En tiempos de los Reyes Católicos
existió un cuerpo de seguridad parecido a la policía que se llamaba La Santa
Hermandad, los soldados que formaban parte de ella se distinguían de los demás
por su uniforme que tenía las mangas de color verde. Estos soldados actuaban en
los campos, aldeas y villas con el fin de perseguir a los bandoleros. Dicha
policía se ganó la mala reputación de llegar siempre tarde al lugar desde el
que era requerida, cuando los malhechores ya habían huido. La sabiduría popular
hizo famoso el dicho de “A buenas horas, mangas verdes” para referirse a
cualquier solución que llegaba cuando ya no era necesaria.
Hace unos días, Geoffrey Hinton,
el llamado “padrino” de la IA (Inteligencia Artificial) y Premio Princesa de
Asturias de Investigación Científica 2022, dijo que abandonaba la
vicepresidencia de ingeniería de Google porque no quiere seguir siendo cómplice
de los peligros que conlleva todo lo relacionado con esta tecnología. Dice este
señor que teme que, cada vez más, Internet se llene de noticias falsas y que
las nuevas herramientas generadas por la IA acaben con el trabajo de muchas
personas. Teme que los ciudadanos no seamos capaces de distinguir lo que es
real de lo que no lo es.
Ahora, a los 75 años, dice que
siente haber dedicado toda su carrera a estas nuevas tecnologías, nuestros
sabios antecesores le habrían dicho a este investigador: ¡A buenas horas,
mangas verdes! En su defensa ha comunicado: “me consuelo con la excusa normal:
si no hubiese sido yo, otro lo habría hecho”.
Esa excusa ya la he escuchado
muchas veces, siempre relacionada con actos donde la ética brilla por su
ausencia y el dinero por su presencia. Traficantes de droga, tratantes de
personas, estafadores, corruptos y un largo etcétera, han justificado sus
hechos diciendo lo mismo, “si no lo hubiese hecho yo, otro lo habría hecho” o
“Todos lo hacen”, pero siempre relacionado con hechos que llevan una gran
compensación económica importante de por medio.
Me preocupa todo lo relacionado
con la IA, los avances científicos donde no existe un código ético claro me
parecen un peligro. Su desconocimiento sumado al ansia generalizada por estar a
la última en avances tecnológicos creo que nos puede llevar a un mal futuro. Casi
sin darnos cuenta nos van encaminando por veredas desconocidas que generan
muchos beneficios a las empresas poderosas, mientras, el interés por la cultura
y todo lo relacionado con lo humano está en decadencia.
Para terminar un recuerdo para Chile, donde los desacuerdos entre grupos progresistas y la desafección general hacia la política, (después de unas elecciones donde la abstención ha sido casi de un 50%) han dado un poder aplastante a la extrema derecha defensora del modelo neoliberal que hace 50 años instauró la dictadura de Pinochet. Ojalá y no tengamos que lamentarnos en España al darnos cuenta de nuestros errores actuales. Ojalá no tengamos que decir ¡A buenas horas, mangas verdes!
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