Mira
que a mí me gustan los cuentos, de niña leí algunos, los clásicos que se suelen
regalar a los críos. Pero fue durante los primeros años de instituto donde,
cada semana, los viernes, visitaba la biblioteca del centro y cargaba libros de
cuentos para el fin de semana. En aquella época leí a Perrault, Anderson, a los
hermanos Grimm, los viajes de Gulliver de Jonathan Swift, Lewis Carroll etc. Así,
aunque leía otras muchas cosas, durante un tiempo fueron los cuentos mis
preferidos.
Pero
el que nos están contando en estos momentos no me gusta ni chispa. Esta semana parece
que el mundo se ha convertido en el gran escenario de uno de aquellos cuentos
de reyes y princesas. Creo que la muerte de la reina Isabel II ha sacado el espíritu
más infantil de los medios de comunicación y de los ciudadanos.
La
difunta reina ha sido tratada casi como si de una divinidad se tratase. No en
vano según el “Derecho divino de los reyes” los reyes son elegidos de Dios (el
que toque en cada circunstancia, imagino). En la Edad Media se tenía la
creencia de que Dios le había otorgado el poder terrenal al rey y el espiritual
al Papa. Como podemos ver aún estamos instalados en esas ancestrales creencias.
Pues
eso, como os comentaba, esta semana, una monarca ha muerto y, como en los
cuentos de antaño, se narra su historia revestida de una épica llena de
acciones bondadosas, nos la muestran como una persona juiciosa, justa y
generosa con sus súbditos (a mi siempre me dio a impresión de que quería más a
sus perros y caballos) y a su entierro asistirán mandatarios venidos desde
todos los confines de la tierra y veremos al príncipe heredero llorar a su
reina junto a toda la corte y representantes eclesiásticos.
Veremos
desfilar interminables colas de súbditos llorando cual plañideras, a este
símbolo de autoritarismo y “protección” que los deja desamparados.
También
como en los cuentos, asistirán a las exequias, monarcas de otros países que un
día fueron desterrados por sus acciones poco recomendables, pero eso entre
reyes no se tiene en cuenta, no olvidemos que son los elegidos y pertenecen a
una casta diferente al resto de los mortales.
En
el mismo espacio de tiempo se ha estrenado en nuestro país un documental que
cuenta la historia de un rey sin la capa de armiño de los cuentos. “Salvar al
rey” se titula. Interesante.
Y
así, entre lo real y la realeza, vivimos un 2022 en el que aún quedan restos de
la pasada pandemia, somos testigos de varias guerras (con reyes incluidos) y
está a punto una nueva misión espacial para que se pueda subir, de nuevo, a la
Luna.
A lo
que ocurre le va bien algo que leí hace poco. “El verdadero problema de la
Humanidad es el siguiente: Tenemos emociones del Paleolítico, instituciones
medievales y tecnología propia de un
dios. Y eso es terriblemente peligroso”. Edward Wilson, entomólogo y biólogo.
(Artículo publicado en el número 1.260 del periódico Infolínea)
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