No se puede negar que estamos viviendo uno de los veranos más desconcertantes de nuestra historia.
Otros años la llegada de septiembre significaba: alivio del calor, fin
de las vacaciones (quienes tenían) y, sobre todo, el inicio del curso escolar.
Comprar los libros de texto, forrarlos para que no se estropearan y sirviesen a
los hermanos que venían detrás o a otros niños. Preparar las carteras y esperar,
algunos con ilusión y todos con expectación el primer día de escuela. La
llegada a clase, ver que maestro o maestra te tocaba ese año, saludar a
compañeros conocidos, conocer a los nuevos. En la vida de los niños septiembre
siempre ha sido el comienzo de algo importante.
Este año, lleno de incertidumbres y cambios, nos enfrentamos a un
inicio de curso diferente. El colegio que hasta ahora era como la segunda casa,
se ha convertido en un entorno potencialmente inseguro. La aglomeración de
niños en las aulas, en plena pandemia, plantean serias dudas sobre la idoneidad
de que los colegios abran sus puertas.
La decisión sobre abrir o no abrir los colegios y en que condiciones
hacerlo, no es decisión fácil de tomar para ningún gobierno. Por un lado, está
el riesgo de contagio, por otro que hacer con los críos si no pueden ir a
clase. En la actualidad son muchas las familias, en las que trabajan el padre y
la madre, para las que el colegio, sobre todo con los niños más chicos, es un
factor importante a la hora de conciliar trabajo y familia.
Está claro que por encima de todo está la salud y la vida de las
personas, pero ante la crisis que se acerca también es importante unos mínimos
ingresos familiares para salir adelante.
Si se decide la vuelta al colegio uno de los padres no podrá ir a
trabajar. En los pueblos aún hay quien puede recurrir a los abuelos, en las
ciudades ni eso. No hace falta pensar mucho para saber que serán
mayoritariamente las mujeres quienes se verán en esta tesitura. Otra vez más,
la mujer a punto de sufrir un retroceso en el lugar social que ocupa.
Los diversos gobiernos regionales han dejado la patata caliente de las
soluciones en manos de los propios colegios ¿perdona? Es que esto no hay por
donde cogerlo.
Las direcciones de los centros demandan más educadores para poder
disminuir el número de niños por aula, quieren servicio sanitario en cada
colegio, dotar de medios tecnológicos para facilitar posibles clases virtuales,
aumentar las medidas preventivas y de control del virus, entre otras cosas.
todo esto cuesta un dinero que ha de ser la administración quien lo proporcione,
incluyendo para ello una partida en sus presupuestos. Cosa que no han hecho.
Así está el asunto cuando nos encontramos apenas a quince días del
comienzo oficial del curso 2020/2021. Hay reuniones previstas en los diversos
colegios a primeros de septiembre, tienen que decidir que van a hacer. En
algunas Comunidades, los docentes, están organizando actos de protesta para
exigir una vuelta al colegio en condiciones.
La cosa pinta mal, el riesgo de la comunidad educativa es grande. Cada
niño lleva detrás una familia y, cuando vuelve a casa, una clase entera.
Si no se hacen bien las cosas el colectivo de la enseñanza será el
próximo damnificado. ¿Saldremos en octubre a cantar otra vez a los balcones? Yo
propongo que esta vez sea la tabla de multiplicar.
Serrat "Esos locos bajitos"
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