30 jun 2022

ADOLECER

 


La etapa adolescente de la vida me parece una de las más importantes. La infancia lo es porque en ella se asienta casi toda la vida, pero la adolescencia es un momento crucial donde uno se va despegando de las directrices familiares, pero aún no tiene formadas las propias.

Considero que son los años más difíciles de la vida, las normas se niegan o se rechazan por la rebeldía que acompaña esa edad. Los adolescentes suelen hablar con rotundidad y sin aparentes dudas en un intento de reafirmar su identidad, sin embargo, la angustia es la acompañante más fiel en ese periodo lleno de incertidumbre.

Los jóvenes han sido el grupo social más juzgado durante la pandemia: se saltaban el confinamiento, burlaban el estado de alarma, se escabullían para hacer fiestas clandestinas etc. Y yo me digo si lo contrario no habría sido ilógico.

Los niños han sufrido relativamente estos dos años, la protección y seguridad proporcionada por los padres han conseguido que sigan una vida casi normal. Los adultos se supone que ya poseemos una serie de recursos para poder afrontar los imprevistos de la vida. Los adolescentes de esta generación sobreprotegida se han visto, de golpe, sin nada a donde agarrarse. El futuro que se prevé incierto para todos, para ellos lo es, aún más.

Reconozco que he tenido momentos de incomprensión hacia este colectivo. Sus actitudes y comportamientos inmaduros y aparentemente provocadores y desafiantes, me desconcertaron más de una vez durante la pandemia. Hasta que me dio por pensar que quizás esa chulería de la que alardeaban sólo era miedo, la angustia natural de esos años, pero multiplicada por cien.

Ahora que estamos recogiendo la “cosecha” negativa de estos últimos años, comprobamos la cantidad de problemas, relacionados con la salud mental, que están apareciendo en personas adolescentes. Jóvenes educados bajo las falsas premisas de la competitividad y el triunfo en la vida ven que todo eso es mentira, el telón se ha caído, la realidad se les ha puesto delante y no saben qué hacer con ella. Nuestra sociedad se está radicalizando en muchos aspectos. En los jóvenes aprecio un aumento de comportamientos machistas tanto en los chicos como en las chicas, creo que se sienten más seguros dejándose llevar de actitudes conocidas que afrontando otras más libres que les suponen un esfuerzo mayor.

Estos tiempos inciertos, están dejando ver que son muchos los adolescentes carentes de herramientas con las que hacer frente a la adversidad, para ello recurren al consumo de sustancias o a la ejecución de retos extremos propagados por el libre acceso (mediante móviles proporcionados por los propios padres) a unas redes sociales, sin apenas control, donde se evaden, se sienten cómodos y seguros, aunque la realidad sea que están en continua exposición y vulnerabilidad.

El otro día vi a unas niñas que jugaban a hacerse fotos para subirlas a Internet, fantaseaban con cuál de ellas conseguía más “likes”. Un domingo por la mañana muy temprano, un chico regresaba a casa con la música del coche a todo volumen y una canción que decía “Por culpa de la calle, el dinero y el alcohol, me volví mujeriego, perdóname, Señor.”

   (Artículo publicado en el número 1.251 del periódico Infolínea) 

"No quiero ser yo" Laura Sam.



16 jun 2022

MIEDO AL MIEDO

 


“Mi destino ya no es un lugar si no una nueva forma de ver” (Marcel Proust)

Alguna vez he comentado que, desde hace un tiempo y de vez en cuando, hago cura de desintoxicación de medios. Para tomar distancia y tener una perspectiva propia. Lo cual no significa que esté desinformada, sino que procuro alejarme de los medios audiovisuales convencionales y de algunas redes sociales.

Ahora estoy en una de esas etapas. Tomé la decisión cuando vi en televisión la primera noticia sobre la llamada “viruela del mono”. Después de dos años de una continua invasión de imágenes y noticias sobre el coronavirus, cuando llegamos a una cierta tranquilidad, llegó la guerra en Ucrania y con ella una nueva inquietud, un nuevo miedo que, después del impacto y sus consecuencias, también ha pasado a un segundo plano. A los pocos meses otro virus, otro miedo, este proporciona, además, imágenes terroríficas de los cuerpos afectados.  Así que decidí que no tenía más ganas de enfadarme y preocuparme por cosas que se me escapan.

El miedo es el arma de control de masas más efectiva, es también el caldo de cultivo ideal para que las ideologías totalitarias se reproduzcan. Siempre aparece un “otro” culpable del que hay que protegerse o defenderse mediante medidas que suelen poner límites a las libertades del individuo. Los medios de comunicación en su mayoría son cómplices indispensables, encargados de repetir y repetir una y mil veces el peligro y la solución. Internet con su capacidad de difundir en segundos, noticias verdaderas y falsas, es el medio por excelencia en la globalizada sociedad actual.

Muchas veces el miedo ha ido ligado al terrorismo: Eta,11S, 11M, y los más recientes atentados en ciudades como París o Barcelona. Ahora el miedo va relacionado con la salud, la inseguridad y la economía: miedo al contagio, miedo a la pobreza, a perder el empleo, a perder tu casa, a la delincuencia…Esto consigue convertirnos en personas conservadoras y temerosas que se arriman a aquel que les prometa “seguridad” ante cualquier enemigo que represente la amenaza de turno.

Es en ese entorno impasible donde ahora mismo nos encontramos, con una ausencia importante del espíritu crítico y bastante desinterés por lo que realmente nos afecta. La situación actual nos va llevando paso a paso a una cierta parálisis social.

Pienso que por nuestra salud y en defensa de nuestros derechos como seres humanos es imprescindible, hoy más que nunca, hacer, crear, trabajar, conversar, soñar, vivir, construir… ¡Hay tantas cosas por hacer!, las cosas pequeñas, aunque parezcan insignificantes, son las que consiguen logros duraderos.

“El amor ahuyenta el miedo, y recíprocamente, el miedo ahuyenta al amor. Y no sólo al amor, el miedo expulsa también a la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de belleza y de verdad, y sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del hombre la humanidad misma” (Aldous Huxley).

  (Artículo publicado en el número 1.250 del periódico Infolínea) 

"A MI ME GUSTA LA VIDA" Funambulista



8 jun 2022

PASTILLAS PARA NO LLORAR

 



El otro día me encontré con unas amigas que hacía tiempo que no veía, casi toda a conversación giró en torno a como habíamos vivido estos últimos tiempos y como había afectado lo que viene pasando desde hace casi tres años, a nuestro estado de ánimo. Todas coincidíamos en haber vivido momentos de angustia por uno u otro motivo.

Durante la conversación, una de ellas dijo que había tenido que ir al médico porque, a la mínima le daba por llorar. La conversación tenía lugar en un espacio público y en ese momento, una mujer que pasaba por allí se paró y nos dijo “yo también tomo pastillas para no llorar”.

A mí me impactó lo que dijo aquella mujer “pastillas para no llorar” y me di cuenta de que en la sociedad que vivimos llorar “no queda bien”

En épocas pasadas eran los varones quienes sufrían esta represión “los hombres no lloran”, ahora es un signo de debilidad también en las mujeres, hay que ser fuerte y valiente en esta supuesta sociedad de la igualdad.

Demostrar emociones es bajar la guardia, no hay que perder el control de estas. Se nos pide cada vez con más frecuencia que nos comportemos como máquinas. Llorar nos avergüenza y es frecuente escuchar “lo siento” o “perdona” por haber tenido un ataque de llanto (“a llorar a la llorería”)

En octubre del año pasado en el barrio de Malasaña de Madrid, una empresa privada abrió un espacio durante tres días llamado “La llorería”. Aprovechando la semana de la salud mental ofrecían al publico la posibilidad de hacerse fotos y colgarlas en Instagram para hacer visibles sus problemas “…Un espacio para llenar las redes sociales de todo lo que ocultamos. Así que, pasen y lloren.” De esta manera se publicitaban. Al salir te regalaban una sesión de terapia gratis, las siguientes imagino que no.

Sin quitar importancia a los problemas mentales que han aflorado durante la pandemia y a la urgente necesidad de una atención profesional pública y para todos, yo me pregunto: ¿de verdad llorar es un síntoma de que algo va mal, o simplemente es que somos humanos y la angustia, a veces, nos provoca tristeza? Cuando alguien está sufriendo se suele emplear la frase: “llora y des-ahógate”.

La situación que hemos sufrido nos ha puesto a todos a prueba y a algunas personas las ha llevado al límite.  Me da por pensar que, ante esto, quizás, lo bueno sea llorar, y reír, y cantar… todas esas cosas que hacemos cada vez con menos frecuencia, conteniendo las expresiones que demuestran que somos personas.

  (Artículo publicado en el número 1.246 del periódico Infolínea) 

"Calle de la llorería" Rayden.

   

1 jun 2022

¿EL EMPERADOR VA DESNUDO?



“Con esta moneda, me voy a comprar, un ramo de cielo y un metro de mar, un pico de estrella, un sol de verdad, un kilo de viento y nada más” (Nada más. María Elena Walsh).

Reconozco mi ignorancia con relación a las monedas virtuales o criptomonedas, pero el miedo generado por la caída del Bitcoin me ha dado qué pensar. El Bitcoin fue la primera moneda virtual desarrollada, (según una definición encontrada en Internet, es una “moneda digital libre y descentralizada que permite las transacciones sin necesidad de intermediarios).

A mi todo esto me queda grande, quizás estoy desactualizada. Monedas que no existen, que funcionan mediante algoritmos y sirven para comprar y vender en un mercado virtual. Todo me recuerda al cuento de Hans Christian Andersen “El traje nuevo del emperador” que seguro muchos conocéis. La historia cuenta que un sastre dijo ser capaz de hacer el traje más maravilloso para el emperador; ese traje tenía una peculiaridad, era invisible a los ojos de los necios y de quienes no merecían el cargo que ostentaban. El avispado sastre no confeccionó traje alguno y al mostrarle sus manos vacías al monarca, como si en ellas estuviese la preciada prenda, el emperador se deshizo en elogios y ordenó un desfile real para mostrar a todos sus súbditos tanta maravilla. De esta manera el emperador desfiló desnudo por toda la ciudad y las gentes que lo veían pasar como Dios lo trajo al mundo, se miraban extrañados, pero nadie se atrevía a decir lo que pensaba por no parecer de poca inteligencia.

Cuando ocurrió la caída de esta criptomoneda, me enteré de la existencia de un producto, también virtual, que me produjo estupefacción. El producto en cuestión se denomina con las siglas NFT (Token No Fungible) y se trata de certificados digitales utilizados en el mercado del arte. Cada certificado se asocia a un único archivo digital en el que puede haber una imagen, un audio, un texto…se le llama criptoarte y los coleccionistas de este nuevo “arte” aumentan día a día sobre todo entre los jóvenes. “se están pagando ingentes cantidades de dinero por archivos de obras de arte, memes, cromos y cualquier cosa que pueda quedar registrado digitalmente” (diario El Mundo). Un archivo JPG: “Todos los días: los 5000 primeros días”, creado por el artista Beeple fue vendido por 57,8 millones de euros por la sala se subastas Christie’s de Nueva York.

¿Estamos a las puertas de una nueva burbuja, esta vez relacionada con el arte? Esa es la pregunta que se hacen algunos expertos en economía.

Parece más bien la versión mejorada y digitalizada del “Tocomocho” o “el timo de la estampita, pillos, pícaros y estafadores que utilizan pantallas en vez de billetes de lotería falsamente premiados o sobres llenos de recortes de periódicos.

Este mundo inexistente que mueve cantidades enormes de dinero no me lo creo. Ya pasamos de una sociedad sólida a la “sociedad líquida” que nos describió Zygmunt Bauman. ¿vamos, ahora, camino de una sociedad intangible?

Quizás sería bueno que algún experto, autorizado en estos temas, se atreviese a decir si el emperador va vestido o que, simplemente, somos todos unos necios.

  (Artículo publicado en el número 1.245 del periódico Infolínea) 

"Siglo XXI" Aute.