Aunque
con una semana de retraso, me incorporo de nuevo a las páginas de Infolínea
tras el periodo de vacaciones para seguir contando lo que opino de algunas de
las cosas que suceden.
Me
doy cuenta que, desde hace unos años, estamos inmersos en diversos oleajes,
olas de pandemia, olas de odio, olas de calor…
El
calor o la calor, vino este año muy madrugadora. El 13 de junio, antes de que
se iniciará oficialmente el verano nos invadió la primera ola y, desde entonces,
han ido llegando una tras otra a cual más intensa y agobiante.
Si
la pandemia y sus olas han escrito un episodio surrealista y distópico dentro de este mundo tan moderno y avanzado,
hay otras olas donde surfean una serie de noticias que, sin calor, consiguen
abochornarnos. Podríamos estar hablando de corbatas, de cubitos de hielo o de
cierto alcalde que piensa que Carmina Burana es una cantante. Pero no, han
sucedido otras cosas en las que el bochorno tiene que ver con la vergüenza que provocan.
Una
de ellas es el atentado sufrido por el escritor Salman Rusdhie de manos de un
fanático de 24 años, por haber escrito hace 30 años el libro “Versos
satánicos”. Sobre este autor pesaba una “fatua” ( edicto religioso que ordenaba
a los musulmanes que matasen a Rusdhie por considerar que su libro era
blasfemo) dictada en 1989 por el régimen de los Ayatolás. Esto hizo que durante
diez años el citado escritor viviese prácticamente en la clandestinidad. Las
olas de odio vienen y van, pero no desaparecen.
La
otra noticia vergonzosa es la relacionada con la primera ministra de Finlandia,
Sanna Marín que está siendo víctima de una campaña de desprestigio a raíz de la
publicación de un vídeo privado en el que aparece divirtiéndose con un grupo de
amigos.
Esta
mujer ha sido noticia desde que asumió su cargo ya que con tan sólo 34 años se
convirtió en la primer ministro más joven de su país, ahora, tras la salida a
la luz de las imágenes de ella en una fiesta, uno de los principales partidos
de la oposición, el nacional/populista Partido de los Finlandeses ha exigido
que esta mujer se someta a un test voluntario de detección de drogas, la
propuesta ha sido apoyada por el Partido de Centro, socio del gobierno liderado
por la socialdemócrata Sanna Marín.
La
primera ministra accedió a hacerse dicho test “no tengo nada que ocultar” “ nunca
he hecho nada ilegal”. Los resultados del test fueron negativos pero el acoso
mediático ha seguido. Su vida privada ocupa páginas de prensa amarillista
dejando anulada su labor política.
Esta
historia me provoca absoluta vergüenza y me retrotrae a unos tiempos en los que
se decía “la mujer honrada, la pata quebrada y en casa”. No recuerdo ningún
caso en que a un mandatario se le haya forzado a demostrar su honorabilidad de
esta forma. En nuestro propio país tenemos algún ejemplo de Personalidad cuyas
veleidades eran conocidas y miradas con simpatía y condescendencia por la
prensa, la cortesana y la otra. Nunca se pidió explicación alguna.
Quizás
la primera ministra debería de haber propuesto un test voluntario de drogas
para todos los diputados y diputadas. Me hubiese gustado ver cuántos accedían.
Resulta
decepcionante ver lo poco que avanzamos y lo molesto que aún resulta para muchos
el que una mujer, sobre todo si es progresista, gobierne un país.
Carmina Burana
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