“Nunca Jamás es una lejana
y exótica isla donde los niños no crecen y viven sin ninguna regla ni
responsabilidad, pasando así la mayor parte del tiempo divirtiéndose y viviendo
aventuras. Estos se hacen llamar los Niños Perdidos. La población de dicha isla
agrupa también a temibles piratas, indios, sirenas, hadas, y demás criaturas
que habitan en las selvas y aguas profundas. Si alguien desea llegar a Nunca Jamás deberá de volar hasta lo más alto del
cielo y girar en la segunda estrella a
la derecha, volando hasta el amanecer.” (James Matthew Barrie)
Nuestro mundo parece haberse vuelto loco este
verano; atentados suicidas, corrupción imparable y un país desgobernado.
Paralelamente surge una noticia relacionada con los
más jóvenes, la “fiebre pokemon”, mareas de personas, de todo el mundo, móvil
en mano, buscan y buscan, pero… ¿qué buscan?
Chicos y chicas, que todo lo tienen, (incluidos los
móviles deformadores de la realidad), porque todo se les ha dado. Hijos de
padres protectores, suministradores de cosas, que han tapado el deseo de los
hijos por conseguir algo con su esfuerzo. Tenemos una generación de jóvenes
desencantados, antes de encantarse, que creyeron, porque así se lo hicimos
creer, que podían ser dueños del mundo, pero nunca pensaron es serlo de la
tierra.
Catervas de adolescentes que adolecen de lo
esencial: tener algo por lo que luchar. Niños perdidos que como los de Nunca
Jamás, aspiran a no crecer, a vivir en un mundo imaginario de diversión e
indolencia. Personas que dicen ser los damnificados de la crisis económica,
Smartphone en mano, y no se sienten víctimas de la mayor de las crisis, la falta
de ganas de saber y de hacer.
Pero… ¿Qué buscan, más allá de que, de pronto,
aparezcan en sus pantallas imagenes del mundo virtual?. Buscan y buscan, como
locos, sin atenerse a normas, respondiendo a una llamada irreal, persiguiendo
ser ganadores de un juego en el que llevan las de perder, porque cada logro
conseguido es una atadura añadida más, en esta desenfrenada carrera para
conseguir perder la libertad que nos hace humanos.
Como decía Diógenes de Sinope "No os preguntéis cómo sobreviviré sin mi esclavo, preguntad a mi esclavo cómo sobrevivirá sin mí." |
No hay comentarios:
Publicar un comentario