Esta mañana se ha homenajeado
en Madrid a las víctimas del atentado de la calle Atocha,
Manuela Carmena, actual alcaldesa de la ciudad, por aquel entonces, trabajaba
como abogada en ese despacho.
Recordando aquellos días me he
dado cuenta que, en algunas cosas, entonces era todo más fácil. Se sabía el
lugar que cada uno ocupábamos, lo que definía a las distintas opciones
políticas.
La izquierda reivindicaba la justicia social; intelectuales, estudiantes y obreros salían a la calle con fines comunes.
La derecha lo tenía claro
entonces y lo sigue teniendo ahora, pero ¿y la izquierda?
Este mes de enero pasará a la
historia, aunque por cosas distintas. Vivimos un enero “caliente” meteorológica
y políticamente hablando, hay tibieza en el ambiente y tibios en las cabezas de
lista, el invierno no acaba de llegar y los candidatos a presidente tampoco.
Lo que está ocurriendo en este
país es inaudito, los sucesivos gobiernos de mayorías parecen haber imposibilitado
a la clase política para gobernar de otras maneras. Deberíamos de empezar a
preguntarnos para que se presentaron como cabezas de lista sino con la
intención de ser presidentes, de sobra se sabía que la época de las mayorías
absolutas ha terminado.
Paradójicamente ha sido el
partido recién llegado el único que ha hecho una propuesta, puede gustar más o
menos pero ahí está. El dirigente del partido que no sabe perder dice que no se
presentara al debate de investidura porque “ir p’a na” y el que tiene la pelota
en su tejado no se decide a subir a por ella por si resbala. Mucho han de
cambiar las cosas para que no se tengan que repetir las elecciones.
Imagino que este lunes
volverán a posicionarse las distintas fichas de una partida que se juega con
diferentes tableros, uno común, en el que concurren los candidatos a la
presidencia y otros tableros en los que juegan dichos políticos con sus
respectivas organizaciones. Sigo pensando que parece que nadie quiere gobernar,
tal y como está la cosa, con las fauces de la Troika esperando hambrientas el
fin de la partida. Y al igual que creo que es sano y necesario que haga frio en
invierno, también lo es el tener claro que significa ser de izquierdas (o de
abajo) y actuar en consecuencia.
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