viñeta de "El Roto" |
La globalización mediática hace que, a menudo, nos veamos invadidos por noticias que traspasan las costuras de nuestro día a día, ante las que no hay forma humana de protegerse. Hace unas semanas fue Taylor Swift quien se coló en nuestras vidas por tierra, mar y aire. Cualquier medio de comunicación al que prestases atención, la nombraba. Yo he de reconocer que no tenía ni idea de quien era, hasta ese momento. Cuando lo supe tampoco me interesó y no llegué a comprender tanta euforia desatada.
El domingo, 14 de julio,
amanecimos con la noticia de un atentado al candidato republicano a la
presidencia de los EEUU, Donald Trump, mientras daba un mitin en Butler,
Pensilvania. La imagen del afectado echándose mano a la oreja y apartándola
manchada de sangre, empezó a viralizarse e invadió todo espacio informativo o
de opinión. A mí me recordó la imagen de un prestidigitador que llevaba ya la
sangre en las manos antes de llevársela a la oreja.
La campaña electoral americana,
por primera vez en muchos años, no me causa interés. Decidir entre una persona
enajenada y otra senil, me parece la más cruel metáfora de lo que es el país en
el que, hasta hace nada, nos mirábamos más de medio mundo.
Ese mismo domingo, en nuestro
país, se agolpaban los eventos noticiables. Jugaban la Roja y Alcaraz. Ganó el
murciano y también la Selección. Estas noticias ya invadían cualquier espacio
desde hacía días, creando un fervor inusitado entre la mayoría de la gente,
todo fue apoteósico cuando las expectativas se materializaron en sendas
victorias. Perdonad si no siento
especial emoción ante ellas salvo por aquello de que sus protagonistas son
españoles.
Todos estos sucesos me dan qué
pensar. No deja de ser paradójico que en el país que más armas hay en manos de
particulares, el representante político que defiende esa opción, sea agredido
por un joven de 20 años que poseía un rifle. La verdad tardará en saberse ya
que el atacante fue abatido por el servicio secreto.
Otra paradoja es la victoria de
una selección de fútbol formada por personas de diversas nacionalidades,
selección de un país, el nuestro, en el que apenas unos días antes, la alianza
de las derechas se fracturó por culpa de la decisión aceptada por los partidos
mayoritarios, de admitir la entrada en España de “menas”. Me pregunto si la
bandera que ondeaba el domingo en todos lados, no es la misma que la que
esgrimen quienes no quieren extranjeros en nuestro país.
Como si de una realidad paralela
se tratase, otras cosas han ido pasando, de tapadillo, durante ese fin de
semana tan trepidante. En nuestro país, cinco mujeres han sido asesinadas
víctimas de la violencia de género. En la franja de Gaza un nuevo ataque aéreo
israelí causa 141 muertos y más de 400 heridos.
No puedo dejar de pensar que, por
mucho que se quiera mostrar el triunfo de la selección como un triunfo de la
igualdad social y la justicia, estamos mintiendo a los millones de
desfavorecidos que se identifican con sus mitos del fútbol pensando que su vida
puede llegar a ser igual. También considero
injusto que la oreja de una persona sea más importante que la vida de tantos.
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