5 may 2021

PRIMERAS VECES

 


La pasada semana acudí a dos actos públicos, los primeros desde que la pandemia se instaló en nuestra vida. La necesidad de contactar con la cultura de nuevo, sin pantallas de por medio, me animó a salir de casa para acercarme a ella. Dos actos, dos temas, dos mujeres, dos viajes al pasado con diferentes equipajes.

El primer día, el primer viaje fue al pasado más desconocido de nuestra historia, ese que no solemos ver en los temarios escolares. Interesante recorrido que, de manera muy profesional, nos hizo la historiadora Paula Martínez, a través de una tesis doctoral, para mostrarnos la importancia que tuvieron las mujeres anarquistas en nuestra región durante la Guerra Civil. Relato bien desmenuzado, acompañado de datos, fechas, direcciones, acciones y nombres que contaban lo que pasó, sin interpretaciones. Desde la juventud de la autora, sentimos el apasionamiento y la responsabilidad de una investigación que cumplía con creces el mayor de los objetivos, echar luz sobre la oscuridad.

El segundo viaje al pasado venía escrito en un libro. La presentación que de este hicieron las diferentes personas que acompañaron a la autora ya nos daba un anticipo de lo que se descubre una vez leído. Amparo González, a través de él, nos lleva de la mano por lugares comunes que obligan a recordar, sobre todo, la historia del pasado más íntimo, ese que ocurría de puertas para adentro. La experiencia y la reflexión, lo íntimo y lo éxtimo acompañan cada historia escrita en el libro. Casi sin querer, me encontré comparando las aparentes certezas de aquellos pausados días, tan lejanos en el tiempo y cercanos en la memoria, con la vida incierta de estos últimos meses.

Para terminar la semana asistí a un evento deportivo en el que competían dos equipos infantiles. Mi primera impresión fue la tristeza de ver a los niños jugando con las mascarillas puestas (todavía me cuestan algunas cosas). Conforme pasaban los minutos recibí una gran lección, de los críos que jugaban y de quienes los dirigían, las ganas de luchar por ganar y por salir adelante. La vida corría de un lado para otro de la pista, a la vez que se abría paso ante todos nosotros.

Y recordé a Serrat “…Sólo vale la pena vivir, para vivir. Y hacer tuyo el camino, que tuyas son las botas. Que una sonrisa pueda dar a luz tu boca. Abrázate a los vientos, y cabalga los montes, que no acabe el paisaje con el horizonte…”

Casi año y medio ha transcurrido entre paréntesis, un tiempo que cada uno ha intentado llenar echando mano de su particular bagaje. Recuerdos, lecturas, familia, conversaciones en la distancia, historias escritas, vacunas, el trabajo y la vida. Ahora ya es momento de tirar para adelante con todo lo que ya sabíamos más lo que hemos aprendido en este espacio de tiempo.

Si bien es verdad que hay días en los que, al observar lo que está pasando a nuestro alrededor, siento decepción ¿de tan poco nos ha servido todo el sufrimiento que hemos pasado y que aún no se ha ido del todo?, también es cierto que esos momentos duran poco. Salen ganando los días en los que veo como la buena gente sigue trabajando para hacer del mundo un lugar mejor, ejemplo son todos los protagonistas de los actos que he nombrado.

"Vivir para vivir" Serrat  


                                                 

 

 (articulo publicado en el numero 1.197 del periódico Infolínea) 

 

 

 

 

 

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