Mujer, ¿Cómo te llamas? - No sé.
¿Cuándo naciste, de dónde eres? - No sé. ¿Por qué cavaste esa madriguera? - No
sé. ¿Desde cuándo te escondes? - No sé. ¿Por qué me mordiste el dedo corazón? -
No sé. ¿Sabes que no te vamos a hacer nada? - No sé. ¿A favor de quien estás? -
No sé. Estamos en guerra, tienes que elegir - No sé. ¿Existe todavía tu aldea?
- No sé. ¿Estos son tus hijos? – Sí. (La guerra según Wislawa Szimborska).
Dentro de esta locura que ha
desatado la guerra entre Rusia y Ucrania, observo como se generaliza y se toman
medidas injustas e inexplicables como prohibir la participación de cualquier
persona rusa en eventos culturales o deportivos. El mundo de la cultura ha
condenado la invasión de Ucrania por parte de Rusia, y como consecuencia,
cualquier artista o cualquier representación artística procedente de Rusia ha
quedado afuera de cualquier programa cultural. ¿no estamos corriendo el peligro
de caer en lo que podríamos llamar “rusofobia”? La cultura debería de hacer
honor a su nombre y no mezclar el arte con las decisiones errónea de cualquier
dirigente político.
Todos los rusos no son Putin,
muchos de ellos incluso están en contra de sus “hazañas bélicas”. Como Yelena
Oposinova que ha sido noticia estos días al ser detenida por manifestarse
públicamente contra Putin. Esta mujer de noventa años sobrevivió al asedio de
Leningrado durante la IIGM, ella también es Rusia.
Desde nuestra privilegiada
situación en esta parte del mundo, es difícil imaginar esos otros países en los
que el conflicto es continuo, zonas en las que todas las generaciones han
conocido alguna guerra. “No conocíamos el mundo sin guerra, el mundo de la
guerra era el único, el cercano, y la gente de la guerra era la única que
conocíamos” (“La guerra no tiene rostro de mujer”
Svetlana Alexiévich).
El lugar que ocupan lo femenino
en los conflictos bélicos no está en el bando agresor, porque lo femenino va
ligado a la vida, la contención el cuidado y el respeto por el otro. Por eso en
las imágenes que nos asaltan desde las pantallas vemos a mujeres en lugares muy
precisos: en los refugios protegiendo a sus hijos, en los sitios de recibida de
refugiados, para proveerlos de comida y ropa o atendiendo la desolación de
quienes han tenido que salir huyendo. La idea de matar está alejada del
universo femenino. “La aldea de mi infancia era femenina. De mujeres. No
recuerdo voces masculinas. Lo tengo muy presente: la guerra la relatan las
mujeres. Lloran. Su canto es como el llanto.” (“La guerra no tiene rostro de
mujer” Svetlana Alexiévich).
La historia de la Humanidad está
salpicada de guerras, en algunas de ellas han participado las mujeres tomando
las armas. Es en las guerras cuando lo animal se apodera del ser humano y
comete atrocidades. “Yo era la tiradora de la metralleta. Maté a tantos…durante
mucho tiempo después de la guerra me daba miedo dar a luz, tuve hijos cuando me
calmé……la sensación que tengo es que he vivido dos vidas: una de hombre y otra
de mujer” (“La guerra no tiene rostro de mujer” Svetlana Alexiévich).