Nunca pensé que el producto
más caro de nuestra sociedad de consumo fuese el cuerpo de mujeres, niñas y
niños. Que el mercado donde se realiza esta compraventa generase casi tanto
dinero como el tráfico de drogas que ocupa el primer lugar.
Hace unas semanas tuve la
oportunidad de asistir, en Murcia, a unas jornadas sobre la explotación sexual
y trata de mujeres, niños y niñas organizadas por el “Programa Oblatas Murcia”.
Decir que lo que escuche durante las mismas me impactó sería decir muy poco.
Allí tuve la ocasión de escuchar
a Helena Maleno Garzón, experta en migraciones y Trata de seres humanos,
activista del colectivo Ca-minando fronteras. Sus palabras, salían del conocimiento,
pero también desde el dolor de quien convive con el sufrimiento humano día a
día.
Otra de las ponencias estuvo a
cargo de María Magdalena Alomar Real y Francisca Plasencia Venys, coautoras del
estudio “Historias de tráfico, trata y prostitución. Proceso migratorio de
mujeres nigerianas a Mallorca”
También se llevó a cabo una
mesa redonda “Los menores de edad y la trata de seres humano, ¿ficción o
realidad?” con María José Castaño y Jorge Uroz, profesores de la Universidad de
Comillas
Aprendí muchas cosas.
Que hay una gran diferencia entre
Trata de personas y tráfico, las mafias dedicadas a la Trata tienen una
finalidad determinada de antemano que puede ser la prostitución o el tráfico de
órganos. Que la Trata es utilizada, muchas veces, como estrategia migratoria,
las mujeres no tienen otra forma de salir de su país, eso lo aprovechan los
traficantes.
Que, para ser usado y
consumido, el ser humano ha de cosificarse, convertirse en un objeto, en un
producto, en mercancía. Esto, las mafias, lo llevan a cabo a través del miedo y
la violencia contra las mujeres, miedo no sólo por su propia integridad física
sino por las amenazas sobre las familias que dejan en el país de origen.
Que hay bebes que nacen sin
identidad, niños que nunca llegan a existir. Lo que no existe no consta para
ningún censo de víctimas. No están dentro del Sistema. Como es el caso de los
10.000 niños, refugiados sirios, desaparecidos en Europa de la noche a la
mañana.
Que las administraciones de
los diferentes países, el nuestro también, no prestan la atención que debieran
a un caso como la Trata, que atenta a los Derechos Humanos, sin ninguna duda.
“La Trata no tiene ley”, está sostenida por las desigualdades sociales, los
mercados financieros, el capitalismo…
Que los datos suministrados
por la fiscalía española, para quien, este problema, prácticamente no existe
entre los ciudadanos de nuestro país, son falsos. Los estudios e
investigaciones realizadas por diversas entidades así lo demuestran.
Me quedó meridianamente claro,
que, a pesar de ser ponentes tan diferentes, ninguno contradijo los datos de
otro y todos coincidieron en lo esencial: Es muy difícil luchar contra un
negocio que mueve cifras millonarias, porque la demanda de mujeres, de niñas y
niños es enorme. Los gobiernos miran hacia otro lado para no ver el lado más
oscuro de la sociedad, el lado más oscuro del ser humano.
A estas jornadas no asistió
medio informativo alguno a nivel regional, a pesar de ser inauguradas y
clausuradas por sendas autoridades políticas, una directora general y una
concejala. Sólo hubo una Televisión Local: TeleAlhama, lo que me alegró porque,
así, tendremos ocasión de ver en nuestro pueblo las intervenciones de personas
que dedican su tiempo y su vida a intentar equilibrar la balanza.
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