27 may 2020

HOY ES SIEMPRE TODAVÍA (escritos desde el desconfinamiento III)


La muerte nos ha visitado de muchas formas durante los últimos meses. Hemos visto como han fallecido miles de personas, también como han sido heridos de muerte, valores que creíamos ciertos e inamovibles, de un sistema que tiene los pies (sucios) de barro.
“Es un virus democrático, no hace distinciones” palabras que hemos escuchado, e incluso dicho, cuando comenzó la pesadilla; ahora sabemos que esto es mentira.
Ha habido contagiados de todas las clases sociales, pero de ninguna manera podemos decir que los afectados se han dado en todas por igual. El confinamiento no lo ha sufrido igual quien vive en una casa de doscientos metros cuadrados que las familias que lo han hecho en un piso de dos habitaciones, o quienes lo han pasado en albergues de acogida, por poner algunos ejemplos.  Y es que un suceso que se de en cualquier parte, tendrá las mismas características que la sociedad donde ocurra. El temido Coronavirus ha conseguido resaltar, en todo el mundo, las desigualdades sociales que existen.
Los hechos que se ha desarrollado, recientemente, en “Las casitas del barrio alto” nos han mostrado una cara oculta de nuestro país (esa que creíamos desaparecida con la Transición) y hemos sido espectadores de lo más cerril y atávico del panorama nacional, las “nueve cabezas” de las que nos hablaba Machado.
"The littles boxes" Pete Seeger
 .
Quizás por todo, esto he sentido, más profundamente, la pérdida, con tan solo unos días de diferencia, de tres personas que han representado, para mí, la esencia del espíritu crítico, demócrata y honesto del pensamiento progresista de nuestro país.
Uno, Aute; artista completo que, ante todo, ha sido la voz, la música, las palabras; Ese que nos decía que “el pensamiento no puede tomar asiento, que el pensamiento es estar siempre de paso”, el que nos ha acompañado durante tantos años, para ayudarnos a encontrar “la Belleza” mientras esperábamos la llegada del alba.
En un tiempo en el que están prohibidos los abrazos (o quizás por eso) se marchó el Genovés, sus pinceles fueron capaces de recrear un abrazo tan enorme que envolvió a toda una generación convirtiéndose en el símbolo que representaba la reconciliación, la generosidad, la camaradería y el sentimiento de fraternidad. El conjunto de su obra nos habla, del individuo, de lo colectivo y lo social.
Con la muerte de Anguita, hemos perdido, todos, una de las mentes mas preclaras y brillantes de la izquierda española moderna. Sus ideas podrán compartirse o no, pero lo que nadie puede negar es que ha sido uno de los políticos más coherentes y honestos de nuestro país. Su huella es seguida por muchos, algunos de ellos están hoy en el gobierno. Julio Anguita siempre fue una persona “Incómoda” tanto para la derecha como para la izquierda. Fiel a su lema “programa, programa, programa”, hasta el final.
Hay personas que, con su muerte, comienzan otra vida. Considero que es el caso de estos tres hombres. Sus obras e ideas trascenderán a ellos mismos. Estoy segura de que las próximas generaciones se emocionarán con las canciones de Aute; escudriñarán, intentando descubrir los mensajes que el Genovés nos dejó en sus pinturas y seguirán aprendiendo, por mucho tiempo, del pensamiento y la sabiduría que Anguita sembró con sus palabras.

Publicado en https://www.infolinea.es/nuevo-ejemplar-de-infolinea-alhama?fbclid=IwAR2ZsiOvA7739sfLtPzxBXDwC0VejAxyaOk3WM7faJbwygTP1ATSK9cAui0

21 may 2020

NUEVE SEMANAS Y MEDIA (escritos desde el desconfinamiento II)





Durante todo este tiempo han sucedido cosas que, queramos o no, nos cambiaran. No sé si para mejor o para peor, pero (aunque esto lo llevemos oyendo más de dos meses) nada volverá a ser lo mismo. En tan poco tiempo hemos conocido casos y cosas que nunca hubiésemos creído.

Algo que a mí me está costando entender, es lo de las mentiras publicadas con la intención de crear confusión y miedo en medio de una situación tan preocupante como la actual.
Cuando empezó todo yo achacaba al temor, y al desconcierto natural, la cantidad de barbaridades que se leían y escuchaban por todos lados, más tarde nos fuimos enterando de que había quienes, con la intención de desestabilizar aún más nuestro país, se dedicaba a crear noticias falsas y difundirlas por las redes sociales, con la ayuda de algunos medios digitales de ideologías afines.

Hasta aquí, nada nuevo. Desde la II Guerra Mundial, oímos con frecuencia aquella frase que un (desgraciadamente conocido), ministro alemán utilizó como teoría para manipular la información que hacía llegar al pueblo: “una mentira mil veces repetida, se convierte en verdad”

Lo que no acierto a concebir es que, en una sociedad supuestamente demócrata, informada y más o menos culta, haya tanta gente que se dedique a difundir disparates sin pararse ni un momento a cuestionar según qué informaciones. Creo que tan culpables son quienes crean los bulos como los que se encargan de propagarlos, incluso después de saber que lo que están diciendo/compartiendo es mentira.

Sólo me queda pensar que cada cual comparte lo que “le va bien para lo suyo”, noticias que en realidad les gustaría que fuesen verdad y, de esta forma, justificar la aversión sentida hacia aquellos que están gobernando. La palabra IRRESPONSABLES se me queda muy pequeña para calificar a individuos que actúan así en estos momentos.

De una gran IRRESPONSABILIDAD me parece también, la actitud de toda la gente que no tiene espera. De quienes tienen tan poca memoria que ya se han olvidado de las casi 27.000 personas que, a día de hoy, han muerto en nuestro país por Coronavirus, y siguen saltándose las normas de prevención por tomarse unas cervezas con los colegas o simplemente porque creen que ellos están a salvo. Gente que pone en riesgo a sus propias familias y a todo el país.

Si hubiese otra oleada parecida a la que hemos sufrido ¿podríamos afrontarla sanitaria y económicamente?

Todas estas cosas, y algunas más, me convencen de que el Coronavirus nos hará ver de otra forma esta “Nueva Normalidad” que no parece ni nueva ni normal.


Me acuerdo de las “sentencias ejemplares” que hicieron popular a un juez de menores de Granada e imagino a todo aquel que infringe la Ley y se salta el Estado de Alarma, limpiando las habitaciones de UCIS, acompañando a los enfermos o simplemente visitando unas horas al día las salas de los hospitales, que siguen llenas de contagiados, acompañando a los trabajadores de la sanidad durante el desempeño de su labor. Posiblemente al tener lo real tan cerca, rectificasen su comportamiento.

Este escrito está publicado en https://www.infolinea.es/ya-puedes-leer-el-numero-1-156-de-infolinea-alhama?fbclid=IwAR0p8-pqNPL6J78mhuNY1pMq6baJ0AxWzMXamQV91IZ9s8N4rlh98QBjwgY


14 may 2020

¿CURSO PERDIDO O CURSO GANADO? (escritos desde el desconfinamiento I)


Una de las cuestiones que más opiniones ha generado durante estos meses han sido los escolares y la forma de conseguir que no se queden atrasados con su educación en esta sociedad de la competencia.  Con esto ha pasado como con casi todo, queríamos la solución y la queríamos ¡ya!. Apenas se activó la alerta nacional por pandemia, la comunidad escolar se movilizó para ver que se hacía.
Rápidamente se decidió convertir cada hogar en una escuela, para que, en casa, los escolares, pudiesen recibir clases impartidas desde una pantalla, por profesores que tampoco lo están llevando muy bien. Deberes, tareas, un ordenador (quien lo tiene) para compartir entre los hermanos, la madre y el padre.
Posiblemente piense de forma irresponsable, pero considero que todo esto es una situación un poco delirante. Añadir mas agobio a las familias durante la cuarentena, a lo mejor no es el factor más adecuado para que los niños aprendan.
Y digo yo, si, por una casualidad, los niños tuviesen que perder un curso ¿Qué problema habría? Hay niños, en la actualidad, que viven en campos de refugiados o en países pobres, que asisten a clase en una tienda de campaña, con sólo el encerado, cuatro sillas y un maestro; estos niños no sólo no tienen escuelas, es que no tienen casas, ni comida, ni derechos, ni futuro.

Pero a nosotros, los padres  que vivimos en el “Primer Mundo”, ahora que estamos en medio de la mayor crisis que recuerda la historia, cuando miles de personas han muerto y la salud de toda la Humanidad está en entredicho, lo que más nos preocupa es que nuestros hijos no se queden atrás, que puedan examinarse, que pasen de curso, que sean los mejores; cuando quizás deberíamos de estar ocupados en enseñarles, sin pantallas de por medio, lo verdaderamente importante que, a veces, no aparece en los libros. Mostrarles que es la Solidaridad, la Generosidad, la Paciencia, el Respeto, la Escucha…
Según parece, los niños (dejando aparte el tema educativo) están disfrutando de esta situación, por lo novedosa, pero sobre todo porque la mayoría de los críos sólo convivían con el padre y la madre los fines de semana, si acaso; luego, entre semana, con el colegio, las actividades extraescolares y los trabajos paternos, la relación paterno filial era casi inexistente. Ahora tienen a los padres en casa, para compartir, aprender, jugar y sentirse queridos. En esto consiste también educar, no basta sólo con adquirir conocimientos de mano del maestro. Por otra parte, es un aprendizaje para ser padres, que a eso no hay libro que te enseñe.

Por eso pienso que este año, podría ser muy valioso para los menores y para los adultos, a lo mejor el mas valioso de sus vidas. Durante el mismo los niños van a aprender cosas sobre la vida y la muerte, lo importante y lo superfluo, impensables en otro momento y captarán de los adultos como afrontan estos la incertidumbre y el cumplimiento de las normas imprevistas.

Igual sería bueno aprovechar esta situación excepcional para que olvidásemos, de momento, evaluaciones, exámenes, deberes, ordenadores, y tratásemos de recuperar el tiempo perdido con los hijos. Ese tiempo esquilmado por la necesidad de trabajar, por los horarios deshumanizados y por las prisas para no quedarnos atrasados en una carrera de fondo que todavía no sabemos bien a dónde nos lleva.
Así este curso podría llegar a ser un curso ganado, más que un curso perdido, de nosotros depende.

“Educar es lo mismo; que poner un motor a una barca; hay que medir, pensar, equilibrar; y poner todo en marcha. Pero para eso, uno tiene que llevar en el alma; un poco de marino, un poco de pirata, un poco de poeta, y un kilo y medio de paciencia concentrada”. Gabriel Celaya.

7 may 2020

LOS NIÑOS SON LOS PADRES (1,1,1,1) (escritos desde el aislamiento X)



Hace poco leía un libro de Erich Fromm, “Sobre la Desobediencia”, en él se dice, en líneas generales, que el mundo ha evolucionado gracias a la desobediencia, gracias a personas que, en un momento dado se han enfrentado a la norma establecida; pero hace una salvedad que voy a citar literalmente “si un hombre puede, solo obedecer y no desobedecer es un esclavo, si solo puede desobedecer y no obedecer es un rebelde (no un revolucionario), actúa por cólera, despecho, resentimiento, pero no actúa en nombre de una convicción o de un principio”

Me gustaría saber que tipo de desobediencia movía a los padres y madres que, el pasado domingo, se saltaron la ley a la torera, saliendo a la calle con sus hijos, sin precaución alguna, exponiendo a los niños y exponiéndonos al resto de ciudadanos. Festejando con infantil jolgorio lo que sólo debería de haber sido una salida meditada, para esparcimiento de los menores, tras más de cuarenta días de confinamiento en casa.

Padres y madres quedando con otros padres y madres para que los críos jueguen un ratito juntos y, de paso verse ellos y conversar (que pillos somos y cuanto nos reímos).
Parejas que salían cada uno por su lado con un niño cada uno. O las que se repartían el niño para poder salir los dos (hay que ser listos, hecha la ley, hecha la trampa)
Ejemplos como estos se dieron el domingo en muchas ciudades españolas

¿Que no hemos entendido de lo que está pasando?. ¿Qué tiene que ocurrir para que tomemos conciencia del berenjenal en el que TODOS estamos metidos?. ¡Esto no ha llegado a su final, ni por asomo! ¿De verdad es tan importante hacer lo que nos apetece, sin medir las consecuencias?.

Se que no todos los padres se comportaron de forma incívica, es más creo que fueron una minoría, pero es que una minoría puede significar multitud de contagios. Las cifras están bajando y, aun así, seguimos teniendo más de trescientos muertos diarios y más de mil infectados diarios. ¿Tan pronto nos acostumbramos a todo que ya no nos parecen demasiados?.

Hace unos días desde el gobierno se dieron unas primeras pautas para salir con los niños, que afortunadamente rectificaron rápido, cambiaron por lo que se ha llamado la regla de los cuatro unos: 1 padre, 1 kilómetro desde casa, 1 hora, 1 vez al día, más simple que el mecanismo de un botijo, pues ni con esas.

Quizás necesitamos ser tratados como niños rebeldes que no actúan con convicción ni principios sino de forma caprichosa.
Hoy me entero de que, en breve, se va a anunciar la desescalada, es decir la progresiva vuelta a una supuesta normalidad. Espero que todos seamos capaces de seguir las normas, que seamos cautos, quizás es el momento de pecar más por defecto que por exceso. (También hoy se ha dado a conocer una alerta sanitaria relacionada con los niños).
A los que van de rebeldes, esos que creen que están por encima de las normas, quienes piensan que esto es poco menos que una broma, sólo les digo que ojalá dentro de quince días no tengamos que echarnos las manos a la cabeza.

Yo también creo que gracias a la desobediencia ha avanzado el mundo, pero estoy convencida de que no hay mayor desobediencia que la obediencia a la razón.


Este escrito ha sido publicado en https://www.infolinea.es/infolinea-alhama-publica-su-nuevo-periodico-en-plena-desescalada?fbclid=IwAR2fzUbsLpZ_VKv16kFJ_aokbxwM6OXPtz3PLf-lHvHOq9q2zILDqQIuQhY


3 may 2020

MEDIO PAN Y UN LIBRO (escritos desde el aislamiento IX)



“Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle, no pediría un pan, si no que pediría medio pan y un libro”. Federico García Lorca.

Que diferencia tan grande hay entre aquello que el poeta decía y la forma de vivir en este tiempo. Una de las cosas de las que ya era consciente, pero he reafirmado durante el periodo de confinamiento es que estamos inmersos en una sociedad de la exageración. Nada es suficiente, todo parece poco. No queremos renunciar a nada.

Cuando el gobierno declaró el estado de alerta, de manera paralela al pánico que nos hizo vaciar los supermercados, se pusieron a nuestro alcance cantidad de posibilidades. Desde todos los medios digitales, de golpe, se podía acceder gratuitamente a los sitios más variados:  museos, bibliotecas, descargas de libros, películas, conciertos, monumentos, etc. Hemos ido almacenado tantos enlaces de Internet que con su contenido podríamos llenar las horas de varias vidas.

Parecía como si toda la cultura, todo el arte de la Humanidad estuviese disponible, esperándonos detrás de la pantalla. No me parece mal que estos recursos se pongan al alcance de la gente, sólo que ¿hacía falta que llegara una pandemia?

Dudo mucho de la efectividad que esto ha tenido realmente. ¿Cuántos museos habéis visitado? ¿Y bibliotecas? ¿Cuántos os habéis paseado virtualmente por medio mundo? ¿ha servido para que la gente lea más?. Yo misma he de reconocer que, al principio, me sentí deslumbrada por tanta información apetecible, pero después de mirar en dos o tres sitios, pasé olímpicamente de todo esto.

No creo que en una situación tan estresante como la que estamos viviendo, lo mejor sea atiborrarnos de cosas, como si de esa manera pudiésemos tapar todo lo que ocurre a nuestro alrededor. Lo único que se consigue con tanta oferta, de forma tan desmesurada, es que se acabe por no desear nada.

También es cierto que ha sido gracias a la música, los libros, la radio, las películas o las conexiones con familiares y amigos, que el encierro se nos está haciendo más llevadero, pero añadiéndole un ingrediente fundamental, el deseo. Podemos tener a nuestro alcance todo lo inimaginable, pero es necesario tener ganas y buscar lo que quieres, no conformarte con lo que te echan.

"La belleza" Rozalén homenajea a Aute

De esta forma, a pesar de tantas opciones a tu alcance, te das cuenta de que has acabado haciendo cosas como releer el libro que un día te atrapó; terminar esos que tenías a medio leer; volver a escuchar la música que hacía tanto que no escuchabas; ver películas clásicas que te recuerdan otro tiempo o esa serie que pusieron hace cuarenta años y ahora reponen de nuevo; descubrir, desde tu ventana, cosas que no veías cuando pasabas por su lado cada día; echar de menos salir a pasear, visitar una librería, coger un tren o sentir el placer de poder hacer el duelo a un cantautor querido, escuchando sus canciones una y otra vez.

Esta semana en la que se celebra el Dia del Libro, reivindico la mesura, no todo se puede. Hay que ceder algo y hacer sitio para que otras ilusiones tengan cabida. Creo que es la mejor lección que podríamos dar a la gente joven, los más damnificados de esta sociedad que les ha hecho creer que tener muchas cosas les dará la felicidad. Quizás deberíamos hacerles entender que, la mayoría de las veces es suficiente con medio pan y un libro.


("Grandola Vila Morena, artistas portugueses cantan a la Revolución de los Claveles)

(este escrito ha sido publicado en la sexta edición especial, digital de Infolinea
https://www.infolinea.es/infolinea-alhama-publica-un-nuevo-periodico?fbclid=IwAR2jhtZXifs1ciz56nOqNoHEKAvAXAe0GmVNFsv6fRtZvzfGkkYq3FOs2Ho)