
“emborrachan” por el exceso y acaban por arrinconarlos o arrinconándose,
perdiendo así el regalo toda su esencia.
Hemos pasado de
las “abarcas desiertas” a los regalos vacíos de esa “Inmensa juguetería” en la
que se ha convertido nuestro mundo.
Coro Yerbabuena "La carta"
El día de Reyes,
el día de los niños, de los que son y de los que fuimos. Cuidar de los niños
debería ser una prioridad para todos.
¡Felices reyes!,
magos, por supuesto.
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