La educación es lo único con
poder suficiente para cambiar a los hombres y a los pueblos. A nuestro pueblo
llegó, para quedarse, hace más de cuarenta años, un hombre, un profesor que
transformaría la vida de muchas personas. Me refiero a Don José Calero Heras
quien, con el tiempo, sería conocido por todos como Pepe Calero.
Para entender lo que significó su
llegada a Alhama, habría que echar una mirada al pueblo de aquellos años. En Alhama
se vivía, mayormente, de la agricultura, aunque algunas empresas de calzado y
cárnicas comenzaban a despegar. La actividad cultural, casi inexistente, se
limitaba a las proyecciones cinematográficas del “Salón Espuña” y poco más. Era
un pueblo adormecido, en el que quien quería estudiar Bachiller tenía que irse
fuera.
Tener un Instituto de Enseñanza
Media, que comenzó siendo la Sección delegada del Ibáñez Martín de Lorca,
supuso la incorporación de muchos hijos e hijas de obreros y campesinos a los
estudios superiores. La Dictadura daba sus últimos coletazos y, aunque poco,
algunas cosas comenzaban a moverse.
Con este panorama, llegó a Alhama
José Calero, un profesor joven que fue el revulsivo para un pueblo estancado.
Sus alumnos veníamos de una formación académica escolar dirigida, y con poco
margen para desarrollar las particularidades de cada uno, en el Instituto
seguía siendo más de lo mismo, salvo excepciones como la de este profesor.
Recuerdo que en una de sus primeras clases nos sacó al patio y dimos clase al
aire libre, nosotros íbamos como quien está haciendo algo malo, “un profesor
saltándose las normas, leyendo a Garcilaso o a San Juan de la Cruz fuera del
aula”.
Así fue como poco a poco, con sus
maneras suaves, sin estridencias, nos enseñó a ser rebeldes, a ser críticos a
cuestionar el mundo que nos rodeaba y sobre todo y por encima de todo nos
enseñó a amar la cultura en todas sus formas.
El venía de familia campesina y,
en Alhama, el también sembró, durante muchos años, en generaciones de alumnos
que bebimos de su sabiduría y aprendimos de su bonhomía. Supo conectar con
chicos y chicas, de pueblo, en una época en la que las diferencias sociales
eran muy marcadas; hablaba nuestro mismo idioma, nos entendía; supo encontrar y
mostrarnos a cada uno, aquello que de valioso había dentro de nosotros.
De esa manera, su siembra comenzó
a dar fruto, consiguió despertar nuestro interés por leer El Lazarillo, La
celestina, El Quijote, las Rimas y Leyendas… o la pasión por la poesía de
García Lorca, Miguel Hernández, Jorge Manrique... Realizó proyectos educativos
impensables en aquella época. El Homenaje a Machado conmocionó e involucró a
muchos alumnos del instituto, y se llevó de pueblo en pueblo como si de una
Misión Pedagógica se tratase. Con el tiempo este proyecto y otros más,
fructificarían en el nacimiento del grupo de teatro “Crápula” y en el Ciclo de
Teatro que se hizo durante varios años, con gran repercusión y aceptación. José
Calero fue, también, el impulsor del Cine club Los Olmos, donde aprendimos a
ver, en las películas, historias que trascendían más allá de la pantalla.
Don José Calero fue como un padre
para muchos, se preocupaba por las personas que éramos sus alumnos,
adolescentes desorientados intentando encontrar un sentido a la vida que se
abría ante nosotros, y seguía interesándose por el devenir de nuestras vidas
cuando fuimos adultos, haciendo suyos nuestros progresos y nuestros sinsabores.
El 18 de Marzo, víspera del día
de su santo y del día del padre, emprendió su último viaje; con equipaje
ligero, como otro gran maestro, porque lo fue repartiendo generosamente durante
toda su vida.
Siempre estaremos en deuda con
este hombre, que llegó a nuestro pueblo para transformarnos. Sin él, Alhama no
sería la que es y nosotros no seríamos quienes somos.
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