19 ene 2023

LA MIRADA DE UNA ABUELA

 

El pasado cinco de enero fui a ver la Cabalgata de Reyes Magos, algo que pocas veces he hecho. El que estuviesen mis nietos en casa influyó para que me animase a acompañarlos.

La cabalgata es un acto por y para los niños, con la mirada de un niño hay que contemplarla y eso es lo que hice.

El asombro, mezclado con un poco de temor, de las caras infantiles ante el espectáculo con malabares de fuego; la sorpresa al ver personajes de sus cuentos paseándose ante ellos: el muñeco de nieve de la película Frozen, Shrek, el Grinch, Dumbo, alguna princesa, el Coyote y el Correcaminos etc. Todos ellos hacían que los críos abriesen los ojos como platos y que aplaudiesen y, a veces, interactuasen con los personajes.

La ilusión se reflejaba en sus rostros y aunque muchos empezaron de mano de los padres, algunos en brazos, poco a poco veías como iban bajando de la acera como si quisieran tomar la calle y formar parte del espectáculo.

Los diferentes grupos de baile que intervinieron en el desfile, todos infantiles, pusieron otra nota más de alegría y ritmo en los niños y niñas que intentaban imitar a los que desfilaban y bailar a su compás.

Y para el final Los tres Magos de Oriente, llenos de majestuosidad, acompañados de sus respectivos pajes (que repartían caramelos ante el disfrute general), parecían salidos de un cuento de Navidad de esos que los críos han visto tantos en estos días. Eran las estrellas del acto y cada uno esperaba al suyo con impaciencia (de todos es sabido que cada niño tiene un Rey Mago preferido al que dirigen sus cartas).

Viví el desfile desde la mirada y la inocencia de un niño y lo disfruté. Ver las calles llenas de padres y abuelos con sus hijos o nietos. Tantas niñas y niños desfilando al son de la música hicieron que la tarde/noche alhameña de un cinco de enero que parecía primavera, se llenase de esperanza en el futuro, dejando atrás unos años duros que parecen llegar a su fin.

Casi desde esa noche empezaron a leerse en las redes sociales críticas sobre el desfile. Criticas de “criticar” no de ser críticos. Y siento que es muy triste ver lo poco que  nos dura a las personas la capacidad de ver la vida con la mirada de un niño; qué pronto perdemos la capacidad de soñar, fantasear e ilusionarnos con las pequeñas cosas para disponernos a verlo todo desde la “sabiduría” “sensatez” y “lógica” de los adultos.

De vez en cuando deberíamos tener presente que hay que aprender mucho para tener la sabiduría de un niño. Picasso dijo una vez “En aprender a pintar como los pintores del Renacimiento tardé unos años; pintar como los niños me llevó toda la vida”

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