22 abr 2016

A DON JOSÉ CALERO. (Cuando he sido capaz).


La educación es lo único con poder suficiente para cambiar a los hombres y a los pueblos. A nuestro pueblo llegó, para quedarse, hace más de cuarenta años, un hombre, un profesor que transformaría la vida de muchas personas. Me refiero a Don José Calero Heras quien, con el tiempo, sería conocido por todos como Pepe Calero.
 Para entender lo que significó su llegada a Alhama, habría que echar una mirada al pueblo de aquellos años. En Alhama se vivía, mayormente, de la agricultura, aunque algunas empresas de calzado y cárnicas comenzaban a despegar. La actividad cultural, casi inexistente, se limitaba a las proyecciones cinematográficas del “Salón Espuña” y poco más. Era un pueblo adormecido, en el que quien quería estudiar Bachiller tenía que irse fuera.
Tener un Instituto de Enseñanza Media, que comenzó siendo la Sección delegada del Ibáñez Martín de Lorca, supuso la incorporación de muchos hijos e hijas de obreros y campesinos a los estudios superiores. La Dictadura daba sus últimos coletazos y, aunque poco, algunas cosas comenzaban a moverse.
Con este panorama, llegó a Alhama José Calero, un profesor joven que fue el revulsivo para un pueblo estancado. Sus alumnos veníamos de una formación académica escolar dirigida, y con poco margen para desarrollar las particularidades de cada uno, en el Instituto seguía siendo más de lo mismo, salvo excepciones como la de este profesor. Recuerdo que en una de sus primeras clases nos sacó al patio y dimos clase al aire libre, nosotros íbamos como quien está haciendo algo malo, “un profesor saltándose las normas, leyendo a Garcilaso o a San Juan de la Cruz fuera del aula”.
Así fue como poco a poco, con sus maneras suaves, sin estridencias, nos enseñó a ser rebeldes, a ser críticos a cuestionar el mundo que nos rodeaba y sobre todo y por encima de todo nos enseñó a amar la cultura en todas sus formas.
El venía de familia campesina y, en Alhama, el también sembró, durante muchos años, en generaciones de alumnos que bebimos de su sabiduría y aprendimos de su bonhomía. Supo conectar con chicos y chicas, de pueblo, en una época en la que las diferencias sociales eran muy marcadas; hablaba nuestro mismo idioma, nos entendía; supo encontrar y mostrarnos a cada uno, aquello que de valioso había dentro de nosotros.
 
De esa manera, su siembra comenzó a dar fruto, consiguió despertar nuestro interés por leer El Lazarillo, La celestina, El Quijote, las Rimas y Leyendas… o la pasión por la poesía de García Lorca, Miguel Hernández, Jorge Manrique... Realizó proyectos educativos impensables en aquella época. El Homenaje a Machado conmocionó e involucró a muchos alumnos del instituto, y se llevó de pueblo en pueblo como si de una Misión Pedagógica se tratase. Con el tiempo este proyecto y otros más, fructificarían en el nacimiento del grupo de teatro “Crápula” y en el Ciclo de Teatro que se hizo durante varios años, con gran repercusión y aceptación. José Calero fue, también, el impulsor del Cine club Los Olmos, donde aprendimos a ver, en las películas, historias que trascendían más allá de la pantalla.
 
Don José Calero fue como un padre para muchos, se preocupaba por las personas que éramos sus alumnos, adolescentes desorientados intentando encontrar un sentido a la vida que se abría ante nosotros, y seguía interesándose por el devenir de nuestras vidas cuando fuimos adultos, haciendo suyos nuestros progresos y nuestros sinsabores.
El 18 de Marzo, víspera del día de su santo y del día del padre, emprendió su último viaje; con equipaje ligero, como otro gran maestro, porque lo fue repartiendo generosamente durante toda su vida.
Siempre estaremos en deuda con este hombre, que llegó a nuestro pueblo para transformarnos. Sin él, Alhama no sería la que es y nosotros no seríamos quienes somos.
 

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